16. El círculo de sal - Micah

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Micah - Philadelphia
Colegio abandonado, Ene. 22:20


Busco por reflejo en el lateral de mi pierna la muslera que me ha regalado Nevi, e intento darme valor palpando las cosas que llevo allí: dos encendedores, cerillas por si acaso, sal y una botella de gasolina. Y colgando del cinturón de herramientas dos cuchillos de cacería, y una botella más pequeña que no me estorbe al correr. Nikolas sólo carga su arma, y parece completamente confiado de que es todo cuánto necesita.

Nevi es, de los tres, quien va mejor preparado. Naturalmente...

Vestido de negro como es su costumbre, para camuflarse efectivamente en la noche, lleva además el pelo oscuro firmemente atado por encima de la nuca, pantalones deportivos en vez de sus jeans y calzado cómodo. Está vestido específicamente para correr y moverse con soltura  y empiezo a preguntarme si elegí bien mi vestuario y mi calzado, aunque seguí todas sus instrucciones. Como única carga lleva al hombro una mochila con algunas cosas, la cual dejará atrás, y una muslera idéntica a la que me dio, donde intuyo que lleva los mismos implementos que yo.

Avanzamos a través de la noche, Nevi, Nikolas y yo, cruzando la calle solitaria y rumbo al recinto abandonado que nos aguarda al frente.

Alrededor no hay ni un alma; ni un ruido más que el rumor lejano de la ciudad. Ni siquiera el viento nos acompaña; pero Nevi dice que es mejor así, pues de ese modo nuestro aroma no es transportado en él, y resulta más difícil detectarnos.

Caminamos Nikolas y yo, uno a cada lado de Nevi, y él va un par de pasos adelantado.

No puedo verle el rostro, de manera que no puedo saber en qué piensa o si está tan nervioso como yo. Y del otro lado, la expresión de Nikolas es tan inescrutable que empiezo a preguntarme si es capaz, de hecho, de sentir algo; nervios, miedo... lo que sea. Pero sus fijos ojos negros y su rostro desinteresado no me dicen nada.

Nevi nos guía alrededor del edificio hasta una reja entreabierta que antela una especie de patio pequeño, al final del cual hay un muro. Él lo examina atento por unos instantes, con cierta familiaridad. Después, nos echa un vistazo a nosotros y suelta un suspiro, dando un meneo de cabeza, como si acabase de descartar una idea.

Con un gesto nos indica atravesar la reja para empezar a movernos por el patio interior, y lo seguimos rodeando el muro, abrigados a la oscuridad protectora que derrama sobre nosotros y que me da una ligera sensación de seguridad, aunque solo sea un placebo.

Intento acompasarme a su paso; rápido, y aun así sin hacer el menor ruido . Me sorprende que alguien con una disposición tan tosca por lo general pueda moverse de una forma tan silenciosa y ligera.

Evita con éxito incluso la más pequeña piedrecilla del suelo, aunque imagino que lo hace más por hábito y costumbre que por el afán de ser discreto, dado que, justo detrás de él, yo fallo vergonzosamente en intentar moverme sin emitir sonido, y a Nikolas parece que no le importa en absoluto chocar el arma contra la pared, emitiendo ruidos metálicos.

Quisiera sentirme tan emocionado por esto como lo estaba antes, ante la noción de mi primera cacería, cuando Nevi me lo prometió la primera vez. Intento recordarlo, de manera que pueda revivirlo, pero todo lo que siento es un miedo espantoso que me impide sentir nada más.

Miedo por mí y por todo lo que hay en juego.

Si algo me ocurre, Abel estará solo en el mundo, y Nevi devastado; culpándose. Si algo le ocurre a Nikolas, cargaremos los dos con la responsabilidad, por no haber podido cuidarlo mejor. Y si algo le sucede a Nevi... me odiaré por un largo tiempo; por no haber podido ser un mejor apoyo para él, y protegerlo igual que él ha hecho conmigo hasta ahora.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora