7. Cicatrices - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Fabrica abandonada - Nov, 12:40am


De vuelta en la fábrica, Caleb no parece mucho más animado. Ahora ya sabe cuál es su terminal de destino. Lo que hay que establecer ahora son las paradas.

—Hogar, dulce hogar —exclama Nee cuando entramos en la fábrica, y su voz resuena entre las paredes. 

Al mirar a mi alrededor, este sitio parece más un hogar que nunca. De pasar a ser un lugar tétrico y escalofriante... bueno... sigue siéndolo; pero al menos tiene sitios donde dormir y mantas. Y a los chiquillos no parece que les importe. Además, ahora tienen un par de mudas de ropa limpia que Byron y yo nos encargamos de conseguir los últimos días. No toda la que conseguimos es de la talla exacta de ellos, debido a que la hemos comprado en liquidación, pero es ropa y sirve. Además de eso hemos comprado también ropa de invierno como abrigos, guantes y gorros para ayudar a los chiquillos a paliar el frío que se vuelve más crudo cada día. Sin embargo, Cassie no se ha quitado para nada la sudadera de Caleb, ni Abel se ha quitado la blanca y roja de los Phillies que le dio ella.

Micah juega en compañía de los niños a algún extraño juego de palmadas con las manos que ella parece empeñada en enseñarles.

—Han vuelto —dice el mayor al advertirnos, poniéndose de pie. Su hermano no se cuelga de él como un pez de un anzuelo como suele hacerlo, pero me observa desde su sitio ceñudo y con cara de pocos amigos cuando me acerco, momento en que deja de jugar con la niña.

—Ven conmigo —le indico a Micah—. Tengo algo que quiero darte.

Durante el camino de regreso, en lo que nos detuvimos a comprar algunos víveres, tuve la oportunidad de hacerme con un par de cosas que sentí que hacían falta y ahora que tenemos libre el resto del día, parece la ocasión perfecta de estrenarlas.

Cuando Micah se aparta de los chiquillos, siguiendo mis pasos en dirección a los vestuarios, le insto a entrar en ellos con una palmada contra la espalda, entregándole una bolsa oscura con el nombre de una tienda.

—¿Qué es? —pregunta el muchacho, sin comprender.

—Póntelo. Te espero afuera. Más te vale haber desayunado porque hoy no tendrás excusa.

El día está fresco, pero es perfecto para calentar y entrenar un poco. Micah se reúne conmigo poco después, observándome con desconcierto. Pero ha obedecido mis indicaciones al menos y se ha librado de su ropa acostumbrada, apareciendo ante mí vestido con pantalones para correr y una camiseta deportiva de mangas largas. El conjunto es oscuro y discreto, aunque destiñe un poco con su cabello platinado, y determino que le hará falta una capucha:

—¡Mírate! —exclamo, empezando a dar vueltas a su alrededor— Vaya cambio. Nada mal, Whitey, nada mal. Así estás mucho mejor.

—¿Y esto? —dice él, algo abochornado, extendiendo las manos a sus costados.

—Necesitabas algo cómodo para entrenar, o no mejorarás nunca. No hay forma de que puedas moverte libremente en jeans tiesos y una sudadera ancha. Considéralo tu nuevo uniforme.

—¿Lo compraste?

—Lo que importa es que te sirve.

—Nevi... —se lamenta Micah, meneando la cabeza. Yo suelto una risa entre-dientes.

—Está bien, cierra la boca. Pagué por todo con mi propio dinero. Así que más te vale hacer que valga la pena —le advierto, agitando el índice frente a su nariz—. Ahora ven aquí.

Antes de que tenga tiempo de protestar, tomo su cabeza entre las manos, peinando un poco su cabello con los dedos para atrapar todos los mechones que le caen rebeldes sobre el rostro y le ato una cola de caballo a la parte posterior de la cabeza para despejarle el rostro.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora