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Roto


Un nuevo día iniciaba en el colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería, este con un clima particularmente estable para un diciembre común; una capa pequeña de nieve y no hacía mucho frio, apenas y se sentía la helada brisa. 

Los jóvenes brujos de túnicas verdes, y bufadas agitándose por el aire, montaban sus escobas y se hallaban volaban por los alrededores del castillo, levantado las capas de quien estuviera pasando por ahí, sin mencionar a el grupo de Hufflepuff que tomaban anotaciones del sauce boxeador si un gramo de hojas en sus ramas, por supuesto a una distancia considerable, y aunque era domingo algunos alumnos no podían evitar ir a la biblioteca a estudiar o uniformarse en caso de los prefectos que orgullosos mostraban su insignia con una enrome P en ella al ser el último día de escuela, antes del comienzo de las vacaciones.

Cerca de ahí estaba Harry Potter; tenía puestos sus redondos lentes y su cabellera azabache estaba más alborotada que nunca todo gracias al aire. El muchacho poseía una enorme cara de admiración mientras miraba así el sauce boxeador que más de una vez le trajo problemas cuando ni siquiera los buscaba; pero el chico no hacía más que mirarle desde lejos, estaba sentando con su espalda recargada en un pino mientras pensaba que estaba a punto de terminar el cuarto mes escolar sin problema alguno, bueno; problemas que quisieran matarlo, porque problemas si que tenía. Harry los llamaba problemas verde-dragón, que era una simple, pero infantil forma de auto llamar lo que el chico sentía por nada más y nada menos que por Draco Lucius Malfoy. Quien no era más que un chico, arrogante, grosero, egocéntrico, dramático y con un muy probable problema de trastorno de la personalidad narcisista, pase a todo, Harry había sucumbido ante el chico como abeja a la miel. 

Ayer cuando hablo con el brujo, fue la primera vez que acepto por completo el hecho de sus verdaderos sentimientos después de todos los sucesos que paso con él, era tonto seguir negándolo, se decía el muchacho. Ahora que había logrado hablar con la verdad con su mejor amiga, Hermione Granger, el de cabello azabache estaba fuertemente seguro de querer estar alado de quien le hizo la vida de cuadritos desde años atrás, vaya masoquista de mierda, aun así estaba seguro de la decisión que iba a tomar,  a pesar de todos los altibajos que le fueran a pasar con tomar esa opción, ya no había vuelta y atrás y lo sabía, e igual no le importaba.

Ahora bien, Harry estaba seguro de sus sentimientos, estaba seguro de lo que sentía Draco por él, pero aún tenía un problema, mejor dicho dos, y eran pelirrojos y su apellido iniciaba con la letra W...

—¿Harry?

Miro sobre su hombro. Era Luna Lovegood, su cabello rubio se movía con el aire y se camuflaba con la nieve de los árboles, y sus grandes ojos azules estaban fijos en los verdes del chico; venia vestida informalmente, con cara de ensoñación y llevaba una gran sonrisa embozada mientras se acercaba al nombrado que con suma educación se hizo a un lado dejando que la chica se sentara junto a el en una zona donde la nieve no mojaba el culo.

—Hola, Luna.

—Hola, Harry, ¿Qué haces aquí? Y.... ¿Solo? —Pregunto la chica.

—Bueno, no eh hecho mucho, solo viendo el paisaje. Hermione quiso descansar un poco más antes de la comida—Explico Harry sacando las manos de su cazadora y frotándoselas por el frio—¿Y tú?

—Creí ver pasar a un snorkack de cuernos arrugados. Lo seguí, aunque lo perdí de vista— Le dijo a su amigo, tras soltar un suspiro cansado, el chico le miro apenado.

—Algún día luna...—Animo Harry de manera alentadora, la bruja no le contesto, simplemente le sonrió y después ambos se quedaron en silencio.

—¿Ya tienes todas tus cosas guardadas? —Corto el silencio el brujo, girándose a ver a Luna.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora