52. Feliz Navidad, segunda parte II - Nevi

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Nevi – Philadelphia
Fábrica, Dic 23:50pm

Después de un camino que se me hace demasiado corto pensando en qué diré o cómo miraré a todos a la cara, a la vez que intento reunir todos los fragmentos dispersos de mi mente para parecer sobrio, llegamos en poco tiempo de vuelta a la fábrica, y Nee interna la camioneta entre los matorrales por el sendero húmedo de tierra y hierbajos para llegar junto al edificio, el cual aparece tan alto, oscuro y tétrico como siempre en la penumbra.

No se ha dicho una palabra en todo el camino. Por el rabillo del ojo solo puedo ver la expresión seria y la mirada abstraída del lado sano del rostro de Nikolas, puesta al frente.

Tan hermético como siempre... Aunque parece que es la última persona sobre la faz de la tierra a la que le preocupa poner reparos en sus palabras, en realidad la mayoría de sus pensamientos siempre han constituido enigmas para mí.

En cuanto llegamos junto a la fábrica, entre traqueteos y el ruidoso paso de las llantas sobre el suelo gravilloso, Nee estaciona el vehículo y apaga el motor, sale de la cabina y se da la vuelta para abrirme la puerta del otro lado, destrabando el seguro para niños.

—¿Ya? —me inquiere con las cejas en alto y expresión malhumorada— ¿Necesitas otros veinte minutos para lloriquear?

Dejo salir un ruidoso resoplido al momento de bajar de la camioneta. Me tambaleo un poco, pero consigo recobrar mi equilibrio y el viento frío de la noche sirve para distraerme y ayudar a aplacar mis ansiedades. Tras cerrar la puerta meto la mano en el bolsillo trasero de mis jeans y recupero mi cajetilla de cigarros, doblada después de haber caído sobre ella poco antes.

—Diez minutos.

—Claro... —rueda los ojos.

No entra en la fábrica. Puedo sentir su presencia a pocos metros de mí en lo que yo doy caladas ansiosas a mi cigarrillo, con la mirada puesta en mi propio reflejo en la ventanilla del vehículo y después en la nieve cayendo todavía desde el cielo.

En el fondo, Nee está en lo correcto. Micah se esforzó para preparar algo especial para todos, y no es justo arruinárselo por culpa de mis propios conflictos de un pasado que ni siquiera conoce, y que nada tiene que ver con él. ¿Cuándo se volvió Nikolas el más cuerdo y razonable entre los dos?

Además... tiene razón en otra cosa. Aún cuando las primeras personas que llegaron a significar algo en mi vida ya no están, sigue habiendo otras a las que tal vez les importo. A una de ellas... lo bastante como para conducir en mitad de la noche, en la nieve y el frío, para encontrarme y hacerme entrar en razón.

Les debo a todos una disculpa, y a Nee... las gracias. De corazón.

Arrojo el cigarro a medio terminar al suelo, lo sepulto en la nieve con la punta de mi bota y me doy la vuelta, listo para agradecérselo... cuando un duro golpe de algo compacto y muy frío me atiza con fuerza la cara y se desintegra contra mi rostro, haciéndome retroceder hasta golpear la espalda con la camioneta y quedar recostado contra la puerta de la misma.

Tardo algunos segundos en entender qué ocurre; al cabo de los cuales abro los ojos solo para encontrarme con su mueca sonriente de medialuna en medio de la oscuridad, a través del hielo que se ha quedado impregnado en mis pestañas y sobre mi nariz con el golpe de la bola de nieve que ahora sé que me ha arrojado.

—Hijo de la grandísima...

No termino mi insulto antes de empezar a correr en su dirección, y aquel parte corriendo hacia un costado para evadirme, carcajeándose de su propia inocentada como un maldito adolescente.

Lo correteo por un tiempo corto antes de conseguir darle alcance, saltando sobre su espalda como lo haría con cualquiera de mis presas, y enganchando su cuello para derribarlo en la nieve, en donde aterrizamos patosamente. Resbalamos por la nieve y el hielo de un pequeño montículo de suelo irregular y vamos a caer a una zanja húmeda; Nee de espaldas y yo sobre él. Allí, lo aprisiono entre mis piernas, sujetándolo por el cuello de la ropa para que no pueda levantar la cabeza.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora