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La verdad en el reflejo


Neville Longbottom, puede que fuera lento notando la mayoría de cosas que le rodeaban en su entorno, tal vez muchas, pero la atmosfera que se hallaba entre Hermione y Harry era algo demasiado, notoria, evidente, en su opinión. La chica estaba agitada y lo sabía, pues cuando lo estaba, jugaba con los mechones largos de su cabello, eso le daba a veces miedo, y Harry, lucia culpable mientras se metía a la boca la cuchara con su sopa caliente...

—Vosotros dos estáis raros...—Manifestó el rubio al haber estado un buen rato examinando a los dos adolescentes, sentando enfrente de ellos. Ahora tenia los ojos entrecerrados y los apuntaba con la punta de su tenedor, estos dos se escrutaron tensos a la vez, antes de volver a ver a su comida, o libro en el caso de Hermione, para después recordar una similar situación al mismo tiempo...

—Bien ya estamos aquí. Espere como dijiste, ahora, me vas a explicar el porqué de esa túnica— Le gruño Hermione señalando la túnica con el forro verde y el emblema de Slytherin cocido en el pecho, y que estaba arriba de su cama prolijamente doblada.

Harry estaba sentado en la silla del escritorio de la chica, como si fuera un niño de seis años castigado por haber robado las galletas de la cena; se le veían los nudillos de las manos blancas, mientras estas estaban recargadas en sus rodillas. Ninguna de las compañeras de la castaña estaban ahí, solo ellos dos y la tensión que se sentía en el aire era feroz. El enojo de su amiga se podía percibir en todos los rincones de la habitación, y le asfixiaba. 

En la noche anterior, le había descubierto y no tuvo ninguna forma de soslayar aquello, y aunque trato de evitar dar la respuesta en esa misma noche diciéndole a Hermione que no era el momento indicado, no se pudo salvar al siguiente día.

—Esto, es difícil de decir...— Susurro Harry con la voz ronco al haber estado minutos en silencio y sin querer alzar la cabeza nervioso, por el constante sentimiento de que alguien podía entrar, eso le daba angustia, aun cuando Hermione le dijo que había encantado la puerta, pero es que eso no le aseguraba que sus compañeras no supiesen como quitar el hechizo de la chica —Podemos hablarlo en otro lugar...— Solicito, apenado y alzando la cabeza; tenía los ojos algo llorosos, y su visaje era de completa angustia. 

Hermione comprendió con terror que eso no era bueno, y se sintió mal por estarse enterando a estas alturas que su amigo no estaba bien, y peor que le estaba forzando a hablar; tal vez aquello era sumamente difícil  de decir, y ella, literalmente le estaba exigiendo saber...

—Okey...— Acepto la bruja con la atención a las ventanas de su habitación compartida —Vamos a fuera, al lago...— Indico con un timbre de voz que provocara en Harry  la tranquilidad. Se encamino a la cama, tomo la túnica de quien sabe quien y se la paso al chico. Este ya levantando de la silla, se le quedo viendo a la prenda y luego, la apunto con su varita; se le cambio el emblema bordado de una serpiente, a un león, y el color verde a rojo, con eso, se lo puso encima.

Ambos chicos salieron de la habitación, uno siguiendo a otro, en este caso, Harry a Hermione y bajaron a la sala en silencio y del salón salieron del colegio, todo en una horrorosa calma. Cuando salieron afuera por una de las salidas del castillo, escucharon que alguien había gritado, acompañado de murmullos y risas. Hermione no se demoro en dar cuenta de la razón; estaban cayendo copos de nieve, y sin bien le sorprendido y le saco una sonrisa, Harry no podía estar menos interesado en eso, pues cuando llego a la orilla de lago congelado, se detuvo enfrente de este con los hombros hoscos, y la chica pudo ver una gran nueve de vapor perteneciente a su amigo, Harry había suspirado.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora