65. Alors, on danse - Sophie

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Sophie – Philadelphia
Centro de la ciudad, Dic. 10:30

"Alors, on danse..."

La música inunda el enorme vestidor del apartamento en lo que voy de aquí para allá eligiendo vestidos y zapatos. El look rubio de americana sexy no funcionó, por lo que me quedo un rato delante del cajón de pelucas, preguntándome que aspecto debería elegir esta vez. Tomo con una mano la peluca castaña y, con la otra, la de pelo largo rubio. Podría tratar con el de británica elegante, aunque no sé si encajaría muy bien aquí en América; quizá el de alemana putilla podría funcionar, pero el acento todavía no lo controlo muy bien. Derrotada, lanzo ambas pelucas de nuevo al cajón y, en su lugar, tomo la copa de vino que reposa junto al joyero y doy un sorbo del Château Laffite que papá me envió a mi última dirección. El sabor del vino me recorre cada punto de la boca, inundándome el cuerpo de esa excelente energía que solo el buen vino francés consigue. En Estados Unidos no hay buenos vinos. Lo paladeo en lo que me muevo al ritmo de la música, como si ya estuviera en el propio club. Tengo que hacerlo bien esta vez y conseguir que me dejen subir a ese reservado...

En el momento en el que voy a dejar la copa en su sitio, como si su vino lo hubiera invocado, la pantalla del móvil se ilumina con la palabra "papá" brillando y parpadeando. Termino de tragar el vino y me quedo mirando el aparato, todavía sin apartarme la copa de los labios. ¿Debería contestar? Hace casi dos semanas que no hablo con él, pero todas las conversaciones son iguales: empiezan con él preguntándome dónde estoy, cómo estoy, qué he hecho... Todo por apariencia, porque luego ya saca la artillería y empieza a decirme que lo que estoy haciendo es una locura que me va a llevar por el mismo camino que a mamá... y cuando ve que el enfado no le lleva a ninguna parte, pasa a decirme lo mucho que me echa de menos y entonces vienen las lágrimas. Yo también te echo de menos, papá, pero no necesito un sermón cada vez que me llamas, y mucho menos hoy. Pero no deja de ser Nochevieja... Y sé que querría estar conmigo. Tal vez hoy la conversación sea diferente...

Alargo la mano para darle al teléfono verde, pero justo en ese momento, la llamada se termina y la pantalla se vuelve negra. Suspiro y me termino el contenido de la copa de un largo trago. Ya le llamaré más tarde. Ahora, es mejor que tenga mi cabeza centrada en la misión de esta noche. Miro la hora en el reloj de la pared. Son las nueve de la noche, y hemos quedado dentro de una hora en el Euphoria. Me pregunto qué aspecto llevarán los chicos: a Byron ya lo he visto repeinado y con camisa, y la verdad que es una imagen agradable a la vista. Pero me intriga cómo lucirá el otro cazador, Nevi, siempre con esas greñas mal recogidas y sus jerseys pegados... Una pena que el más joven, el chico albino, mon p'tit Micah, no vaya a venir esta vez. Es divertido hacerle ruborizarse.

Finalmente me decido por un dos piezas: un top de seda de color blanco con encaje brillante, de tirantes y escote generoso de tipo balconette; en la parte de abajo una minifalda negra con flecos, y en los pies, unos stiletos negros... y creo que elegiré los de ocho centímetros esta vez, por si acaso hay que correr. Elijo las lentillas grises y un maquillaje explosivo, con smooky eyes en tonos gris marengo, dos tiras de pestañas postizas, pintalabios color berenjena y pendientes largos de plata. Y finalmente cierro el cajón de pelucas: mejor llevar mi pelo, bien lavado, brillante, y peinado con amplios tirabuzones. Creo que usaré el personaje que mejor se me da: Sophie Lebeau, jovencita inexperta por fuera, fiera exterminadora por dentro.

Porque, sea como sea, es imperativo que esta noche tengamos resultados. Hay una gran probabilidad de que algún vampiro vaya a estar presente en la fiesta... y no podemos permitir que ninguna otra chica acabe como la del Kabana. Y para ello necesito que se fijen en mí... y que pase lo que tenga que pasar.

Alors, on danse.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora