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El amor en el frio aire del invierno


El verde de la dehesa se había desvanecido bajo una suave y pulcra capa de nieve que ahora resplandecía en el lote de Hogwarts. La capa de hielo que había caído la noche anterior, no era tan gruesa, apenas los pies se hundían, y no era suficiente para hacer un hombre de nieve grande, pero, ahí estaba Ernie Macmillan intentándolo al menos. Llevaba orejeras cafés peludas y la bufanda de Hufflepuff; amarilla con líneas cafés, enroscada en la garganta, así como también llevaba una chaqueta café con relleno calientito. Su nariz estaba roja como la de Rodolfo el reno y de vez en cuando se soplaba aire caliente en las manos, para evitar perderlas ante una congelación inmediata, por la desidia de la mañana.

—Uuf... Que Frio— Castaño con una sonrisa. A pesar de estar sintiéndose como un cubito de hielo, el chico de rubio claro, no cabía de contento, era diciembre, un mes donde todo debía ser felicidad y amor. Sus manos ya no estaban tan entumecidas, habían vuelto a recuperar un poco de color y ya podía mover los dedos sin que estos rechinara, así que al seguir acuclillado, palmeo la bola de nieve que ya tenía encima de otra más grande con las manos y siguiendo dándole la forma, de una perfecta esfera—Quedaras genial chaval...—Susurro Ernie.

—Lo dudo Macmillan...— El rubio dio un brinco, sus oído a través de la peludas orejeras identificaron, aquella cristalina voz al instante y no supo que más hacer que volverse así atrás. A solo tres pasos de él estaba Theodore Nott. Llevaba la túnica de Slytherin, y la bufanda de rayas, enrolla en su cuello de forma mullida para que le cubriera hasta la boca.

—Buenas tardes...— Saludo Ernie levantándose del suelo, con la cara más roja que la nariz—Hmm... ¿Qué haces afuera del castillo? Hace mucho frio— Consulto al vez que decía algo sumamente palmario, que hizo que el otro rodara los ojos con gracia. Su preocupación sin mas se ganó luego una mirada seria y una ceja levantada.

—Tu tono de voz denota desasosiego, pero exactamente no es conmigo con quien debes demostrarla, si no, en tus manos con proceso de congelación— Comento Nott, señalando con un leve movimiento de cabeza las manos del brujo. El chico abordo rápidamente sus manos y se las coloco en la boca asustado, dios las manos le dolían.

—Que se me han olvidado los guantes...

La azulada mirada de Nott se trasladó a todos lados de área. Izquierda, derecha incluso atrás, cuando se salvaguardo de que nadie estaba ahí a parte de ellos dos, con una mueca se sacó las manos de los bolsillos murmurando algunas cosas. Los guantes de piel negro que tenia se los fue quitando y mientras lo hacía dio dos pasos al frente quedando alado de quien le sacaba cuatro centímetros de altura.

—Toma...— Dijo el castaño entregándole al rubio sus guantes. Ernie bajo las manos despacio como si le estuvieran ofreciendo ahí mismo una cantidad considerable de de oro y vio fijo las manos del brujo. Era la primera vez que recibía algo de amabilidad de otra persona que no fueran sus propios compañeros y amigos; iba a acercar la mano...

Pero se negó, apartando los guantes con gentileza. 

—Gracias, pero no puedo aceptarlo. Tus manos entonces se congelarán...

—A mí me gusta ese sentimiento, es más, por eso estoy aquí.

El rubio se descoloco por la confección, vaya, por fin sabia algo del chico, sin el imprescindible acto del hostigamiento personal, aunque tuvo la sospecha, al ver el rostro de Nott, que este lo había dicho sin pensar.

—¿...Por qué te gusta el frio? — Tanteo Ernie, nervioso, dándole a entender al otro chico que no le importaba mucho la respuesta, al estar viendo a otro lado, pues no quería parecer muy entrometido. Los ojos azules de Nott que ahora destacaban más por el fondo blanco del paisaje, miraron nuevamente alrededor pero sin ser tan flagrante, y el rubio creyó ver una pequeña media luna en su rostro.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora