Nevi - Philadelphia
Colegio abandonado, 23:10Apenas pisar el concreto del exterior, un gruñido rompe el silencio de la noche a nuestras espaldas. Al frente, Nee apunta y dispara. Como es obvio, no puedo ver el proyectil, pero lo oigo sisear antes de impactar su objetivo y percibo los piquetes de la lluvia de sal contra el cuello y el rostro. El gruñido del necrófago se corta de pronto, y es remplazado por el sonido de un cuerpo golpeando y rodando por el piso. Otro gruñido, otro disparo, y otro cuerpo al suelo. Micah abate a un tercer necrófago por su costado, y yo me agacho para evitar el placaje de un cuarto que cae a mis pies y que cesa de moverse cuando Nikolas suelta otro disparo. Micah y yo aprovechamos ese tiempo muy fugaz de respiro para apurar la carrera y llegar junto a él, y nos detenemos los dos a la vez con una media vuelta sobre los talones, quedando los tres de cara al panorama siniestro del otro lado del patio.
En la puerta del colegio se aglomera una marea de cuerpos putrefactos. Quedan trabados allí por un momento, luchando entre ellos y atropellándose entre sí para salir, y luego emergen disparados al exterior producto de la fuerza de la presión como el pus de un absceso.
De pronto hay ante nosotros una horda no menos numerosa de necrófagos que la que recuerdo haber visto el primer día, a pesar de que Micah y yo nos deshicimos por el camino de una cantidad considerable de ellos.
Micah respira a bocanadas por entre labios trémulos, agazapado y listo para responder al ataque. Dentro del círculo de sal intacto, Nee se halla inamovible y con expresión hermética, como siempre, con el arma preparada. En cuanto a mí... ruego en mi fuero interno por poder terminar esta noche con un número de necrófagos reducido a cero, y la misma cantidad de integrantes en mi equipo que al comienzo de la misión.
Adelante, del otro lado del árbol en el centro del patio, las fieras se debaten irresolutas —tan recelosas quizá de lanzarse al ataque como lo estamos nosotros—, abriéndose desde la puerta en un amplio semicírculo que comienza a cerrarse, a punto de sitiarnos sin dejarnos escapatoria.
—Muy bien —digo a mis compañeros, afianzando mis armas—, este es el plan-...
Un coro de disparos restalla en la noche, acallándome de golpe. Miro a Nee con incredulidad y este me ignora. Recarga, apunta y vuelve a disparar. Y la oleada enardecida de necrófagos se precipita en pos de nosotros sin dejarnos tiempo de seguir dudando.
Micah pide mi venia con un vistazo nervioso. Yo se la doy con una cabeceada, rodando las pupilas, y nos lanzamos al ataque para repeler la oleada en primera línea, mientras que Nikolas mantiene su posición en la retaguardia, desde donde continúa disparando.
El patio del colegio se convierte así en un brutal campo de batalla, saturado de polvo, sangre y sal, colmado de disparos, gruñidos y el graznido de cuchillos.
Durante la ardorosa batalla dispongo de lapsos cortos para verificar cómo le está yendo a Micah; mas me es imposible determinar si necesita mi ayuda en lo que batallo por mi propia cuenta. Como mucho me alcanzan para corroborar que sigue en pie.
Nikolas luce poco afectado por la amenaza de las fieras a su alrededor, buscando cómo abrirse paso al interior de círculo. Estas continúan rodeándonos como hienas, prestas para abalanzarse tan pronto como sus compañeros van cayendo a nuestro alrededor.
A través de la nube asfixiante de tierra, pólvora y sal que cae sobre nosotros, aunado al frenesí de la pelea y a la escabrosa visión de los rostros disformes acometiéndome desde cada dirección posible, me es imposible saber cuántos más nos faltan; ni siquiera llevo una cuenta de los que he matado hasta ahora, y tampoco sé si Micah me lleva la delantera o una trágica desventaja.
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HUNTERS ~ vol.2
ParanormalHabiéndose revelado sus respectivos pasados, Byron y Nevi consolidan su alianza. Sin embargo, el plenilunio se acerca, y la situación de Caleb no augura nada bueno. Por otro lado, ambos cazadores saben que no podrán quedarse en Philadelphia para sie...