Nevi - Philadelphia
Carretera, Nov 07:30 amDe ir en el asiento del copiloto (el que ahora ocupa Keeper, al lado de Byron) he pasado a tomar sitio junto a Caleb en el asiento trasero para hacerle compañía. A medida que el coche avanza por la carretera noto a Caleb mirar por la ventana abstraídamente con el mentón reposando sobre palma de su mano.
Me agrada su aspecto. Aun cuando parece pensativo y melancólico, al menos ya no se le ve preocupado, y eso sirve para devolverme la tranquilidad también a mí.
El camino transcurre en silencio. Byron no ha dicho nada desde que abandonamos el bosque, pero luce en calma; quizás solamente algo reflexivo.
La expresión del muchacho se torna más triste conforme dejamos atrás la ciudad de Aberdeen y las casas empiezan a desaparecer en la línea del horizonte por el cristal trasero.
Para el momento en que aparece Philadelphia al frente como una silueta difusa entre la bruma de la mañana, ya está completamente claro y siento que los párpados me pesan tanto que en cualquier momento me quedaré dormido. Me cuesta mantener erguida la cabeza y comienzo a sospechar que no llegaré despierto a la fábrica.
Empiezo a preguntarme también si Byron estará en las mismas condiciones y si será seguro que conduzca en ese estado.
—Deberíamos detenernos por café —sugiero, y en un afán de aportar una excusa más convincente, añado— y conseguir algo de ropa para Caleb. Me parece que dejamos sus pertenencias en el refugio.
Aquel me mira agradecido. Byron lo considera unos instantes y da una cabeceada.
—Bien —dice por toda respuesta.
Cuando encontramos las primeras calles de Philadelphia, ya son casi las ocho de la mañana y los primeros comercios están abriendo sus puertas. Byron estaciona frente a una tienda juvenil pequeña y me apeo del coche en un salto para entrar en ella. Dentro me recibe una muchacha joven y bastante guapa, con una sonrisa:
—¿Te puedo ayudar en algo?
Salgo de la tienda con una bolsa que contiene unos pantalones de chándal, una camiseta y un par de zapatillas de deporte sencillas. Todo en rebajas, pero le servirán hasta que recuperemos su ropa al menos. Byron echa a andar el motor en el instante en que me ve, y en cosa de instantes estoy de nuevo junto a Caleb y el vehículo avanza nuevamente.
El muchacho acepta la bolsa rápidamente cuando yo se la extiendo, sacando la ropa de dentro, pero antes de descubrirse me arroja una mirada incómoda.
—Tranquilo, Spike. No me interesa vigilarte si no estás cubierto de pelo.
Caleb tuerce una sonrisa y procede a vestirse en cuanto viro en la otra dirección para dale algo de privacidad.
Por algunos instantes sólo puedo escuchar el crujido de la ropa, el rechinido del cuero de los asientos cuando el chico se mueve encima de ellos y el ronroneo suave del motor; y sólo me giro cuando Caleb anuncia estar listo.
—Mucho mejor.
—Gracias —dice aquel, y tras reflexionar un momento añade—. A ambos. Nevi... Byron... Por todo lo que estáis haciendo por mí. Y lamento las molestias.
Byron no dice nada, pero alcanzo a advertir su mirada por el espejo retrovisor y ya no es la severa mirada del día anterior, antes de la transformación de Caleb o durante su persecución. Ahora es una mirada cálida.
Por mi parte le pongo a Caleb una mano sobre el hombro y le doy dos palmadas como única respuesta.
Byron se detiene frente a un café y apaga el motor:
—¿Algo en especial? —pregunta antes de bajar, guindándose las llaves del bolsillo delantero.
—Lo más fuerte que tengan, por favor. Y... ¿café con leche para el cachorro? —pregunto.
Caleb niega con la cabeza.
—No, gracias. Tengo... tengo el estómago lleno —dice con cierto bochorno.
Byron da una cabeceada y luego de bajar, cierra la puerta de la camioneta para internarse en el local.
Cuando nos hemos quedado solos Caleb y yo, el silencio se asienta pesadamente en el ambiente. Caleb mira el suelo del coche y mantiene las manos firmemente entrelazadas sobre sus rodillas. Sé que sus pensamientos se quedaron en Aberdeen, con sus padres y en lo cerca que estuvo hace tan sólo unas horas de ver sus rostros otra vez.
—Caleb.
El muchacho levanta la cabeza para mirarme.
Echando un último vistazo por los alrededores para asegurarme de que Byron todavía no va a regresar, introduzco la mano en uno de los bolsillos de mis pantalones y mis dedos resbalan por la superficie lisa de una pequeña lámina rectangular.
Cuando la extraigo de mi bolsillo se la extiendo a Caleb sin mirarla, ni tampoco a este.
Transcurre otro largo rato en silencio. Sólo reúno el valor suficiente para mirar sus manos. Sostiene firmemente entre los dedos la fotografía en la que aparece él junto a sus padres. La que estaba sobre su escritorio.
—Estuviste en mi cuarto... —susurra.
—Mientras Byron te rastreaba, yo me quedé cerca de tus padres en Aberdeen en caso de que... —advierto la mirada ansiosa de Caleb y mis palabras cambian casi por sí solas antes de salir de mi boca— ... de que volvieras allí. Tu padre me encontró. Es un hombre muy perceptivo. Tuve que mentir y decir que era un viejo amigo tuyo. Después de eso, se ofrecieron a hospedarme y...
Cuando levanto por primera vez la vista hacia él, los ojos del muchacho están vidriosos y en su rostro se hayan enfrentadas dos emociones muy diferentes. Sus labios dibujan un esbozo de sonrisa, pero sus ojos esconden lágrimas contenidas.
—Tus padres son personas increíbles. Y te aman, Caleb. Ya sea que estés vivo o muerto para ellos, eso nunca va a cambiar. Siempre habrá personas esperando tu regreso. Considérate afortunado por ello.
Caleb aprieta los labios, dando un asentimiento.
—Sé que no es mucho. Pero pensé... que quizás te gustaría tenerla.
Por toda respuesta recibo otra cabeceada. Aunque la sonrisa en el rostro del muchacho es un poco más perceptible cuando levanta la mirada hacia mí.
—Gracias...
—Y arriba ese ánimo —le insto, dándole otra palmada contra la espalda—. Lo conseguiste, Spike. Nos diste algunos problemas... pero al final todo salió bien.
Antes de que Caleb pueda responder o seguir preguntando, Byron golpea la ventanilla. Tiene un vaso de café contra los labios, y cuando Caleb baja la ventanilla, me extiende otro.
El olor fuerte y embriagador del café se me mete por la nariz apenas lo tengo cerca y en lo que Byron se posiciona nuevamente frente al volante y echa a andar otra vez el vehículo, yo apuro varios sorbos rápidamente, esperando que el efecto nos dure a ambos lo que quede de camino hasta la fábrica.
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HUNTERS ~ vol.2
ParanormalHabiéndose revelado sus respectivos pasados, Byron y Nevi consolidan su alianza. Sin embargo, el plenilunio se acerca, y la situación de Caleb no augura nada bueno. Por otro lado, ambos cazadores saben que no podrán quedarse en Philadelphia para sie...