57. Despertar III - Nevi

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Nevi – Philadelphia
Exterior de la fábrica

Afuera todavía vuelan algunos copos de nieve, deslizándose ligeros en la brisa helada de la mañana.

Los observo caer trazando espirales en el aire. Cuando el que sigo con la vista se pierde en el blanco que satura los suelos cubiertos de nieve, encuentro otro, y el reiterativo ejercicio vuelve a comenzar, hasta que mi visión se cansa y encuentra en cambio asidero a lo lejos, en los edificios que constituyen la silueta nebulosa de Philadelphia.

Al fondo, más allá del puente, la ciudad parece oculta por un velo translúcido de bruma fría y gris. A ratos desaparece por completo, cuando mi respiración se convierte en un espeso halo frente a mi rostro, el cual entremezcla vapor y humo de cigarrillo. Y después reaparece, no mucho más nítida que antes.

Hay tantas cosas en mi cabeza que no soy capaz de asirme a una sola de ellas, y dan vueltas sin control por mi mente sin que pueda concretar ninguna.

Por un lado, está Micah y su determinación por hacerse parte de nuestra próxima misión. Sabía que este día eventualmente llegaría; cuando las prácticas dejaran de ser prácticas y se enfrentase al mundo real, a retos reales... Pero no creí que llegaría tan pronto. ¿Así se siente ser padre? ¿Así se sentían Drew y Elliot cuando decidí que quería salir a cazar con ellos?

Por si fuera poco, hay otra cosa que no me ha dejado en paz... y es lo ocurrido tras mi pelea con Micah, respecto a la aparición de Abel.

No recuerdo haberme golpeado tan duro la cabeza como para quedar inconsciente. En todo caso, ¿por qué no enseguida?

Mis recuerdos de los segundos antes de desmayarme están borrosos, pero hay uno en concreto que está claro... y es esa extraña sensación de vacío y debilidad en cuanto Abel sostuvo mi brazo. ¿Por qué justo en ese momento?

No tiene sentido.

La fuerza de un muchachito débil de once años alrededor de mi brazo no puede haberme causado efectos de esa magnitud; tuvo que haber algo más...

¿Acaso he estado guardándome demasiadas cosas? ¿Por fin mis preocupaciones me están pasando factura?

Un repentino cosquilleo en el fondo de la garganta me obliga a exhalar de golpe el contenido de mis vías respiratorias en la forma de una tos abrupta e intensa, aunque de corta duración.

—Eso no suena muy bien.

La voz de Nee me toma por sorpresa. Se encuentra de pie a la sombra que proyecta la fábrica, a poca distancia de mí, resguardado de la nieve. ¿Cuánto lleva parado allí sin que lo note?

Me aclaro la garganta, al tiempo en que me subo el cierre de la chaqueta para abrigarme el cuello.

—¿Qué haces aquí afuera? —suspiro—. Creí que te habrías ido a dormir otra vez.

—Esa era mi intención, pero las cosas de pronto se pusieron más interesantes aquí.

Ruedo los ojos, con desgano.

—Bien, ya has tenido tu sana diversión. Vete a la cama ahora.

—¿Qué, eres mi madre? —Sale de su sitio a las sombras y viene a situarse junto a mí, con la vista puesta en la ciudad—. Nah... Pensándolo bien, ella no se preocupaba tanto por mí. Dame un cigarrillo.

Alcanzo la cajetilla de mi bolsillo y se la tiendo. Pero Nee no la acepta. En cambio, la contempla en mi mano un momento, antes de levantar sus ojos oscuros a los míos, con una de las cejas enarcadas y una mueca burlona bailándole en los labios.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora