5. El valor de Spike - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Fabrica abandonada, Nov. 03:40am

De pie y recostado contra una de las paredes de la fábrica, mirando hacia el exterior, allá donde la oscuridad devora el terreno baldío que conduce a la chatarrería que los chicos encontraron hace unos días, hago acopio de todo mi valor para ir en busca de Caleb. 

Tal y cómo se había acordado, le permitimos descansar un día antes de atosigarlo con algo que él debe saber ya mejor que ninguno de nosotros: que el plenilunio se acerca.

Lo que el muchacho no sabe es cual es la solución tan poco ortodoxa a la cual hemos llegado como medida para afrontar su transformación, y es preciso que le pongamos al tanto cuanto antes de ella, para que vaya haciéndose a la idea, porque no es tarea fácil. 

Y el deber de decírselo, como no podía ser de otra manera, ha recaído sobre mí.

Nee y Byron esperan dentro a que regrese con el muchacho para poder comunicarle nuestro veredicto, y sé que como tardé mucho más, vendrán a ver qué pasa, sólo para descubrir que aún no he reunido el valor suficiente para hacerlo.

Después de apagar el cigarrillo contra la pared y tirar la colilla al suelo, echo a andar en dirección a la chatarrería para buscar al chico. 

El camino pasa del amplio terreno llano y terroso que circunda la fábrica a una larga senda de hierba pisoteada y marchita, por donde los chiquillos se han abierto paso cada día para ir a jugar, ceñida de vegetación que crece tan alta como una persona de mi estatura, alimentada por el río que pasa cerca.

Conforme avanzo, la oscuridad es más aplastante. Pronto empiezo a sentir bajo los pies el relieve duro de piezas de metal y hierro desperdigadas, tornillos, tapas de botella y toda clase de desperdicios pequeños regados allí a lo largo del tiempo. La hierba desaparece a mis costados y empiezo a distinguir bordes angulosos de piezas abandonadas de todo tipo de restos de metal de distintos orígenes recortados en la luz tenue de la que pronto será la silueta de una luna llena. Esta brilla gibosa en el cielo, a más de medio camino de completar su ciclo.

No tardo en encontrar una figura alta y más suave; humana... al menos en apariencia, descollando entre una pila de basura. Escucho el ruido de chatarra siendo revuelta, y como es natural, Caleb capta pronto mi aroma y se detiene en su tarea de rebuscar entre las pilas para girarse en mi dirección:

—¿Nevi?

—Ya sabes que soy yo.

—Es solo que aún no me acostumbro —admite apenado, y de un salto se apea de la cima de chatarra para llegar frente a mí—. Yo solo estaba...

—¿Has encontrado algo interesante?

—Esta noche no. Sólo basura inútil. ¿Qué haces aquí? —pregunta, y luego su expresión se vuelve tensa y me apremia con otra pregunta más urgente.— ¿Le ha pasado algo a alguien? ¿Está todo bien?

Le hago un gesto con la cabeza en dirección a la fábrica.

—Necesito que vengas conmigo. Es importante —le digo por toda respuesta, dando una media vuelta y poniendo los pies en marcha de regreso por el mismo camino que he venido.

El camino de vuelta es tan silencioso como el recorrido de ida, salvo por el segundo set de pasos que acompaña a los míos. Caleb no tiene que decir nada para notar que está tenso. Sus movimientos son algo robóticos y erráticos en lo que me acompaña a través de la maleza. Sin decir una palabra, salvamos la mayor parte del camino y las luces amarillentas de la calle empiezan a hacerse notar, perfilando las hojas de hierba del sendero.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora