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Harry, Draco y dementores


Harry y Draco estaban acuclillados como cual niños pequeños. Uno estaba pegado al otro, chocando rodillas, y ambos miraban con perfecta admiración aquellos tres huevos del tamaño del puño de Harry que tenían frente de sus ojos.

—¿Cuánto más hay que esperar? — Pregunto Harry, adolorido de la espalda, ya que había estado en la misma posición desde que llegaron al corral de los pavos reales de la familia Malfoy. La casita de madera, muy linda y en perfectas condiciones estaba ubicada detrás de las caballerizas rusticas del hogar y de las cuales apenas se enteraba Harry.

—¡Chsss! Paciencia— Le farfullo Draco sin apartar los ojos de los huevos. Harry lo contemplo de reojo y repaso lo que le dijo hace unos segundos atrás. Su pequeño relató comenzó con fanfarroneo y yendo al pasado, a un día de cada año, cerca de pascua, desde que tenía 6 años, Draco venía a los correales de los pavos reales y esperaba horas a que eclosionaran los huevos. Entonces Harry se lo imagino. Un Draco de 6 años bajando con sus pequeñas piernas las escaleras, corriendo con sus pantalones cortos y su ropa de marca, y luego acuclillado como ellos ahora, esperando, y esperando. Se enterneció con la simple imagen de su novio pequeño y emocionado—¡Ahí! Mira.

Desenvolviéndose de su imaginación, se giro a ver los huevos y escucho un ¡Craaks! 

La verde mirada se expandió, atento y eufórico. Se encorvo lo más que pudo a la puertilla de la casa. De unos de los huevos había parecido una grieta que le recordaba de cierta forma a su cicatriz, sonrió, y después hubo un ¡¡Craaask!! pero este más extendido, y de repente, apareció un ¡Pop! Y la parte de arriba del cascaron salio disparado al piso de paja. Harry y Draco alargaron los cuellos y vieron al pequeño polluelo agitando sus alitas húmedas, y débiles por su reciente nacimiento. Harry emitió un sonido de shock ¡Era tan pequeño y lindo! Sus hermanos le siguieron segundos después, y más al rato había casi más de 20 polluelos de pavo real, pues los demás huevos del granero habían roto su cascaron también. Ahora se encontraban caminando entre las piernas estiradas de los adolescentes sentados en el pasto, mientras ellos se maravillaban de los chillidos que lanzaban las aves al aire de la emoción de haber nacido.

—¡Son demasiados! — Exclamo Harry asombrado por la cantidad de pavos reales bebes que veía y que querían picarle, por suerte para él, la corta edad de los polluelos impedía lastimar, lo que un adulto no hacía y que a Harry lo dejaba al pendiente.

—Es genial, a que si— Comento Draco que tenía varios polluelos durmiendo sobre sus piernas.

—¿Estas presumiendo? — Pregunto Harry levantando una ceja.

—Obviamente— Respondió Draco y alzo a un polluelo entre sus palmas—Mira, tu no tiene ni uno— Dijo con un extraño acento cursi. Harry soltó una carcajada que al destiempo se volvió un jadeo de dolor. Uno de los polluelos le había dado un picotazo en la mano, pero de muy mala leche, y luego había salido huyendo agitando sus diminutas alitas. Harry lo siguió con la mirada, tratando de memorizar como se veía para la venganza, sin embargo, le resultaría realmente difícil saber identificarlo, cuando todos ahí... ¡Eran blancos como el mármol!

—Jamas note que tenían una caballeriza hasta ahora— Hablo Harry sobándose donde le habían picoteado. El seguir al perpetrador le había hecho mirar la caballeriza de mejor forma. De tablas negras y piedras lisas, muy hermosa y con rejos de hierro pintados de plata, limpia y en orden como todo lo que rodeaba la mansión—Y tampoco te escuche comentándolo.

Draco bajando al polluelo lentamente y se giró a su izquierda a ver el establo que se formaba hacia arriba de sus ojos y de donde provenían relinchos y bufidos muy fuertes.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora