21. Diferencia de opiniones - Byron

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Byron - Philadelphia
Fábrica, Dic 21:55pm

Me ducho, y como siempre el agua y el suelo sucio que los niños tanto esfuerzo hicieron por limpiar me hacen echar de menos las duchas calientes de los moteles en los que me alojaba hasta ahora. Me froto la cabeza rápidamente bajo el agua para hacer desaparecer el polvo y la mugre en el menor tiempo posible para no congelarme, y cuando termino, salgo de debajo de esta y me envuelvo en una toalla. Mientras me seco, no dejo de darle vueltas a lo ocurrido: un necrófago se ha colado en la fábrica.

Ninguno de nosotros podría haber predicho que el cadáver del neófito que Nikolas tanto se empeñaba en conservar —sigo sin comprender para qué exactamente— hubiera podido llegar a atraer a un necrófago hasta aquí, y mucho menos que justamente coincidiera con uno de los pocos momentos en los que ni Nevi ni yo estuviéramos. Ni tampoco Caleb, aunque quizá eso fuera algo bueno, pues puede que su buena intención le hiciera enfrentarse a la criatura y acabase herido, desencadenando una tragedia aún mayor. Por suerte, Micah pudo contenerlo el tiempo suficiente hasta que llegamos. Creo que nunca he conducido más rápido en mi vida.

Me abrocho los vaqueros y me ato las botas, tras lo cual me pongo de pie y tomo la camiseta del banco en el que suelo dejarla. La recojo y paso los brazos por las mangas, pero antes de terminar de ponérmela, me quedo parado viendo mi reflejo en el espejo. Los rastros del cansancio de anoche son mínimos gracias a las abundantes horas de sueño y a dos vasos grandes de café. Sin embargo, mi rostro se ve diferente por algún motivo. Mi barba, que normalmente apenas me molesto en arreglar, luce más perfilada que de costumbre; las marcas de ojeras que solían acompañarme producto de noches de tres a cuatro horas y largos viajes en coche han disminuido, y mis mejillas han recuperado algo de carne y color, haciéndome parecer más joven que hace unos meses. Me pregunto si será debido a que ahora duermo más, como mejor o que vuelvo a tener compañía.

Sacudo la cabeza, borrando esos pensamientos, termino de ponerme la camiseta y salgo del baño.

Cuando regreso a la estancia principal, los hermanos albinos ya están acostados. No hay signos de Caleb, por lo que deduzco que habrá ido a la chatarrería; ya que a él no le hace falta apenas dormir, suele pasar allí la mayoría de noches, trayendo diferentes objetos que encuentra y que piensa que nos serían de utilidad: desde electrodomésticos estropeados que más tarde yo reparo o piezas electrónicas que Nikolas utiliza para sus inventos hasta maderas que utiliza para tapiar los agujeros en las paredes y tejados del edificio. Nevi tampoco está, pero no es de extrañar; seguramente esté con Nikolas, hablando o fumando. La única que está despierta, y al parecer esperándome, es Cassie.

Está sentada sobre el colchón, y cuando me ve aparecer me contempla, instándome a que vaya con ella. Tampoco tengo opción, ya que compartimos colchón. Conforme me acerco a ella, veo que tiene unos papeles en la mano, y no es hasta que me siento a su lado que ella me los enseña. Son hojas de periódico en cuyos márgenes hay dibujados varios símbolos en lápiz. Los reconozco enseguida: son los símbolos que le he ido enseñando a lo largo de los días. Y los ha dibujado ella.

— Pentagrama, pentagrama invertido, marca de Caín... — Cassie los va señalando con el dedo en orden. En la otra mano, todavía tiene el lápiz con los que los ha trazado. — Triqueta, marca de Segador, símbolo antiposesión – termina.

Me sorprende bastante, pues no ha cometido ni un error tanto en el dibujo como en la identificación de cada uno. Se ve que ha hecho los deberes.

— Muy bien – la alabo. — Sobresaliente.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora