31. Reporte - Byron

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Byron - Pennsburg, PA
Casa de Bob, Ene 16:12pm

Entrenar a Cassie...

La idea todavía me escama. No dudo de que no sea capaz de aprender todo lo que puedo instruirle; es más bien la incertidumbre que tengo hacia mí mismo. Nunca he sido profesor; jamás he enseñado a nadie lo que aprendí cuando era joven. Ni siquiera me lo había planteado. Y ahora me topo de bruces con una alumna de doce años cargada de motivación y con un gran potencial. ¿Estaré a la altura? ¿Y si fallo?

Todavía sigo deambulando por el sótano, preparando los sacos de boxeo para mañana, limpiando el polvo de las lonas, colchonetas y del cuadrilátero y comprobando el estado de los guantes y el resto del equipamiento. Este sitio ha estado infrautilizado durante muchos años. Demasiados años.

Muchos pensamientos se agolpan en mi cabeza. Si bien es cierto que los últimos acontecimientos se salen de mi control, no estaba listo para asumir que Cassie acabaría condenada a vivir esta vida. Yo no pude elegir... y ahora ella ha perdido la oportunidad de hacerlo.

Me pregunto si tal vez no hubiera sido mejor entregarla a las autoridades de Doylestown cuando tuve la ocasión... No estaría a mi lado, pero al menos, estaría a salvo...

Un potente ruido me saca de mis cavilaciones. A pesar de que el único acceso al exterior es un par de pequeños tragaluces en lo alto de las paredes, no necesito verlo para reconocerlo: un motor de coche altamente revolucionado, sin duda queriéndose hacer eco de su llegada.

Dejo lo que estoy haciendo y subo corriendo por las escaleras rezando por que Caleb se encuentre fuera de la casa o, por lo menos, lo suficientemente lejos como para no sufrir otra crisis nerviosa.

Empujo la puerta doble y al salir al porche me encuentro con Nevi y Cassie. El primero no parece sorprendido por la aparición de la francesa pues estaba conmigo cuando le mandé la dirección de la granja. La segunda luce claramente disgustada, aunque creo percibir algo menos de irritación en su rostro, al menos comparado con su último encuentro. No sé si sea debido a nuestra última conversación al respecto o a otra cosa. Como sea, se mantiene sentada sobre el suelo de madera, con la espalda apoyada en la pared sin ánimos o intención de levantarse, con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Conforme me ve salir, sus ojos vuelan a los míos y suspira enfurruñada.

—Siempre aparece en el peor momento. Parece que lo hiciera aposta.

—No seas mala, Georgie — la reprende Nevi, adelantándoseme. —Se pensaba que la habíamos abandonado.

—Tampoco sería tan mala idea... — murmura la niña prácticamente para el cuello de su camisa, pero la oigo.

—Cassie... — la regaño pacientemente. Ella pone los ojos en blanco.

El maserati no tarda en hacer acto de presencia por el camino de tierra que viene desde la verja. Avanza como una bala gris por este, levantando volutas de tierra a su paso, hasta que finalmente frena a pocos metros de las escaleras del porche, al final de las cuales la esperamos Nevi y yo. La joven no tarda en apearse del vehículo. Viste con un minifalda corta de tablas de color canela y un jersey de lana de cuello alto y grueso azul claro, medias oscuras y unas botas marrones de tacón que le llegan hasta la mitad del muslo, con una boina del mismo color que le cae ligeramente por un lado del cabello, el cual ha vuelto a ondularse para la ocasión. Hoy no trae café.

Avanza hacia nosotros sin siquiera cerrar la puerta del coche y conforme se acerca, sus pasos son cada vez más rápidos. Su rostro refleja un claro alivio al vernos, viéndose aplacada la clara angustia que debió sentir al ir a la fábrica y encontrársela vacía. 

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora