53. Hipocresía - Nikolas

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Nikolas - Pennsburg, PA
Carretera, Ene 22:00pm

La mano áspera que se mueve ahora en caricias afectuosas por mi pecho, es la misma mano que la noche anterior arrancó la botella de las mías en un arranque de furia y la lanzó a la autopista... La misma con la que, de haber tenido los huevos, hubiese cumplido su amenaza cuando dijo que podría matarme, solos allí, en medio de aquella misma carretera poco transitada...

Y mi objetivo hoy, apenas un día después del incidente, es el mismo que el de ayer.

—No creí que me perdonarías tan fácil —ronronea sobre mi hombro y lo besa con una ternura ridícula—. Menos aún me esperaba que fueras tú quien llamara... Debí hacerlo yo. Fui un idiota contigo ayer, ¿verdad? Lo siento Nikki...

Dicho aquello me tercia su pesado brazo sobre el torso y me besa nuevamente, esta vez en la mejilla, dejándome una impresión húmeda. Desearía poder responderle que se puede ir al carajo...

«Hazlo».

Aún no...

Aunque... tengo la sospecha de que me perdonará, haga lo que haga. Y yo fingiré perdonarlo, haga lo que él haga... Pero no puedo arriesgarme todavía.

No todavía. Aún no...

Despego la vista del techo del auto, en donde se ha quedado clavada hace tanto tiempo que, en algún momento, las motas de suciedad en el vinilo amarillento y viejo que reviste el interior del coche comenzaron a desenfocarse. Parpadeo —los ojos me arden y se me humedecen; señal de que también había dejado de pestañear— y llevo la vista a Chad en la oscuridad.

—Unas flores... o unos bombones... hubiesen sido algo lindo —lo molesto, doblando con dificultad mi brazo sobre el que descansa, para luego llevar la mano a su cabeza, enredar mis dedos en su pelo y deslizarlos por sus raíces.

Me resulta extraño hacerlo... pues se ha cortado el cabello.

—Chocolates. Soy alérgico a las flores. Te los traeré la próxima vez —promete.

Es curioso... Se ve mejor ahora. También luce como si se lo hubiera lavado hace solo unas horas, y su cuerpo no expele ese aroma asqueroso a carne putrefacta. Incluso me pareció que antes —del sudor, la saliva y otros fluidos corporales— olía un poco a jabón y a desodorante.

No hizo la experiencia placentera; nada podría hacerlo desde que perdí cualquier clase de interés en él y empecé a aborrecer la sola visión de su odiosa cara; pero... tengo que admitir que hizo el asunto algo menos desagradable. Y ahora al menos no siento las náuseas que me provocaba su olor, aun pese a lo apretados que estamos en el asiento trasero del auto.

Por otro lado... ¿es idea mía, o se tomó un poco más de tiempo en el preámbulo que de costumbre?

Desearía no notar esa clase de cosas... mas al parecer no estoy todavía tan insensibilizado como creía.

—Oye, Nikki... —Hace una pausa antes de hablar y me contempla desde sus ojos color verde sucio con el remordimiento de un niño arrepentido—. ¿Cómo... llegaste a casa luego? ¿Caminaste?

—Autostop —miento. No es una opción decirle que un licántropo me cargó en brazos... y menos aún lo es el decirle que el tipo del que en algún punto comenzó a sentir esos celos enfermizos fue quien me llevó a la cama. Y lo que pasó después...

—¿Y te llevaron así como así? —Chad levanta una ceja—. Los campesinos de por aquí son desconfiados. A menos... que les hayas dado algo a cambio. —Lo dice de forma tentativa, como si fuera una broma, pero su tono es acartonado y la voz le aflora por entre los dientes casi juntos en algo que parece una sonrisa pero no carga humor en absoluto.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora