Las cartas llegan un día inesperado. El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería ha vuelto a abrir sus puertas tras una guerra que solo se conservara en los libros de historia, y no en sus pilares reconstruidos. Harry Potter y sus amigos regresan para...
Harry estaba tumbado pecho abajo en su desarropada cama de sabanas blancas. Era el tercer lunes de septiembre y el día estaba nuevamente caluroso.
Sus primeras clases ya habían culminado y ahora se disponía a esperar, que la clase de la tarde; de dos horas de DCAO iniciara en la comodidad de su habitación compartida, pero por ahora nadie más se hallaba acompañado a Harry, sus compañeros de cuarto Longbottom, Ron Weasley, Finnigan y Dean Thomas se encontraban en sus respectivas clases.
Las ventanas del cuarto estaban todas abiertas; llegaba una ráfaga fresca al cuarto que a Harry le encantaba sentir en su caliente y sudoroso torso desnudo que por lo intenso del calor; solo lleva una simple bermuda azul fuerte y unos calcetines blancos mientras disfrutaba de releer las cartas verdes de su pareja Ginny Weasley para matar el tiempo.
Eran un total de ocho cartas verdes dispersas sobre el colchón de Harry. Todas rodeando el cuerpo del chico que movía unos de sus pies atrás; chocando su talón con su trasero y luego las puntas de los dedos de su pie contrario en la cama, y así intercalando los movimientos de sus pies. Terminando de releer la quinta carta que le mando su pareja Harry se metió una bola de chocolate a la boca mientras sonreía enamorado y volvía a guardar el pergamino en el sobre, cuando lo hizo busco entre su cama otro sobre pero a pesar de los sobres alrededor que se encontraban en esta, Harry siguió buscando, agitado. Se incorporo de la cama con cuidado de no aplastar las cartas con sus rodillas y se limpió el chocolate de sus dedos en su bermuda antes de tomar los sobres con sus manos. Las conto dos veces y después una vez más.
—¡¿Ocho?!— Exclamo Harry paniqueado y moviendo la cabeza por toda la habitación—¡Deben ser nueve!
Se levanto de la cama en un salto y dejo los sobres sobre su mesita de noche y empezó a buscar la carta faltante. Reviso su escritorio lleno de libros, pergaminos y ropa encima, reviso debajo de este, dentro de su baúl pegado al pie de su cama también, sacando algunas cosas lanzándolas en el aire, pero nada que encontraba el sobre. Sin más opciones en la cabeza, se cayó de pecho al suelo viendo debajo de su cama; sonrió al ver, lo que daba la impresión de ser el sobre que buscaba. Metió la mano y saco aquel objetó, se desilusiono al ver que se trataba de un folder. Este era grueso y pesado, de color beige; en la esquina superior tenía un sello de lacre purpura con un escudo de armas: un león, un águila, un tejón y una serpiente rodeaban una gran letra H. Harry se levantó del suelo con aquel folder y viéndolo con estupor se dejó caer en la cama.
¿Qué era eso?
Se acomodo en la cama y abrió el folder. Había varios pergaminos dentro, los cuales terminaron encima de su cama, después de que los saco del folder sin cuidado. Tomo una de aquellas hojas al azar y...
Sus jades en par en par comenzaron a abrirse entre leía y leía las líneas de la hoja que había tomado.
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