Nevi - Philadelphia
Fábrica, 11:00am—Balas de punta hueca —declara Nee, al entregarme una y la cual giro frente a mi rostro, examinando cada ángulo. Tiene la forma de cualquier bala, pero ligeramente más alargada, y noto que posee una oquedad que se proyecta desde la punta ovalada, hacia el interior del proyectil—. Ilegales en muchas partes del mundo —añade, casi con cierto punto de orgullo.
El sol brilla, aunque hace frío. Nos encontramos bajo el quicio de la puerta del almacén donde guarda todos sus diseños; tanto los finalizados como los prototipos. Es un lugar extraño para haberme citado, por lo que intuyo que tiene preparado mostrarme algo que resultaría problemático enseñarme dentro de la fábrica.
—¿Qué hacen, exactamente?
—Se expanden al impacto.
—¿Y qué hacen, exactamente? —reitero, todavía incapaz de seguir lo que intenta que vea; aunque por su tono parece evidente.
Nikolas rueda los ojos, y sus pupilas oscuras; casi negras bajo la sombra que proyecta la capucha de su chaqueta, desaparecen bajo sus párpados superiores.
Me quita la bala de entre los dedos para arrebatar mi atención de ella y que la centre en él, a medida que comienza a explicármelo con gestos, con el proyectil todavía entre los dedos, ayudando a su explicación.
—Al golpear un objetivo y expandirse, reducen la energía cinética del impacto, de manera que hay muchas menos probabilidades de que atraviesen el cuerpo. Por tanto, quedan atrapadas dentro. Y estas... —Vuelve a contemplar la bala entre sus largos dedos, casi con afecto, como el de un artista por su obra maestra—. Digamos... que tendrán un pequeño giro. Un relleno muy especial.
Me la entrega nuevamente, alertado por la capciosidad de sus palabras, la examino más detenidamente. Pero no noto nada fuera de lo ordinario, salvo la oquedad en la punta.
En lo que inspecciono la bala, Nikolas empieza a hurgar debajo del mesón junto a la puerta, y cuando se yergue, veo que lleva bajo el brazo uno de sus maniquíes hechos de saco y aserrín, como hace tiempo no los había visto. Hace que me remonte a la que, sin saberlo, sería la visita que, del modo más insospechado, iniciaría toda la larga cadena de sucesos que nos han traído hasta este punto.
La noche en que, tras recibir su encargo y dirigirme a una cacería como cualquier otra, conocería a Micah y a Abel.
De eso han sido un par de meses, y parece que hubiera sido ayer. Todo parece tan distinto ahora... Y al mismo tiempo, todo sigue igual. Aún no he atrapado a esa bestia... pero Nee sigue aquí, a pesar de todos los peligros a los que se ha visto expuesto al adentrarse en mi mundo.
Aquel se desplaza a unos metros de nosotros y ensarta el palo que sostiene erguido al maniquí en la nieve. Después le da un par de golpes al extremo superior con un mazo para clavarlo más a fondo.
Desde mi lugar, observo todo el procedimiento sin mediar palabras, hasta que Nee regresa a mi lado.
A su paso, me arroja una mirada llena de reserva, acompañada de una de sus sonrisas socarronas de medialuna; aquellas que esconden alguna temible maquinación de las suyas, y vuelve a entrar al almacén. Y cuando regresa, lo hace cargando un arma larga.
A mi poco entendimiento sobre armas, se parece a cualquier otra que haya visto de similares características, a excepción de un detalle. Una especie de cañón adicional, montado bajo el propio cañón del arma, algo más delgado, y adosado a una especie de contenedor cuadrado, el cual, al agitarse con su marcha, emite lo que me parece el sonido característico de líquido al agitarse dentro de un recipiente.
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HUNTERS ~ vol.2
Siêu nhiênHabiéndose revelado sus respectivos pasados, Byron y Nevi consolidan su alianza. Sin embargo, el plenilunio se acerca, y la situación de Caleb no augura nada bueno. Por otro lado, ambos cazadores saben que no podrán quedarse en Philadelphia para sie...