Nevi – Philadelphia
Fábrica, Dic 04:50amEl viejo coche del anciano traquetea por la vía y el motor emite ronquidos como los de un oso. Nos está llevando directamente al edificio que vimos por la ventana del cementerio.
—Mi nombre es Edgar Willhelm —dice aquel, después de un camino muy silencioso—. ¿Y el tuyo, muchacho?
—Nevi —le digo, con la vista puesta en la ventanilla, hacia el edificio al que nos aproximamos—. ¿Por qué hemos venido aquí?
Noto que sus dedos regordetes se hunden en la espuma del volante.
—La última vez, me armé de valor y seguí a una de las criaturas en mi auto. Me trajo directamente aquí. —Empiezo a comprenderlo y doy una cabeceada—. La perdí, pero estoy seguro de que aquí se escondían. Partían siempre en esta dirección cuando se marchaban.
Contemplo ceñudo el edificio por la ventanilla conforme pasamos por allí con el auto a menos de 20km/h. Oscuro, apartado, abandonado... Es el sitio idóneo para servir de escondrijo a alimañas como aquellas.
—Puede dejarme aquí. Echaré un vistazo —resuelvo, y muevo los dedos cerca de la anticuada manija de la puerta, pero la mano del anciano se cierra en torno a mi brazo y me jala de regreso al asiento.
—De ninguna manera —disiente, severo—. Ya has tenido suficiente por una noche. Y no dudo que haya más de esas criaturas aquí.
—Es improbable. No acostumbran a agruparse. Al menos... no lo hacían hasta ahora...
¿Qué está pasando últimamente? La situación es cada vez más desconcertante.
—De cualquier manera, por ahora ve a casa y descansa. Estoy seguro de que te ocuparás después.
Suspiro en mi lugar, como un niño regañado.
—Bien. En cuanto al pago... —Noto que tiene en la mano una cartera vieja, dentro de la cual empieza a contar algunos billetes—. No llevo mucho encima ahora mismo, pero si regresas mañana al cementerio, a eso de las ocho, es posible que...
—Aguarde, aguarde, aguarde —levanto las manos en el aire—. ¿Qué cree que hace con eso?
Edgar me observa sin entender nada, con los billetes aún en la mano. No tiene más de veinte dólares.
—Pensé que...
—Guarde su dinero, no sea ridículo.
Sus mejillas se inflan en una mueca agraviada y resopla sin bajar la mano con el dinero.
—Tienes que dejarme pagarte, muchacho. Después de todo lo que pasaste...
Me ofrece de nuevo los billetes y yo los rechazo con un cabeceo.
—Ya me pagó. Con el té y la manta. Y con ayudarme y mostrarme este sitio. Me basta con eso.
—No seas terco; esto ni siquiera cubrirá los gastos del hospital. —
—Le dije que no quiero su dinero. Tengo mi propio doctor. —Tomo los billetes de su mano solo para doblarlos en un rollo y meterlos en el bolsillo del pecho de su viejo y remedado abrigo—. Guárdelo y cómprese otra chaqueta. Es en serio, Ed, no me haga enojar.
Le oigo resoplar y veo que menea la cabeza con fuerza. Haciendo caso omiso de él, revuelvo mi bolsa en busca del saco con sal que recuperé del cementerio antes de subir al auto y se lo extiendo.
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HUNTERS ~ vol.2
ParanormalHabiéndose revelado sus respectivos pasados, Byron y Nevi consolidan su alianza. Sin embargo, el plenilunio se acerca, y la situación de Caleb no augura nada bueno. Por otro lado, ambos cazadores saben que no podrán quedarse en Philadelphia para sie...