42. El secreto de Abel II - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Bar & Grill, Ene. 16:40pm

Me apresuro en responder, rogando que no se trate de nada urgente:

—Clementine, más te vale que sea-...

Necesitamos a Micah —dice la niña del otro lado, disparando mis alertas.

—... ¿Ocurrió algo?

Aby se ha encerrado en el cobertizo hace horas y no quiere salir. ¡Tienen que venir! Temo que vaya a picarlo una araña o lo muerda una serpiente.

Dejo salir un bufido agobiado. No es de vida o muerte... Tampoco una emergencia, pero sospecho que a Micah no le hará gracia que no se lo cuente.

—¿Caleb no puede hacer nada?

—Podría arrancar la puerta si quisiera. ¡Es Caleb! Pero... ¿y si se asusta más con eso?

—De acuerdo... Bien, dile a Nee que...

Nee se fue. Estamos solos con Aby y Caleb. Tengo una llamada perdida de Byron; debió llamar cuando estaba con Abel, ¡pero ahora no me responde y-...!

—Espera, espera, espera... ¿Cómo que Nee se fue? ¡¿A dónde?!

—¿Cómo quieres que lo sepa? No nos dijo nada. Un auto viejo y sucio aparcó afuera; lo conducía un hombre con pinta de gorila y Nee se fue con él.

Siento parte de la sangre drenarse de mi rostro.

—Pero qué hijo de-... —Doy un resoplido y miro alrededor en busca de testigos, pero no hay moros en la costa.

En un solo movimiento arranco la billetera del bolsillo trasero del hombre sentado a mi lado en la barra y encuentro allí dos billetes de veinte y uno de cien, el cual estoy a punto de tomar.

Micah se da cuenta y me observa como si le fuera a dar un síncope; haciéndome gestos para disuadirme, así que al último instante, movido por sus ruegos, agarro los dos de veinte y dejo el de cien, para luego tirar la billetera al piso, junto al taburete del hombre al que se la birlé.

Con ella pago al bartender nuestra comida y la cerveza:

—Vamos en camino. ¿Pizza o comida china?

—¡¿Huh?! —duda la niña.

—Tres segundos, Casiopea. Tres... dos...

—¡Oh-...! Uh-... ¡Pizza!

Corto al acto la llamada, arranco el bolígrafo del bolsillo delantero de la camarera que pasa frente a mí, quien ni siquiera se da cuenta y anoto en una servilleta mi número telefónico, dejándola junto a la cerveza, con una indicación al bartender:

—Llévasela a la dama, por favor. Quédate con todo el cambio. Vamos, Micah —le urjo, agarrándolo de un brazo, y antes de alejarnos de la barra toco el hombro del sujeto a mi lado y le señalo la cartera en el piso—. Creo que tiraste tu billetera.

Este se baja de su taburete y se agacha para recogerla:

—Oh... ¡gracias, amigo!

—¡Nevi-...! —chilla Micah, por lo bajo, pero ya estamos saliendo por la puerta del bar camino al auto, listos para volar de allí antes de que el sujeto se dé cuenta.

****

Carretera - 17:10pm

Una hora después, con dos pizzas familiares en el asiento trasero, las que compramos por el camino, Micah y yo salimos a toda velocidad de la ciudad camino de regreso a la casa de Bob.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora