46. Roommates - Caleb

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Caleb - Pennsburg, PA
Casa de Bob, Ene. 00:50am

Cuando Micah viene corriendo a contarme sobre lo sucedido con Nevi, durante un primer impulso estoy tentado de echarme a la carrera detrás de él; pero al último momento me bloqueo en mi sitio, pensando friamente: seguramente tenga algo que ver con Nikolas, y después de todo lo ocurrido durante el día de hoy, no sé si mi compañía sería lo más beneficioso para Nevi, especialmente si ya echó de su lado a Cassie de tan malas maneras como me dijo y también rechazó la de Micah.

Además, estoy seguro de que mi presencia es más necesaria en otra parte.

Dejo a Micah solo con Abel, el cual parece haber recuperado parte del ánimo al estar cerca de su hermano, y echo a andar hacia las escaleras que llevan al piso de arriba. No necesito un oído lupino para escuchar los sollozos provenientes del cuarto del fondo, aquel que comparto con ella, más concretamente de un bulto tapado con el edredón sobre la litera superior que me encuentro en cuanto cruzo la puerta y enciendo la luz.

Golpeo con los nudillos sobre la madera del somier, no muy seguro de que me haya oído llegar.

Tok, tok —anuncio conforme lo hago.

Los sollozos cesan al instante y escucho cómo se sorbe la nariz.

—¿Qué haces aquí? —La voz que proviene de debajo de las mantas suena ajada y gangosa.

—Duermo aquí.

—Mentira, tú no duermes — replica ella con altivez, pero incluso desde debajo de la sábanas se escucha teñida de llanto.

Esbozo una sonrisa.

—Pero también es mi cuarto — respondo. Espero una respuesta por su parte, pero no recibo ninguna, intuyo que porque no tiene con qué rebatir. — ¿Estás bien? — pregunto en cambio.

—Perfectamente — miente.

—¿Seguro? — insisto. Sé que es muy orgullosa. — ¿No quieres hablar de nada? ¿Ni de nadie?

—No — espeta. — Vete.

Suelto un suspiro, pero entonces recuerdo algo: las veces que Byron logró consolarla, no fue atosigándola, sino dejando que fuera ella la que se acercara a él, pero siempre dándole esa opción de manera evidente. Así que, en ausencia de él, decido seguir su ejemplo, aunque quizás de manera poco sutil.

 —Voy a tumbarme en la litera de abajo, ¿vale?

Cassie no responde, así que procedo a agacharme para introducirme por el hueco entre ambas camas, estirándome sobre el colchón cuan largo soy, pasando las manos por debajo de mi cabeza sobre la almohada y perdiendo la vista entre las gritas de las lamas de madera de la litera de arriba. 

No recuerdo la última vez que me tumbé en una cama. ¿Quizás fuera en mi casa? Los primeros días en la fábrica, cuando todavía dormía más, no teníamos colchones todavía y dormí en el suelo sobre mi propia sudadera. Y luego, cuando vinieron Byron y Cassie, ya prácticamente no dormía, y lo máximo que hacía era sentarme en el sofá. Si había alguna noche en la que no estaba vigilando, errando sin rumbo por la fábrica o encerrado, me la pasaba comiendo o viendo la tele. Pero creo... que nunca llegué a tumbarme.

—Es curioso — expreso en voz alta, en aras de empezar una conversación -o un monólogo, depende de cómo me salga la jugada- para hacerla olvidarse un poco del motivo de su malestar.— Es la primera vez que me tumbo sobre un colchón desde que dejé mi casa.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora