29. La conspiración III - Abel

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Abel - Philadelphia
Fábrica, Dic 20:15pm

Todo pasa tan rápido que apenas me da tiempo a asimilarlo. Cassie ya no se irá. Micah y yo nos quedaremos. Micah logró todo esto. Y ahora Cassie me está abrazando...

Me he quedado por completo inmóvil, como si todos mis músculos estuviesen hechos de piedra. Cuando levanto la mirada haca Micah, sin saber cómo actuar este me indica con un gesto, levantando las cejas y dedicándome una cabeceada, que debería corresponderle; y lo hago con prisa y torpemente, poniendo las manos sobre la espalda de Cassie. Me tiemblan al hacerlo.

Se siente diferente de cuando abrazo a Micah. Cassie es de mi estatura y su cuerpo es más pequeño; mis manos pueden tocarse al rodearla y no tengo que ponerme de puntillas. Pero por otro lado, no me disgusta hacerlo. 

Está cálida, huele bien y su cabello es suave.

Cuando se separa de mí, tiene una gran sonrisa en el rostro que consigue contagiarme, aunque no puedo mirarla por mucho tiempo antes de que mis ojos se vayan por sí solos a la punta de mis zapatos. Siento calientes las mejillas.

Micah viene a nuestro lado y Cassie se aparta para dejarle el camino libre.

Me cuesta también mirar a Micah, pero por razones diferentes. Nunca me había enfadado con mi hermano; no sé cómo puedo volver a hablarle igual que siempre después del modo en que le grité.

De todos modos, tomando un respiro, me doy el valor para enfrentarlo. Cuando veo sus ojos lila mirándome con tristeza, algo pincha en las esquinas de los míos y se me aprieta el pecho. No; ya no estoy enfadado con él.

Doy dos pasos, metiendo los brazos debajo de los suyos para rodear su abdomen y lo estrecho de nuevo, igual que siempre, volviendo al lugar junto a él que siempre ha sido mío.

Micah me envuelve con los suyos con fuerza, poniéndose a mi altura:

—No creo que seas débil, Aby. Pero quizá yo aún lo soy. Demasiado... como para soportar verte sufrir. Por eso no tuve el valor de decírtelo antes. Y por eso debía arreglar esto. ¿Me perdonas?

Asiento con el rostro aún contra su hombro.

Micah extiende uno de los brazos para rodear a Cassie y la acerca a nosotros para hablarnos de cerca:

—A partir de ahora deben prometerme que se cuidarán entre ustedes. No se guardarán secretos ni se dejarán solos el uno al otro. Si cualquier cosa pasa con uno de ustedes, el otro vendrá corriendo a Caleb o a mí para avisarnos ¿está bien? Será nuestro trato, a cambio de quedarse juntos aquí.

—¡Prometido! —asiente Cassie, llevándose una palma a la frente como el saludo de un soldado.

Cuando Micah pone su mirada sobre mí le digo que sí también, e imito el saludo de Cassie, a lo que los dos nos reímos.

—Es un trato entonces —sonríe, levantando en alto los meñiques de ambas manos. Cassie y yo tomamos uno cada uno para sellar la promesa.

Cuando Micah se pone de pie, el hombre de pelo largo, Nevent, está en la puerta, recostado contra el umbral con los brazos cruzados, mirando en nuestra dirección con una sonrisa en los labios.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora