4. Clase paranormal - Micah

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Micah - Philladelphia
Fábrica, 01:40pm

Nevi viene a mi lado con cara de pocos amigos. No sé si se deba al hecho de que apenas ahora cae en cuenta de la estupidez que hice la noche anterior, o a otra cosa. Como sea, me paralizo sin quitarle la vista, en espera de oír qué tiene para decirme. Sin embargo, se detiene a unos metros de mí, en silencio y después empieza a caminar en dirección al exterior, haciéndome una seña para que lo siga. Yo obedezco sin rechistar.

Afuera, el sol brilla pese a que hace frío. Estamos en nuestro lugar acostumbrado de entrenamiento y lo primero que pienso es que ahora que el vampiro ya no está, nuestra rutina volverá a ser la de antes.

—No creas que he olvidado la idiotez que cometiste —me recuerda Nevi, en cuanto nos encontramos a solas afuera—. Desobedeciste mis órdenes y corriste un riesgo que podría haberte costado la vida, o cuando menos un brazo.

—Si no lo hubiera hecho... —intento justificarme, pero corta mi frase a la mitad, erigiendo el índice frente a mi rostro.

—Regla número tres. Y si no hubiese resultado, Micah, ahora estarías muerto —asevera—. ¿Qué hubiese pasado con Abel?

Todo lo que tenía pensado usar en mi defensa se evapora en mis pensamientos cuando aparece en ellos el rostro de mi pequeño hermano.

—Lo sé... Yo solo... —No encuentro las palabras. Es algo en lo que pensé en algún momento, pero de una forma demasiado fugaz como para tomarle el peso—. Lo siento.

Nevi me observa en silencio por algunos instantes, con los labios en una línea tensa. Parece meditar sobre algo durante unos segundos, antes de rearmarse para hablar:

—La lección de hoy será una mitad teórica —declara, empezando a pasearse frente a mí con las manos a la espalda—. Vampiros. ¿Qué sabes de ellos?

Su pregunta me atrapa con la guardia baja y me hace tambalearme sobre los talones, pero me compongo rápidamente e intento hacer memoria. Todos los cuentos que escuché en mi infancia... Algo han de tener de ciertos.

—Criaturas nocturnas. La luz del sol les hace daño. También el agua bendita. Su mordisco puede convertirte en uno de ellos.

—Parcialmente cierto —disiente el, sin detenerse, levantando con un índice en alto—. Hasta el agua bendita, bien. Pero su mordida no es suficiente. También tienes que beber la sangre de un vampiro para convertirte en uno. Es su regalo a partir de tu ofrenda. No cualquiera puede ser un vampiro. Al igual que como sucede con los tratos con demonios poderosos, ellos deben elegirte. Y te eligen según la forma en que puedas servirles.

—Ya veo... —Es algo que no sabía. De manera que sus miembros no son personas elegidas al azar...

—¿Imaginas cómo pelear contra uno? —pregunta Nevi, empezando otra vez a dar vueltas a mi alrededor. Parece un ave de rapiña. No me quita la mirada de encima, pero procuro no mirarlo para así concentrarme.

—Con una estaca y agua bendita...

—Así es como se derrota a uno. Olvidaste la parte más importante.

En el momento en que dice esto, su voz suena a mis espaldas; demasiado cerca. 

Nada me hubiese preparado para el momento en que siento sus brazos alrededor de mi torso. Nevi cierra el agarre atenazando su muñeca con la otra mano frente a mi pecho y luego siento la descarga de fuerza sobre las costillas. Es corta y breve, pero dolorosa y me hace doblarme sobre mí mismo, jadear y soltar todo el aire, encorvado sobre el piso cuando me suelta.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora