17. Desvanecido - Byron

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Byron – Philadelphia
Distrito Torresdale, Ene. 01:37am

Su rostro es níveo, perfecto, como una cariátide griega. Su pelo, largo y ondulante, simula las olas del mar, oscuro pero a la vez brillante. Sus labios, rojos como la sangre, descansan en una mueca serena y hambrienta. Y sus ojos, negros como cuevas sin fondo, me escudriñan bajo un ceño de finas cejas fruncidas.

Es el rostro más bello que jamás he visto en mi vida.

Y también el más peligroso.

Durante unos instantes, soy incapaz de reaccionar, y para cuando quiero hacerlo, ya es demasiado tarde. Apenas muevo la mano medio centímetro para sacar la recortada de la bolsa, y en lo que dura un pestañeo, ya tengo a la vampira detrás de mí, sujetándome el brazo en un fiero agarre con el suyo, en un ángulo casi imposible, a punto de rompérmelo, mientras que con el otro me rodea el cuello, alargando sus finos dedos terminados en una manicura perfecta, cuyas uñas posa sobre mi yugular, presta a degollarme.

Keeper casi ni logra reaccionar tampoco, pero cuando es consciente de tan peligrosa situación, se agazapa sobre sus patas delanteras, gruñendo de forma gutural y amenazadora en dirección a la vampira, enseñando sus fauces, dispuesto a abalanzarse sobre ella para defenderme. Sin embargo, esta gira la cabeza en su dirección, mostrando unos colmillos blancos y afilados de varios centímetros de largo, profiriendo un desafiante bufido que se me clava en el oído con la fuerza de cien cuchillos y que logra helarnos la sangre a los dos. Siento cómo se me eriza el vello de todo el cuerpo, y mi perro se encoge en su sitio, completamente amedrentado e incluso lloriqueando. Jamás lo había visto asustándose de esa manera.

Trago saliva, y temo que el simple movimiento de mi glotis pueda hacer que las uñas de la vampira me decapiten. Keeper yace acurrucado en el suelo como un cachorro, inmóvil, indefenso, y me aterra lo que la vampira pueda hacer con él. Y conmigo después.

Pero entonces ella recupera la calma, vuelve a ocultar sus mortales colmillos y se gira en mi dirección, aunque sin soltarme.

—Que yo sepa, — sisea ella contra mi oído — los invitados suele traer vino o tarta cuando vienen de visita.

Intento no hacer ningún gesto hostil ante su comentario pero no puedo evitar caer en su juego.

—Que yo sepa —respondo con voz pastosa, medio ahogado por la presión de sus dedos contra mi cuello— los vampiros no beben vino ni comen tarta.

Ella aprieta más sus dedos contra mi cuello. Están fríos y se clavan como agujas.

—Es cuestión de modales— susurra.

—Tengo una cantimplora con agua bendita. ¿Te sirve?

Incluso teniendo su rostro prácticamente detrás del mío, puedo notar cómo sus comisuras se tuercen hacia arriba. Entonces, tan de golpe como me ha inmovilizado, me suelta con un empujón poco gentil, obligándome a trastabillar un par de pasos, y me llevo la mano libre a la garganta, frotándomela en lo que recupero el aliento. La vampira se alza frente a mí, observándome con ojos aún amenazadores. Hace un gesto con la cabeza en dirección a mi mano derecha, la cual aún agarra con fuerza la escopeta; pero sé que si hago amago de volver a apuntarle con ella, Keeper pueda pagarlo. Está claro que si quisiera matarme a mí, ya lo habría hecho.

—Deja el arma en la bolsa.

Obedezco a regañadientes.

—Y bolsa en el suelo.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora