37. Contacto de emergencia - Byron

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Byron - Pennsburg, PA
Carretera, Ene 8:37am

¡¿No puedes ir más rápido?!

La aguja del velocímetro del Maserati sobrepasa los doscientos diez kilómetros por hora, pero al mirar por la ventanilla, tengo la sensación de que los árboles, los coches y las señales de tráfico no pasan lo suficientemente borrosos. A mí lado, Sophie conduce en una desaforada carrera sin apartar la vista del frente, con la melena alborotada y el maquillaje corrido. Sin decir nada, aprieta el acelerador y el motor ruge al tiempo que veo la aguja subir en redondo hasta rozar con una vibración el número doscientos ochenta. Tengo la adrenalina a tope, pero no por la velocidad.

Los carteles que van mostrando la distancia del centro de Philadelphia pasan desgarradoramente despacio. El pulso me late rápido, la respiración se me atraganta, y en mi cabeza solo puedo pensar en una cosa: voy a llegar tarde.

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—¿Diga? 

—Buenos días. Llamo del Hospital Thomas Jefferson, de Philadelphia. ¿Hablo con el señor Byron Walker?

—Sí, soy yo.

—Señor Walker, le llamamos porque es usted el contacto de emergencia del señor Robert Lauper. Acaba de ingresar en estado grave...

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Byron - Philadelphia
Hospital Thomas Jefferson, Ene 9:44am

Cuarenta y cinco minutos después de recibir esa llamada y tras de un viaje a contrarreloj, Sophie estaciona con un derrape en la entrada de Emergencias del Hospital Thomas Jefferson, dejando las marcas de neumáticos grabadas sobre el asfalto, llevándose la atención de varios transeúntes y algún que otro camillero. Sin decir nada y con el corazón en un puño, abro la puerta y prácticamente me lanzo fuera del vehículo a toda prisa, sin molestarme en cerrarla  o darle las gracias a la pelirroja. Estoy seguro de que lo entenderá.

En menos de diez zancadas, estoy delante del mostrador, agradeciendo al cielo de que no haya nadie siendo atendido en ese momento, porque estoy seguro de que hubiera propinado varios empujones e incluso algún puñetazo. La enfermera al otro lado está ataviada con un scrub azul, y cuando embisto sobre el mostrador y me asomo sobre él, da un bote, sorprendida.

¡Robert Lauper! — exclamo, con voz ronca y pastosa. — ¡¿Dónde está?!

—Tranquilícese señor — me pide con una paciencia entrenada durante años, tras lo cual echa mano del registro de pacientes. — ¿Es usted familiar?

—¡Sí! —respondo sin dudarlo. — Soy su contacto de emergencia. Me habéis llamado hace una hora escasa.

—¿Me permite su identificación, por favor?

Tomo aire sonoramente por la nariz y estoy a punto de lanzar una maldición, pero en el último momento comprendo que la chica solo está haciendo su trabajo. Echo mano a mi cartera en el bolsillo trasero del pantalón, saco la licencia de conducir y se la extiendo sobre el mostrador con un gesto poco amable, pero la joven ni se inmuta. Parece estar acostumbrada. 

Tras lanzar un rápido vistazo y constatar el nombre con sus papeles, me devuelve la licencia y me la guardo directamente en el bolsillo sin molestarme en meterla en la cartera. 

—El señor Lauper se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos, en el pabellón B. Quinta planta, habitación 518. Tiene que seguir por este pasillo hasta la puerta de cristal, cruzar el patio y verá la puerta a su derecha...

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora