35. Indagaciones I - Abel

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Abel - Pennsburg, PA
Casa de Bob, Ene 01:40am

En algún momento, mientras buscábamos nuestros cepillos de dientes, Cassie sugirió continuar el juego de las preguntas, y yo acepté; un poco más confiado ahora, que no estamos rodeados de los adultos:

—¿Animal favorito? —farfulla conforme se pasa el cepillo entre la mejilla y las muelas.

Escupo un buche de pasta en mi respectivo lavabo del baño y abro la llave para dejar ir la mancha de espuma:

—Las arañas —contesto, antes de volver a meterme el cepillo en la boca.

Cassie está a punto de atragantarse con pasta. Abre la llave y escupe por su parte otro buche de espuma:

—¡¿Por qué?!

La miro sin entender la pregunta. ¿Por qué no? Sé que a ella no le gustan, pero no veo razón por la que no deberían gustarme a mí.

Me quito el cepillo de la boca y me echo un buche de agua para enjuagarme los restos de pasta dental mientras que con la otra mano enjuago mi cepillo.

—Pueden trepar, tienen muchos ojos, tejen telas.

—Todavía no oigo ninguna buena razón.

—Son... peluditas.

—¡Iugh! —se sacude, como por causa de un escalofrío y después se inclina sobre el lavabo para enjuagar su propio cepillo.

La miro con el ceño fruncido un momento, intentando pensar en algo que ayude a hacerla entrar en razón:

—Hacen cosquillas cuando caminan por tu mano.

—¡Pican!

—De hecho... muerden.

—Y tienen veneno.

—La mayoría son inofensivas para los humanos —le explico, en lo que ella cepilla su cabello frente al espejo; pero me indica con un respingo que todavía no está convencida.

La miro a través del viejo espejo frente a ambos, donde sus irises castaños se fijan en los míos. Me gusta el color de sus ojos; como chocolate con leche... Lucen del color del caramelo con la luz del sol, y cuando está oscuro reflejan las luces y los objetos brillantes como si fueran estrellas.

Le retiro la vista, avergonzado, y la devuelvo a mí mismo. A mi pelo blanco y fino, como el cabello de una persona vieja; a mi piel pálida y enfermiza, por la que se insinúan las líneas azulinas de mis venas... y a mis propios ojos rojos y extraños de pupilas translúcidas, que reflejan la luz como dos gotas de sangre, rodeados por mis párpados amoratados, donde mis venas son todavía más visibles.

—A la mayoría de las personas no les gustan —reconozco, y bajo la vista, inquietado por mi propio aspecto—. Porque lucen atemorizantes... Pero la verdad es que son buenas. Y tímidas. Se comen a otros insectos, como las moscas. Algunas hacen daño, eso es cierto, pero... lo hacen sólo cuando están asustadas o en peligro. En realidad... no creo que ellas quieran hacerlo. Solo... no pueden evitarlo.

Cassie deja el cepillo para el pelo a un lado y me contempla a través del espejo. No la miro, pero siento que ella lo hace.

—Si lo pones así... no suenan taaan malas —dice, aunque su tono me da la impresión de que solo intenta llegar a un acuerdo—. Pero creo que yo prefiero a los gatitos y a los cachorros —admite con una risilla, y me hace sonreír también.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora