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Olor de amor


—¡Rápido, rápido, colóquelo en la camilla señor Dubois!

Hermione se quedo apartada lo  suficientemente lejos para no estorbarle a la enfermera Poppy Pomfrey, mientras exencionaba el estado de Draco con preocupación. Había sido depositado en la camilla por Dubois luego de haberlo traído a la enfermería cargando y corriendo. La mujer, cual hábil, se movía de haya para acá, alrededor de la figura quieta de Draco, que llevaba su cara colorada de rojo y que levemente soltaba jadeos, apretaba los ojos y sudaba demasiado...

La bruja sintió una punzada en el pecho al verlo así. Apretó el maletín de cuero del chico sobre su pecho; admitía que estaba preocupada por su estado. Habían simpatizado, lo que se puede decir un poco durante el ultimo tiempo. Noto realmente lo que era Draco, y exactamente no era como lo consideraban. El realmente era simpático, un buen hombre, y ahora estaba mal de salud por haberse sobre esforzado por encontrar a Harry...

Draco amaba tan fuerte que era capaz de descuidarse por el bien de otros.

Miro el maletín sobre sus manos. Había metido ahí toda la información que le había dado el chico tras ver que Louis se le acercaba. Estaba enfurecida consigo misma, le era increíble pensar que mientras ellos andaban en círculos, Draco había logrado hallar más pistas de la que todo su equipo hubieron juntando la mitad de febrero. Ahora dependía de ella sola descubrir donde estaba Harry, armar la rompecabezas sin ayuda de Draco...

Resultaría difícil. Sin embargo...

Miro a Louis Dubois, el francés estaba parado del otro lado viendo con preocupación a Draco. ¿Por qué seguía ahí? No podía dejarlo con él, si de verdad eran las sospechas, no podía dejar a Draco con aquel Mortífago del cual no sabia que era capaz...

—Por favor chicos, salid de la enfermería. Señorita Granger si me hace el favor de avisar al jefe de casa de Slytherin el estado del señor Malfoy estaré muy agradecida— Dijo la enfermera sin siquiera voltear a ver a la chica, pues estaba más ocupada atendiendo a Draco que había deja de jadear tan fuerte.

—¡C-Claro Madame!— Afirmo Hermione y al ver que Dubois no salía, tomo valor y lo empujo afuera, este no hizo más que hacerle caso, sin dejar de ver a él joven rubio. Una vez afuera, Hermione miro a Dubois, precavida si es que pasaba algo, con la mano en la varita dispuesta a todo, estando solos en aquel pasillo podría pasar de todo, pero quedo confundida de la nada.

Miro a los lados antes de volver a ver a Dubois que seguía plantando a puerta de la enfermería con la mirada negra perdida.

¿Por qué olía a césped recién cortado? Visualizo por la ventana. Aun había nieve en suelo, nada de verde, otra vez miro a Dubois, algo definitivamente no andaba bien, le asustaba...

—¡Hermione, Hermione!

Ella vio al otro lado, alegre de que ahí hubiera alguien más. Habían llegado Seamus y Ernie Macmillan corriendo, el irlandés blandiendo en su mano un periódico de, El profeta con cara de satisfacción al igual que la del rubio alto.

—¡La primera plana! — Apunto Seamus y le asomo a Hermione el periódico para que lo viera. Ella no dejo de abrazarse al maletín de Draco, aun cuando se inclino a ver—Hubo una explosión en azkaban ayer en la noche, Mikey Redelfs, auror responsable de la tercera planta asegura que un total de treinta y cinco Mortífagos murieron, entre ellos Fenrir Greyback— Leyó Seamus muy alegre— Lavender está muy feliz por eso. ¡Oh! ¿Ese no es Dubois, el francés del torneo? ¡Hola! Aah...Se fue...—Barboto Seamus con decepción. Su vista estaba clavada por encima del hombro de Hermione, ella apretó más fuerte el maletín y se giró cohibida.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora