22. Después - Micah

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Micah - Philadelphia
Fábrica, Ene.

Dos horas antes - 02:45

—Un puto desperdicio de tiempo... Yo podría haberlo hecho.

—Tu mano derecha está hecha mierda. ¿Cómo pretendías hacerlo?

—Podría hacerlo mejor con una sola mano y ciego de un ojo.

Sentado en la sala de espera en el área de emergencias del hospital, casi a punto de dormirme debido al cansancio, levanto de golpe el rostro al oír la exclamación de Nikolas al final del pasillo.

Distingo su silueta alta y delgada avanzar a zancadas en lo que Nevi intenta seguirle el paso. Salto de mi asiento y los alcanzo a mitad de camino.

—¿Cómo estás? —pregunto a Nikolas.

Este levanta la mano afectada frente a mi rostro. Está vendada por completo, dejando nada más que tres dedos libres; medio, índice y pulgar. Nikolas los mueve y me dirige una sonrisa tensa y sin rastro de humor, la cual no llega a sus ojos cansados.

—Nunca mejor, cariño. —Después se dirige a Nevi—. ¿Y bien? ¿Cuántas pijas tuviste que chupar en el callejón de aquí al lado para poder pagar esto?

Antes de que Nevi replique a su acusación, con expresión tal que me indica que su tono no será el más discreto, aún cuando ya tenemos la atención de todo el resto de los pacientes en la sala de espera, doy un paso al frente:

—Yo... he pagado todo.

Este me observa con las cejas enarcadas, completamente mudo por unos instantes.

—... ¿Ah, sí?

—Tengo algunos ahorros, del tiempo que llevo trabajando. No es mucho, pero... esto era una emergencia.

Nevi y Nikolas se arrojan una mirada entre sí. Percibo cierto aire orgulloso en Nevi, en cuanto a Nee, parece deferente.

—O sea que estoy en deuda contigo —dibuja una media sonrisa—. ¿Cómo podré retribuírtelo?

—Con dinero —interviene Nevi, con impaciencia.

—Oh... no. No tienes que pagarme nada —sacudo levemente la cabeza y levanto las manos.

—Pero has salvado mi vida, y ahora esto —insiste él, y rodea mis hombros con uno de sus largos brazos, conforme me conduce afuera.

Echo un vistazo a Nevi por encima de nuestros hombros, pidiendo auxilio, y veo que pone los ojos en blanco antes de caminar para seguirnos.

—En verdad, no me debes nada —le digo, una vez estamos afuera, en la intemperie—. Tú me has ayudado a mí muchas veces. Y... también has salvado mi vida una vez. —Echo un vistazo a Nevi, recordando lo que él me contó. Lo que pasó en Año Nuevo—. Es lo menos que puedo hacer.

Nikolas me deja ir y exhala un resoplido:

—Eres tan modesto... —Parece desanimado al decirlo—. En fin, no desaprovechemos esa racha de dadivosidad y consíguenos un Uber.

—Déjalo tranquilo —dice Nevi, y saca su teléfono móvil—. Los dos ya han hecho mucho por hoy. Yo me encargo del Uber.

—Y aquí tenemos a otro flagrante ejemplo de generosidad... —ironiza Nee, y Nevi hace un chasqueo irritado con la boca—. ¿Nunca te cansas de dar?

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora