23. Últimos Arreglos II - Nikolas

198 52 15
                                    

Nikolas - Philadelphia
Fábrica, Dic 11:50am

"Hit the road, Jack."

—Nee, tengo que irme pronto...

"Don't you come back no more..."

***

Todo está en silencio cuando me despierto. La habitación está tan oscura como siempre y siento que ya no estoy en el suelo frío, donde estoy bastante seguro de haber quedado inconsciente durante la madrugada.

Aún dormido, sin embargo, podía sentir contra las sienes un dolor pulsante; lo que imagino que fue lo que me hizo despertar. Aquello... y la estúpida cancioncita de la noche anterior, que por algún motivo todavía resuena en mi cabeza como si la radio no hubiese sido destrozada por Nevi de un botellazo hasta quedar inservible. Hasta ahí llega mi memoria de la noche anterior, pero conforme espabilo y me incorporo, voy recordando otras cosas.

Lo primero que noto cuando todos mis sentidos se encuentran en alerta, es que estoy solo.

Y entonces viene a mí otro recuerdo, en la forma de un fragmento borroso.

"—¿Cuando?"

—Pronto..."

En el momento en que me yergo de golpe, todo me da vueltas, y siento el estómago tan revuelto que tengo que hacer esfuerzos para no devolver todo lo que bebí la noche anterior.

Lo primero que hago al levantarme, ignorando los síntomas de la resaca, es salir de la habitación y empezar a caminar sin un rumbo claro. Todos los demás ya están en pie cuando aparezco en la estancia principal, y me arrojan miradas interrogatorias. No es como si de normal mi aspecto no fuera desastroso, pero aún así, algo en mí parece llamar su atención más de lo usual.

Faltan Nevi y Micah, e imagino que estarán entrenando afuera. Mis pasos me llevan hasta el patio antes de que me de cuenta de a donde me dirigen.

Pero una vez allí sólo encuentro al muchacho albino, sentado en soledad contra la pared, con una mirada ausente puesta en el horizonte que es la ciudad borrosa por la bruma matutina.

No tarda en advertirme y me escruta detenidamente con sus extraños ojos violáceos:

—Señor Gustav.

Hago una mueca.

—No es necesario que sigas llamándome así —gruño con mayor aspereza de la que pretendía. Aquello parece desalentarlo, y le hace bajar la vista—. Pensaba que os encontraría entrenando.

—Nevi se ha ido —me suelta sin más.

Oírlo provoca que me quede de piedra unos instantes, antes de poder reaccionar con una lenta cabeceada, todavía sin mirar al chico a la cara. 

Fijo la vista en el mismo punto donde antes reposaba la suya, allá en la ciudad.

—Ya veo.

Mi espalda encuentra apoyo contra la pared y me deslizo en descenso por ella hasta quedar sentado junto al chiquillo. En mi nueva posición ya no parece tan intimidado por mí y me examina con curiosidad; pero apenas le presto atención.

Se ha ido. Ese maldito idiota... Por supuesto. Me lo dijo antes de dormirse; pero es hasta ahora que lo puedo recordar claramente.

No es nada fuera de lo ordinario, a decir verdad. Nevi siempre ha ido y venido como le da la gana. A veces se queda, y luego vuelve a desaparecer luego de poco tiempo. Todos estos años han sido como cuidar de un gato callejero que aparece de vez en cuando, pero sin tener nunca la certeza de que regresará la próxima vez.

Ningún gato tiene realmente siete vidas. Y Nevi... mucho menos.

Solía fastidiarme el que me arrancara de mis ocupaciones todo el tiempo sólo para despedirse, como si fuese necesario que me lo informara. Pero el que esta vez no lo haya hecho...

—¿Qué haces aquí afuera? Pensaba que te había dejado durmiendo, demonios. Tienes unas ojeras terribles.

Paso de tener una vista del suelo terroso, a las viejas botas militares negras de Nevi en un instante, y cuando levanto la vista el sol me ciega. Me obliga a entrecerrar los ojos, pero distingo su silueta, con los brazos en jarras. Hago una visera con mi palma sobre mis ojos para poder mirarlo.

—Y yo pensaba que te habías largado ya.

Arrojo un vistazo al chiquillo, y este pasa de verme a mí a mirar a Nevi, con una mueca confusa. Nevi me mira con cierto reproche. Parece inquieto...

—Tenía... un par de asuntos que arreglar.

—¿Irte? —inquiere Micah, de pronto—... ¡¿A dónde?!

Nevi se torna serio. De manera que aún no se lo ha dicho... Todo tiene sentido ahora.

—Antes que todo, necesito que vengas conmigo, Whitey.

—¿A... dónde vamos?

—Solo camina. No quiero arruinar la sorpresa —se ríe Nevi, sin ánimos.

Tendiéndole una mano a Micah, le ayuda a levantarse

—Dile a Copo de Nieve que te espere aquí y que regresarás en nada.

El muchacho duda varias veces sobre la marcha, momentos en que se gira hacia Nevi con los labios en el afán de decir algo que nunca llega a salir de ellos, antes de que desaparezca en los adentros de la fábrica.

La mano de Nevi aparece luego frente mí, cuando me la extiende para ayudar a ponerme de pie también:

—¿Has comido algo? Tengo hambre. Cuando vuelva, quizá podríamos...

—¿Te llevas a los mocosos contigo? —lo corto de golpe.

Nevi cesa de hablar y me observa inmóvil por algunos instantes.  En ese espacio de tiempo acepto el brazo que me ofrece,  y él tira por reflejo, ayudando a erguirme frente a él, tras lo cual me sacudo los jeans del polvo del suelo.

Para entonces ya parece haberse compuesto lo suficiente, y luce algo dolido por mi afronta.

—Lo prometido es deuda, ¿no? Te dije que eventualmente lo haría. Les he encontrado un sitio.

Lo observo con incredulidad y las cejas en alto.

—Vaya. Hablabas en serio. ¿A dónde pretendes ir a deshacerte de ellos?

Su rostro se frunce de disgusto con el término que he elegido, a sabiendas de que esa sería su reacción.

—Hay una anciana que vive no muy lejos de aquí y que tiene en renta un cuarto pequeño a un precio excelente. Estará bien para los dos solos. Incluso ofrece la pensión completa; sólo pide inquilinos que no hagan mucho desorden.

Lo examino, entornando los ojos.

—¿Y... cómo piensas costear eso?

Nevi menea la cabeza con una sonrisa, y exhala un bufido poniendo los ojos en blanco:

—¿A qué vienen tantas preguntas? Parece que creyeras que iba a pedirte dinero o algo por el estilo.

—Lo sé. Increíble, viniendo de ti, ¿huh? —ironizo, y no parece que le haga mucha gracia.

—Pues no esta vez; no te preocupes por eso.  Ya me he encargado. Ahora ando un poco corto de tiempo, pero si todo va bien te contaré en cuanto regresemos.

Decido no indagar más en el tema y me encojo de hombros para indicarle que puede hacer lo que quiera. Damos así por zanjada la conversación, y el momento en que Nevi empieza a caminar en dirección a la fábrica, yo lo sigo en silencio.

 Tengo la sensación de que este lugar va a sentirse tan solitario como antes dentro de muy poco...

Al fin y al cabo, así es como han sido las cosas siempre. Así es como tiene que ser.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora