40. Sophie - Byron

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Byron – Richmond, Virginia
Descampado, Dic 01:14am

Devuelvo la manguera al surtidor, el cual me lo agradece con una robótica voz que dice "gracias" y empiezo a cerrar el tapón del bidón de gasolina que acabo de llenar en una gasolinera veinticuatro horas. Tras asegurarme de que no tiene ninguna fuga, abro la puerta del coche y lo acomodo sobre la alfombrilla trasera detrás del asiento del copiloto.

Justo en ese momento, la chica francesa, Sophie, sale del interior de la gasolinera cargando con un vaso de café para llevar en una mano y una bolsa en la otra, la cual me ofrece. Se ha puesto un abrigo de ante negro por encima para protegerse del frío.

— Gracias — le digo cuando tomo la bolsa y saco de ella una camiseta de propaganda horriblemente fea.

Contemplo a Sophie con los ojos en blanco.

— No había otra cosa — se defiende ella.

Suspiro y me la pongo, y después la cazadora. Luego, ella me ofrece el vaso de café.

— Si lo derramas en ma voiture, te mato — me amenaza ella.

Levanto las manos, todavía sujetando el vaso, en ademán pacificador. Nunca pensé que una chica como ella tuviera tanto amor por su coche... o que tuviera ese coche. Volvemos al interior del vehículo y abandonamos la gasolinera camino al descampado que previamente he marcado en el navegador. Las calles y la autopista están prácticamente vacías y Keeper no tarda en quedarse dormido en el asiento trasero. Doy un trago a mi café, y Sophie deja escapar un sonido de asco:

— Yuck. No entiendo como les américains podéis beber ese café. Es todo agua. C'est dégoûtant.

Contemplo mi vaso de café y luego a ella sin entender.

— El café es café — replico.

Ella suelta una risa cantarina sin apartar la mirada de la carretera iluminada por los faros del Maserati.

Quelle bêtise! Le café français es mucho mejor que cette merde que estás bebiendo.

La contemplo levantando una ceja.

Ah! Le café au lait... Ça me manque tellement... — comenta ella, nostálgica.

No digo nada y dejo que siga hablando ella sola. Tampoco es que esté entiendo algo de lo que me dice. Doy otro sorbo.

Et les crêpes, les pathés, les fromages... — Parece sumida en su propio mundo, aquel que, al parecer, echa de menos.

— ¿Por qué viniste a Estados Unidos? — pregunto.

Mi súbita cuestión parece traerla de vuelta al presente. Me lanza una rápida mirada y luego vuelve a posarla en la carretera.

— Mi madre es americana — responde. Pero al cabo de unos segundos, se corrige: — Era americana.

La contemplo. Como tantos otros cazadores, también ella ha perdido a alguien. Es un rasgo que tristemente nos suele caracterizar; pero, al mismo tiempo, también nos une y nos hace más fuertes y determinantes.

— Ella era cazadora — me revela entonces. — Persiguió a un demonio hasta France, y allí conoció a mon papa. Él no quería que ella siguiera cazando y cuando se quedó embarazada de mí, pensó que pararía, mais non. Ella siguió, y eso la mató.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora