1. Entrenamiento II - Abel

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Abel – Philadelphia
Fabrica, Nov. 18:00pm

Durante toda la noche he tenido pesadillas terribles... Todas sobre mi hermano. 

Cuando abro los ojos, me duele la cabeza y los costados del cuerpo y siento que no hubiera dormido nada. Los párpados me pesan y todo me da vueltas.

Después de que Micah se enfadó conmigo por no haber dicho nada sobre Cassie, no hablamos durante toda la tarde, hasta que nos acostamos a dormir. Y yo no pude hacerlo sin importar con cuanta fuerza cerrara los ojos. 

Me sentía solo aun cuando sabía que él estaba junto a mí. No era lo mismo si no me estaba rodeando con sus brazos... Después de eso, cuando salió corriendo escaleras arriba para ayudar a los mayores, pensé que no lo volvería a ver. Aun cuando regresó a mi lado, me abrazó como siempre y todo volvió a ser como antes, todo aquello con lo que podía soñar en cuanto conseguía dormir, era con el cuerpo sin vida de Micah frente a mí. 

Desperté muchas veces en mitad de la noche sólo para comprobar que él seguía a mi lado, pero las imágenes volvían apenas cerraba de nuevo los ojos. Micah no despertó ni una sola vez. Creí que la noche no terminaría nunca.

Abrazo si cuerpo con fuerza, aspirando su olor, y cuando busco su rostro, me encuentro con sus ojos color violeta observándome con el ceño fruncido. ¿Hace cuanto que está despierto, contemplándome? Basta con eso para empezar a sentirme más seguro, y agradezco que la noche haya terminado por fin.

Él toca mi frente y luego mi mejilla:

—¿Te sientes bien?

—Estoy bien.

Parece preocupado y no entiendo por qué. Suele mirarme de ese modo últimamente. Dice que no estoy enfermo... pero por el modo en que se preocupa no puedo evitar pensar que sí lo estoy y que me lo está ocultando.

Me toca la cara una última vez y después se incorpora en su sitio para levantarse. Cuando miro a nuestro alrededor me doy cuenta de que no están el señor Byron ni Cassie en el colchón en el que suelen dormir.

—Ya deben de estar levantados —dice Micah y me ayuda a ponerme de pie—. ¿Vamos?

Cuando lo hago, todo me da vueltas con más fuerza y tengo que sujetarme a él para no caer.

—Deberían estar funcionando ya... —escucho que susurra Micah cuando me sostiene, pero no sé a qué se refiere... Y sé que, aunque se lo pregunte, no me lo dirá.

Nos dirigimos en silencio hacia donde están Cassie y el hombre mayor, sentados comiendo.

—¡Aby! —saluda ella con la mano en alto.

—¿No vas a responder? —me dice Micah, por lo bajo.

Levanto la mano a menos altura, agitándola, pero eso parece ponerla contenta igualmente.

—Buenos días —saluda el señor Byron—. Venid a comer algo.

Nos da a cada uno una taza de leche caliente que saca del aparato cuadrado al que llaman microondas y después nos extiende un bote de chocolate en polvo. Micah poner un par de cucharadas en cada una de nuestras tazas y las revuelve en círculos, haciendo que la leche adopte poco a poco un tono marrón y despida un olor delicioso que me hace rugir el estómago.

—Está caliente. Ten cuidado —me advierte Micah, dándome una de las tazas, pero tengo tanto frío que me la bebo muy rápido, aunque quema un poco.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora