70. Ménage à trois II - Nevi

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Nevi – Philadelphia
Carretera, Dic. 23:00

El camino me resulta eterno. ¿Cómo puede haber hecho esto? ¿En verdad lo que busca es enojarme? ¿O lo hace solo por desafiarme, porque está molesto conmigo? ¿Busca probar algo, a sí mismo o a nosotros? No consigo entenderlo, sea cual sea el motivo... ¿Acaso no piensa en Abel? ¿En lo que pasará con el chico si él muere?

Conforme voy armando escenarios espantosos en mi cabeza, voy mirando el recorrido del coche en mi móvil, y como la distancia entre el punto señalizado por el símbolo rojo que indica el destino, y el círculo que marca la ubicación actual del automóvil se va acortando de una forma odiosamente lenta.

Ya he enviado a Byron la dirección, y aunque no puedo verlos, sé que tanto él como Sophie nos siguen de cerca.

—Adolescentes —bromea el taxista—. Mi hermano se escapó de fiesta también, pero es un idiota si cree que no sé en dónde está. Iré a buscarlo en cuanto haga un poco de dinero esta noche, para que mamá le de una paliza. Se lo tiene ganado, ¿tengo razón?

No tengo ánimos ni siquiera de intentar conversar. Por toda respuesta hago una mueca, y el conductor se calla con un carraspeo incómodo.

Al cabo de lo que parecen horas, pero que solo han sido catorce minutos, ambos puntos de referencia se unen, y el del taxi detiene el automóvil.

—Aquí es —me indica, y en el momento en que reconozco el lugar; no el sitio en sí, sino la clase de recinto que es, no sé qué sentir o cómo reaccionar.

Casi segundos después, los coches de Byron y de Sophie se detienen junto al nuestro y su respectivo conductor baja para reunirse conmigo cuando hago lo mismo y me detengo frente al auto, mirando hacia el sitio.

—Oye, amigo. No me has pagado el viaje.

—Tienes que estar jodiéndome... —susurro, sin hacerle caso.

A mi lado, escucho a Sophie dar un boqueo que disimula una risita y a Byron exhalar un resuello.

Estamos de pie en frente de un motel.

—Amigo, el viaje. Son...

—¿Quieres callarte un minuto? —susurro bajo un aliento, todavía incrédulo.

Byron da un chasquido con la boca y emite un gemido exasperado.

—Conduje como un loco hasta aquí, ¡y el chico solo se ha ido a follar!

—Eso no lo sabemos —digo a Byron—. ¿Y si...?

Este se acerca para hablar lo bastante bajo como para que el del taxi no nos oiga.

—¿Para qué se tomaría la molestia uno de esos chupasangres de llevar a su presa hasta un motel? Si lo quisiera para su colección lo hubiese llevado directamente con su líder, y si quisiera un bocadillo, cualquier callejón hubiera bastado.

—Oh, Micah, Micah —se ríe Sophie—. Me pregunto quién será la afortunada.

—La chica de la otra noche... —susurro, y volteo para mirar a Byron—. ¿Crees que haya sido ella? ¿La chica a la que conoció allí?

Byron niega.

—Lo dudo, ni siquiera tenía su teléfono; él mismo me dijo que olvidó pedírselo. Tiene que ser otra persona.

Ahora otra cosa más extraña me inquieta. Me como la cabeza intentando pensar en una explicación, pero no la hay. Esto no tiene sentido...

—No, no puede ser otra chica... Micah no se iría con una extraña que conoció recién hoy.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora