55. Aparición II - Byron

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Byron – Philadelphia
Fabrica, Dic 10:08am

Conforme la veo apearse del coche, tomar algo de dentro y cerrar la puerta, soy incapaz de moverme, igual que si me hubiera convertido en uno de esos muñecos de nieve que Cassie y Abel construían hace poco. La muchacha posa la mirada en mí y me saluda con una sonrisa como si nada, como si fuera lo más normal del mundo haberme encontrado en esta sucia fábrica alejada de la mano de Dios. Empieza a caminar en mi dirección con soltura, a pesar de que el suelo está resbaladizo. Sigo sin entender cómo es capaz de mantener el equilibrio con esos tacones que está visto que le encanta llevar. Siento cómo todas las miradas de los presentes se fijan en mí en el momento en que la recién llegada me saluda y no es hasta que se planta delante de mí que consigo reaccionar.

Y lo hago porque ya se ha empinado sobre sus botas para darme un beso, el cual planta sin miramientos y en un rápido movimiento en mi labio superior. Pongo mis manos sobre sus hombros y la alejo de mí notando, desde donde estoy, los ojos de todos los presentes clavados en mi nuca como dardos.

—¿Qué haces tú aquí? — le pregunto en voz baja.

Ça, alors, ¿qué forma es esa de saludar? Regarde, te he traído café — sonríe, levantando un vaso de cartón para llevar.

Estoy tan estupefacto que ni siquiera el olor del café caliente logra sacarme de mi estupor.

No sé ni qué responderle. ¿Por qué está aquí? Y lo qué es más importante, ¿cómo diablos ha conseguido encontrarme? Nos hemos hablado desde que nos vimos en Richmond hace casi una semana. Ni siquiera un solo mensaje. ¿Cómo, entonces...?

Como si leyera la pregunta en mi rostro, que debe de ser todo un poema, Sophie suelta una risita cantarina y me enseña su teléfono.

—Geolocalización, cheri.

En la pantalla veo entonces lo que parece el mapa de la zona y un punto que marca la ubicación en la que me encuentro ahora. Y, encima de ella, mi número de teléfono junto con mi nombre y un emoji de un corazón.

—¿Cómo...? — empiezo, todavía perdido.

—Me dijiste que tenías que volver a Philadelphia, alors cuando llegué, te busqué avec ce p'tit ami.

En cualquier otra situación, me hubiera interesado más por esa tecnología, pero ahora mismo prefiero saber el motivo de su visita.

—¿Qué haces aquí? — vuelvo a preguntarle.

J'ai des nouvelles — responde ella en francés, tecleando algo en su teléfono. Obviamente no entiendo nada.

No lo puedo evitar y levanto la cabeza para contemplar a los demás. Nevi es el que se encuentra más cerca, pues justamente estábamos lanzándonos bolas de nieve entre nosotros en ese momento. Veo en sus ojos una chispa de interés, pero al menos sé que él sabe de quién se trata, pues ya le he hablado de ella. Un poco más allá están Micah y Abel; el niño nos mira con cierto miedo mientras que el mayor no aparta los ojos de Sophie y podría jurar que tiene las mejillas coloradas. Y a un par de metros de ellos están Caleb y Cassie, y son sus rostros los que más me llaman la atención. Caleb parece que ha visto un fantasma y Cassie... parece enfadada.

Voici, regarde — me dice entonces Sophie, obligándome a apartar la mirada de ellos y contemplar la pantalla de su móvil.

Tiene abierta una página de noticias, concretamente del Richmond Times, el periódico oficial de la ciudad. Y enseguida llama mi atención la imagen que encabeza la noticia junto con el titular de esta: "Ha pasado otra vez". La imagen es la de la entrada del Club Kabana.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora