62. Misión fallida I - Micah

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Micah – Philadelphia
Club Euphoria, Dic 03:50am

Entre risas y charlas, el tiempo se me pasa volando, y solo me percato de ello cuando Iseth sugiere otra ronda de tragos.

Sin embargo, basta que aparte la mirada de ella —lo cual me he visto sencillamente incapaz de hacer desde hace lo que perfectamente pueden haber sido horas—, y la dirija a la barra, para que me dé cuenta de por qué no he sentido pasar el tiempo; pues los tres vasos vacíos que reposan frente a mí se convierten de pronto en seis y empiezan a dar vueltas de una forma extraña.

—¿No se te habrán subido, o sí? —se ríe ella, y su risa me suscita otra. Es clara y hermosa, como el sonido de agua contra cristal.

Niego con la cabeza. Craso error, pues la imagen frente a mis ojos se distorsiona todavía más. Todo gira; nada se queda en su sitio... Pero ella permanece fija frente a mí, observándome desde sus ojos como pozos.

—Tus amigos... no aparecieron —comenta.

Ceso de sonreír. ¡Es cierto!

Echo un vistazo nervioso por los alrededores, y es justo entonces, como si lo hubiese invocado con la mente, que distingo a Byron, a lo lejos.

Parece que me busca también, y en cuanto nuestras miradas se interceptan, aunque no puedo ver su expresión, sé que me ha visto porque me hace un gesto, con el cual me indica la dirección en que sé que se encuentra la puerta para que nos reunamos afuera.

—Mierda... —silabeo, y cuando recuerdo que no estoy solo, ruego porque Iseth no me haya oído.

—Creo que te llaman. Es una pena... —Un ligero peso sobre el antebrazo me hace bajar la vista y encuentro su fina mano anillada sobre mí. Sus dedos empiezan a trazar caminos suaves sobre mi piel, disparándome extrañas corrientes que viajan hasta mi hombro y luego por todo mi torso, con un curioso escalofrío—. Porque estaba a punto de pedirte que me acompañases el resto de la noche. Quizá... a un lugar más tranquilo.

La observo sin entender, en espera de que se explique, pero no lo hace. ¿A dónde pretende ir tan tarde en la noche? Dudo que haya otro sitio abierto, salvo otros clubes, y desde luego que ninguno será tranquilo.

Pero no me importa. Quiero decirle que sí; que no me molestaría acompañarla toda la noche, a donde quiera ir, pero... a mi pesar, no tengo más opción que declinar su ofrecimiento:

—Lo siento —musito, incapaz de mirarla.

—... ¿Huh? —Parece que no me ha oído. Su mano se detiene de golpe sobre mi brazo.

—Lo siento, no puedo acompañarte —repito y añado, y cuando levanto la vista, la encuentro con expresión atónita.

—¿Por qué? —pide saber en un hilo de voz, su ceño torcido de forma extraña.

Temo haberla ofendido, y me apresuro a explicarme, con el riesgo a que Byron se canse de esperar, venga a buscarme y se dé cuenta de que durante toda la noche ni siquiera me he acordado de la misión en la que tanto insistí en participar y por la que tanto luché porque me dejaran —incluyendo la paliza que me dio Nevi, y a costa de enemistarme con él—, y en cambio me he estado embriagando con una muchacha.

—Me he divertido mucho contigo, pero... En este momento realmente debería estar en otro lugar. Lo siento muchísimo.

Su expresión se suaviza levemente, pero sus labios continúan ceñidos en una mueca tensa.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora