18. Gajes del oficio II - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Colegio abandonado, 22:50

Después de la hazaña de Micah momentos atrás, gran parte de su seguridad parece repuesta y aquello tiene un impacto muy positivo en su desempeño el resto del camino. Está más alerta, más enfocado, y parece que le resulta un poco más sencillo seguirme el ritmo.

A nuestro paso, nos deshacemos de otro par de criaturas trabajando en conjunto. Sin embargo, ya hemos acabado con un número considerable y siguen apareciendo. ¿Cuántas hay realmente?

Aún con Micah y Nee de mi lado, sigo albergando dudas de que sea suficiente para hacer frente a una amenaza más grande que la que hemos enfrentado hasta ahora.

Conforme salvamos los corredores del inmenso colegio a zancadas, nos libramos de otra oleada de necrófagos y seguimos sin detenernos nuestro camino, rumbo al sitio en donde se ubica el nido, según lo recuerdo; en el gimnasio del recinto escolar.

Micah intenta acompasarse a mí, jadeando otra vez a fuerza de su agotamiento. No puedo culparlo; incluso yo empiezo a sentirme cansado y adolorido.

Yo estoy habituado a estas condiciones, pero en su caso, no es bueno que se canse demasiado antes del verdadero reto.

Reduzco la velocidad de a poco conforme empiezo a reconocer los pasillos, en parte para darme a mí mismo un respiro, y después freno del todo en cuanto el mismo escenario de la ocasión anterior aparece ante mis ojos, igual de mórbido que la primera vez. Pasillos bañados en sangre, suelos cubiertos de contenido visceral y el potente olor a podredumbre y muerte que colma el aire como si fuera un vaho denso.

Micah se detiene justo detrás de mí, ahogando un jadeo y le indico guardar silencio y apegarse conmigo a la pared.

A mi lado, el muchacho da bocanadas, intentando regular su respiración, conforme evalúa los alrededores con expresión aterrorizada y el rostro tan pálido que parece translúcido. Le doy algo de tiempo sin inferir en su evidente turbación ante el escenario que tiene en frente, o en el aspecto amortecido de su rostro impregnado de terror. No es momento para mellar su autoestima y quitarle seguridad. La necesita más que nunca.

—Intenta que no te distraiga —le recomiendo—. Estamos aquí precisamente para ponerle un alto a esto.

—Es horrible... —articula, con la voz entrecortada por sus resuellos—. Lo-... lo siento... —farfulla entre los mismos.

—Respira, Whitey. O tú lo sentirás más... Y baja la voz.

—Ne-Nevi... Yo... intento, pero-... —se le escapa una tos ardua.

Le doy unos segundos más para recomponerse.

—¿Tu pierna cómo está?

—Duele un poco... pe-pero estoy bien. —Noto que sus ojos recorren la zona posterior de mi brazo, y bajan por mi espalda—. T-tú... también estás-...

—Suerte que la mordida de un necrófago no sea contagiosa, o estaríamos fritos —fuerzo una risa, exhausto—. Por ese único motivo se consideran ligas menores; pero no las subestimes. Ya has visto sus capacidades. Por cierto. —Tomo de mi cinturón su cuchillo; el que arrebaté del necrófago al que lo dejó clavado, y se lo alargo. Micah lo recibe con pasmo—. Creo que esto te pertenece.

—Gracias...

—Vuelve a perderlo y te lo envainaré ya sabes por dónde.

Micah asiente avergonzado. Su respiración empieza a regularizarse.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora