2. Un tercer punto de vista II - Caleb

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Caleb - Philadelphia
Fábrica, Ene 10:00am

Desde la silla en la que estoy sentado, contemplo a Nikolas trabajar en silencio. Con ayuda de un pequeño destornillador y unos alicates, junta y aprieta cables de un pequeño aparato que no distingo entre sus manos. Es de color negro y parece que tiene forma cilíndrica. Espero pacientemente a que termine, algo más tranquilo de no ver ningún objeto punzante ni cortante por la mesa, más allá de un cúter, el cual dudo que sea para mí... aunque con Nee, nunca se sabe. Después de varias semanas en las que me ha estado sacando sangre, arrancando trozos de piel, de uña, e incluso cabello, por una vez estoy algo más tranquilo al no ver nada que pronostique que vaya a haber sangre de por medio.

Finalmente, Nee cierra las tripas del aparato con una tapa y le da un suave golpecito con la palma de la mano, notificando que ha terminado.

—Listo —informa, girándolo hacia mí.

Me sorprende que se trata de un pequeño altavoz portátil del tamaño de un estuche de lápices. Arrugo la frente. ¿Va a ponerme música?

—Ya has demostrado que tienes una estupenda visión nocturna y un olfato fuera de lo corriente. Esta vez quiero testear tu oído.

—Oigo bien.

—Oyes muy bien — asegura él, asintiendo con la cabeza. — Pero quiero saber "cuánto" de bien.

—Puedo escuchar un grito desde la chatarrería o un susurro desde el piso de arriba.

—No me has entendido — sonríe Nee. — No hablo de intensidad, hablo de frecuencia.

Arrugo la frente, sin entender. Nikolas suspira.

—¿No diste física en el instituto?

—No se me daba demasiado bien... — admito. Por no decir que no prestaba atención en clase.

—Te daré una masterclass: supongo que sabes que el sonido es una serie de ondas en vibración que se propagan mediante un medio elástico, como el aire o el agua.

Asiento. No es la definición que tenía en la cabeza, pero la entiendo.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre la intensidad y la frecuencia?

Aprieto los labios. Estoy a punto de asentir, pero en el último momento, niego con la cabeza.

—Lo suponía. La versión para dummies es que la intensidad mide el volumen y la frecuencia mide la energía. ¿Sabes cómo se mide la frecuencia? —me pregunta.

Abro la boca para contestar. Creo que el Sr. Turner, el profesor de física, lo mencionó en un par de ocasiones, pero también creo que yo estaba contestando whatsapps cuando lo hizo. Así que, finalmente, cierro la boca sin haber llegado a responderle nada.

Nikolas pone los ojos en blanco.

—¡Oh, por Dios! ¿Por qué a los chavales de hoy en día se la sudan los estudios? — se lamenta. Luego suspira y procede a explicármelo. — En hercios, chico lobo.

Asiento al recordar esa palabra sonar en algún momento de la clase de física de los martes.

—Ah sí, es verdad.

—El rango normal de audición para los humanos es de aproximadamente veinte a veinte mil hercios — explica Nee, sacando de uno de los cajones un cuaderno lleno de garabatos y un bolígrafo medio gastado. Pasa la página para empezar una nueva. — En el caso de los animales, el espectro varía dependiendo de la especie. Es lo que quiero averiguar contigo.

—Vale... — concuerdo, sin saber muy bien todavía en qué va a ayudarme eso.

Sin decir nada más, Nee saca su teléfono móvil del bolsillo de sus vaqueros y, con un cable de mini jack, lo conecta al altavoz. Hecho esto, desbloquea la pantalla y se pone a toquetearla.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora