19. Necrófago - Nikolas

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Nikolas - Philadelphia
Fábrica, Nov 20:00pm

Cuando me desperté, a eso de las una de la tarde, Nevi todavía dormía acurrucado, profundamente. Con solo un par de horas yo ya había descansado lo suficiente, así que me levanté.

En el área principal de la fábrica, los chiquillos jugaban como siempre, mientras que los muchachos mayores conversaban. Se me hizo extraño ver a Caleb de nuevo como tan sólo un chico. No podía sacarle la vuelta al hecho de que la bestia y el chiquillo fueran el mismo ser, pero era una idea a la que tendría que acostumbrarme tarde o temprano.

Así que, sin dar más vueltas a lo que había sido la noche anterior, me encaminé a mis asuntos y me dediqué a mi trabajo el resto de la tarde.

Con Caleb de regreso a su forma normal y sin la amenaza del plenilunio, todos parecían más en calma; en especial Nevi y Byron, quienes no despertaron hasta pasadas las cinco de la tarde. Caleb no parecía haber pegado ojo y tenía mejor aspecto que los dos juntos.

Poco después me informaron que planeaban ausentarse de la fábrica.

***

—Volveremos en un par de horas —dice Nevi, atándose el cabello a la nuca para después meter los brazos por las mangas de la chaqueta, preparándose para salir—. Solo vamos a comprar un par de cosas, pero es algo tarde y está muy helado como para sacar a los niños.

No hago ningún esfuerzo en fingir que le estoy escuchando. No sé por qué necesita informármelo. No es como si hubiese implícita en algún lado de esa conversación para mí la posibilidad de negarme a ser su niñera otra vez.

—Adiós —respondo, lijando un par de piezas que pronto serán un arma que ya tengo casi vendida a alguien.

—Nos llevamos a Caleb. Apenas ayer fue su transformación así que... Ya sabes, por las dudas.

—Uh-huh.

—Los chiquillos se quedan; pero está Micah, así que eres más como una niñera de apoyo.

—Claro.

—Intenta no incendiar el sitio ni provocar que nadie muera, ¿de acuerdo?

—Lo intentaré.

—Buen chico —bosteza Nevi, como si no hubiese dormido ya lo suficiente—. ¿Quieres que te traiga algo?

—Lo que quiero, Nevi-cariño, es que te largues de aquí y me dejes trabajar.

Lo último que escucho antes de que se marche es un bufido, y poco después escucho puertas y luego el sonido de la camioneta alejándose sobre el camino terroso que conduce a la autopista.

 Nos hemos quedado otra vez solos los chiquillos albinos, la niña y yo.

Mientras trabajo, sentado a mi escritorio, siento pesados los párpados otra vez. Dormí bastante menos que Nevi pese a haber pasado una cantidad similar de horas despierto. De pronto las piezas de hierro sobre el mesón empiezan a volverse pesadas en mis manos, y fluctúan en nitidez de forma intermitente ante mis ojos. De manera que mi tarea de lijar bordes se ve entorpecida por la debilidad y torpeza de mis dedos y mi corta visión.

No sé en qué momento me acomodé sobre el mesón y cerré los ojos, pero para cuando me doy cuenta, me despierta el vaivén proveniente de una suave pero insistente sacudida sobre uno de mis hombros.

Cuando abro los ojos, me encuentro con otro par de ellos, grandes y marrones, demasiado cerca, enmarcado de mechones rubios. Levanto la cabeza, apenas lo bastante despierto para reconocer ese rostro. La chiquilla me observa sin decir nada por algunos instantes.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora