Las cartas llegan un día inesperado. El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería ha vuelto a abrir sus puertas tras una guerra que solo se conservara en los libros de historia, y no en sus pilares reconstruidos. Harry Potter y sus amigos regresan para...
A un día de terminar el mes de noviembre las peleas entre Harry y Malfoy habían regresado a ser la cosa más habitual que se veía en el colegio. Fue tanto que muchos alumnos, comenzaron a olvidar aquellos rumores creados sobre la posible amistad entre ambos chicos; el hecho de verlos pelear por los pasillos como en el comienzo del curso, giraban la cabeza e ignoran los verdaderos hechos de esa relación, ya que ciegos a la realidad, no notaba el pequeño secreto que los chicos guardaban con deseo...
Harry potter fue el primer que despertó del dormitorio. Se quedo un momento echado y adormecido, contemplo el polvo que se arremolinaba en un rayo del sol que entraba por el espacio entre las cortinas de su cama adoselada, saboreado la idea de que era sábado. Sin embargo, no le paso por la cabeza descansar de las interminables clases que había tenido o de todos los eventos que habían pasado en el colegio, no, él tenía un vago pensamiento que constantemente le rondaba la cabeza y no iba a quedarse ante la suavidad de su cama, (a pesar de lo tentador que era esa idea) debía ponerle un alto a ese pensamiento y que mejor que afrontarlo en persona. Abril las cortinas de su cama, se colocó los lentes, se levantó y empezó a vestirse, prenda por prenda se la puso en silencio y con cuidado de no despertar a sus compañeros de cuarto y después tomo su varita, el mapa de merodeador y salió a paso lento del cuarto, con dirección a la sala común.
Allí fue derecho a el sofá de la sala al frente de la chimenea y se tumbó ahí, dándole una rápida mirada al lugar y de ver que se encontraba vacía la sala saco el mapa y susurro con su varita apuntando el papel Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas y aquel pergamino vacío comenzó a llenarse de tinta; con caminos trazados alrededor y nombres en todos lados que se movía o no, pero Harry, en vez de preocuparse por eso, abrió el mapa con ayuda de sus dos manos y busco un nombre en particular, justo en las mazmorras.
Tras darle una mirada rápida, no lo hayo ahí, así que se puso a buscar en otra parte, baños, la cancha de Quidditch, afuera de los terrenos de Hogwarts, en el comedor o en alguna otra aula, pero entre más buscaba Harry más se desesperaba porque no lograba hallar aquel apartado con el nombre de Draco Malfoy...
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En las afueras de Ottery St. Catchpole, cerca de un pequeño pueblo ubicado en Devon, Inglaterra y acurrucados entre colinas y praderas fértiles, se veía una vivienda peculiar. El edificio en sí podría confundirse por un viejo tugurio de piedra. Tenía varias construcciones torcidas anexadas una con otra. Cuatro o cinco chimeneas montadas en la cabeza del techo, y lo más probable es que todo el edificio estuviera sostenido por una clase de hechizo debido a su construcción tan alocada...
Sin embargo, la chica al frente de la entrada de aquella extraña casa, — de la que salía humo por una de la chimenea— en vez de mostrarse asqueada por la extraña peculiaridad de la morada, suspiro y con una sonrisa vio de arriba a abajo el hogar, sin darse cuenta que cierta personada que habitaba ahí, pego un grito de alegría cuando se asomó por la ventana.
