8. La promesa - Abel

172 39 36
                                    

Abel - Philadelphia
Fábrica, Ene. 12:04

Ovillado entre los matorrales, intentando hacerme tan pequeño como puedo, el sonido del río, los juncos y el viento de invierno se escucha extraño a través de mis manos firmemente sujetas contra mis orejas mientras me balanceo, tratando de bloquear el ruido para concentrarme solo en el horrible hormigueo de mis manos y el zumbido en mis oídos, en el intento de hacer que se detenga.

Tengo miedo de mirar atrás...

De ver todavía allí a la mujer pelirroja desmayada junto a la ribera, obra de la descarga que le transmití sin querer. Igual que a ese hombre, Nevi... solo que ahora no hay nadie alrededor para auxiliarla. Entretanto, yo me escondo entre las plantas como un cobarde... ¿Y si en verdad le he hecho daño? ¿Y si... la he matado? O quizá todavía estoy a tiempo de buscar ayuda para ella, pero estoy paralizado...

Al zumbido de mis oídos se suma el de mi respiración agitada, que escapa de mi boca en la forma de boqueos que salen por mi garganta haciendo un sonido como el de una sierra sobre madera.

Cierro los ojos con fuerza. De pronto, una imagen extraña. Blanca, cegadora... Alcanzo a ver agua jabonosa y dos piernas blancas que no son mías, como islas sobresaliendo entre burbujas iridiscentes.

Aparto las manos de mi cabeza, asustado y observo mis manos.

¿Qué ha sido eso? Esa imagen extraña. Como la de un recuerdo que no me pertenece.

Aunque me estoy helando, mis manos se sienten ardientes.

Tomo un puñado de lodo frío y empiezo a frotarlas entre sí con fuerza, pero entre más nervioso me pongo, más pican y más intenso es el zumbido en mis oídos. Y, sin embargo, igual que la primera vez, con Nevi... me siento lleno de fuerzas como no las he tenido nunca. Me siento vivo.

—... pero Micah dijo que nunca entraron en la fabrica. También le ha estado buscando —escucho decir a una voz conocida a lo lejos y abro los ojos, alarmado.

Es Cassie.

—¿Y por qué supones que han regresado aquí? —pregunta una voz más gruesa; la de Byron.

—Nunca dije eso, más bien ¿y si nunca se fueron?

—¿Por qué se quedarían?

—¡No lo sé, Byron! Solo es una posibilidad. ¿Tienes una mejor idea?

Entonces, una figura moviéndose muy cerca de mí entre la vegetación me pone en alerta, pero antes de que pueda determinar qué es o de dónde viene, la cara perruna de Keeper se abre paso entre las hojas y este planta su hocico húmedo contra mi nariz, olfateando con fuerza. Tras reconocerme me da un lametón que provoca que me caiga hacia atrás sobre el lodo entre la maleza mojada, obra de la nieve que se derritió hace poco, empapando los suelos.

Keeper me lame la cara otro par de veces y después empieza a ladrar a las lejanías.

Escucho pasos aproximándose.

—Creo que ha encontrado algo —dice Byron.

Pero en ese momento, Keeper sale de mi lado, disparado en otra dirección.
Y no tengo que ver a dónde va para saber qué es lo otro que ha encontrado. O más bien... quién es.

Me duele el estómago y se me agolpan las lágrimas en los ojos con un escalofrío. Sabrán que he sido yo... porque yo estaba con ella. Sabrán que soy peligroso.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora