51. Bisutería - Nevi

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Nevi - Pennsburg, PA
Casa de Bob, Ene. 14:00pm

Aún después de una muy necesaria ducha y un cambio de ropa a una muda que me prestó Micah —porque al final no he tenido los huevos de ir a buscar mis cosas al desván—, mi cabeza sigue igual de turbia que la noche anterior y esta misma mañana.

De la caja de donas sobre la mesa no quedan ni migajas y los polluelos han vuelto a desaparecer, quien sabe a dónde, por lo que sin la risa de los niños, la conversación de Micah y Caleb, la voz de Byron y la vocecita aguda de Sophie, a la cual empiezo a acostumbrarme y que casi extraño, la residencia en mitad de la nada se siente extremadamente silenciosa... Al punto en que entiendo por qué Bob no resistió vivir aquí solo demasiado tiempo.

Por lo que sé, vivía por su cuenta también en Philadelphia, pero incluso los sonidos de la ciudad debían paliar un poco el silencio para no permitirle sentir esta soledad apabullante.

No puedo evitar detenerme en el recuerdo del viejo tío Bob. No es que hayamos tenido la oportunidad de hablar demasiado y menos al punto de congeniar, pero me agrada... y el imaginarlo en una cama de hospital, al borde de la muerte resulta escalofriante. Y más difícil me resulta todavía ponerme en el lugar de Byron e intentar imaginar lo que estará sintiendo.

De momento... todo lo que podemos hacer aquí es esperar por buenas noticias.

Un vistazo a mi móvil para verificar que no tengo algún mensaje o llamada perdida de Byron o Sophie hace que me fije en que está a punto de descargarse... y mi cargador está en el desván. El móvil de Micah tiene otro modelo; ni Caleb ni Cassie tiene móvil y me atrevo a suponer que la última vez que el viejo Bob se comunicó con alguien desde este lugar lo hizo mediante mensajes de humo o una paloma. No hay manera de que tenga un cargador compatible por ahí, teniendo en cuenta que no ocupa este casa desde hace más de diez años.

Echo un vistazo hacia las escaleras del desván otra vez y la puerta cerrada me desalienta. Pero entonces, el momento en que la puerta se abre en una rendija me paraliza en mi sitio y cuál es mi sorpresa al ver a Cassie saliendo de allí.

—Gracias, ¡te lo devolveré en un rato! —dice hacia los adentros, pero no oigo ninguna respuesta y la niña cierra la puerta.

Antes de que me note al final del pasillo retrocedo de regreso a la habitación de Micah y la observo bajar aprisa las escaleras del desván y luego perderse en las que conducen a la planta baja.

No se me ocurre nada que Nikolas pueda tener que fuera a serle de utilidad a una chiquilla... y entonces es cuando empiezo a temer.

Nikolas no le daría nada peligroso a una niña... ¿o sí?

Se me escapa un resuello que me vacía el pecho por completo. ¿Qué estoy diciendo?... Por supuesto que sí lo haría.

A riesgo de pelearnos otra vez, resuelvo seguirla y asegurarme de que no tiene una granada de mano con la que pueda hacer estallar la casa, ni un arma para que le vuele un ojo al conejillo o a sí misma. Estoy bastante seguro de que me irá mucho peor con Byron como eso suceda, encima de lo cabreado que ya está conmigo por llevarme su coche.

Sin embargo... antes de llamarle la atención a la niña para detenerla en la marcha, decido que será más divertido sorprenderla in fraganti en lo que sea que se proponga hacer y la sigo en silencio sin que me note, preguntándome si su peligrómetro funcionaría para avisarle que alguien la sigue, aún si esa persona no le pretende daño.

Al parecer no, pues no se percata de que camino tan cerca de ella.

Sus pasos la llevan hasta la puerta del sótano y allí se detiene una sola vez para mirar a sus espaldas con un ademán sospechoso, momento en que desaparezco de la vista detrás de una pared y que a la vez confirma que no anda en nada bueno.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora