71. Iseth - Micah

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Micah - Philadelphia
Motel "Palm Tree", Dic. 23:00

Estamos ya en el vestíbulo del recinto, y todavía no puedo terminar de creer lo que está pasando. O, más bien, lo que va a pasar ahora.

En la recepción, Iseth sujeta todo el tiempo mi brazo mientras pago el precio de la habitación, en lo cual se me va todo lo que me quedaba del sueldo, aunque el lugar no parece lujoso.

Pero no me importa. El calor de la mano cálida de dedos finos sosteniendo mi brazo cuando se cuelga de mi manga, ayuda a pasar por alto cualquier tipo de inconveniente, incluso el vistazo lleno de curiosidad y sorna que me arroja el tipo detrás del mesón.

Por el contrario, le devuelvo un gesto retador. 

"Sí... esta belleza está conmigo", le digo en mi fueron interno.

Por un momento, la sensación de alguien sujeto a mi brazo me hace pensar en Abel, y empiezo a preguntarme cómo está y si ya me echa de menos.

A mi lado, Iseth sonríe mientras esperamos las llaves de la habitación, y aquello consigue disipar al instante todas mis preocupaciones.

Después de recibir la llave de nuestro cuarto y de cruzar un amplio patio de adoquines blancos y negros, el cual tiene más palmeras de plástico, una piscina minúscula, y un par de máquinas expendedoras, nos encontramos frente a la puerta señalizada con el mismo número en la placa de las llaves y nos detenemos allí.

Trago saliva ruidosamente, de lo cual Iseth se percata.

—¿Qué pasa? ¿Pies fríos? —bromea, pero resulta tener razón.

Siento mis extremidades congelarse y temblar, apenas capaces de sostener el peso de mi cuerpo.

Al voltear para mirarla, me armo de valor y le digo que no con una cabeceada, procurando sonreír.

Después, abro la puerta del cuarto y aguardo allí a que entre.

La habitación es más amplia de lo que me esperaba. Y, a diferencia de la recepción, luce bastante más cuidada y limpia, lo que me indica que el precio no es tan criminal.

Está decorada, a juego con el exterior, con motivos playeros. Las paredes son blancas, las mesitas de noche son de mimbre y con lámparas de tulipas de paja, tiene un sofá amplio con cojines de diseño hawaiano en tonos cálidos, una alfombra grande a juego, y una pequeña palmera de plástico en un rincón.

Lo que más llama mi atención del cuarto es la cama doble de madera con doseles blancos transparentes, dotada de edredones rojos y negros.

Creyendo que será nuestra primera parada, y tan nervioso que empiezo a tener náuseas, Iseth me conduce en cambio al sofá.

Allí, se quita los tacones y se tiende en el cojín de lado para descansar. La imito y me siento junto a ella, a contemplarla. A la luz suave de las lámparas, su piel oscura resplandece con un suave brillo satinado. La mirada que me arroja bajo las pestañas negras provoca que trague saliva otra vez.

—¿Qué te retuvo? —pregunta, acomodando la mejilla sobre su palma.

Me veo obligado a inventar una excusa.

—Mis hermanos... son algo sobreprotectores.

—¿Eres menor de edad?

—¡No! —me muerdo los labios—. Tengo... veintiuno.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora