Nikolas - Philadelphia
Fábrica, Ene. 11:00—Respira —le ordeno al chico, y este hace lo posible por obedecer a mi indicación. Ha vuelto a responder como un ser humano, al menos, y eso ya es un gran avance. Sus ojos han dejado de ser amarillos y han vuelto a lucir ese verde opaco característico suyo, por lo que imagino que ya no hay de qué preocuparse—. Vamos, respira... —le insto.
—No puedo —jadea—. Me estoy ahogando. Me estoy ahogando —articula con la voz constreñida—. ¡¿Qué me... ocurre?! ¡N-no puedo... respirar...! —El chico boquea como un pez fuera del agua.
Su pecho se hincha de forma turbadora con cada bocanada de aire.
El saturómetro fijado a su dedo índice; el que traje junto a la bomba portátil de oxígeno, marca un nivel bajo todavía, pero va en un lento ascenso. 87%... 88%...
—¡Me muero, Ni-... Nikolas...! —farfulla.
—No te estás muriendo; no exageres —tuerzo una sonrisa. Al menos... eso espero. O Nevi va a estar muy cabreado.
—¡Nee!
—Ah, maldición —suelto una risa sardónica al oír su voz. Mienta al diablo...
En un segundo, está a mi lado, y no tarda en empezar a toser, apenas imagino que le llega el golpe de aire saturado de metales pesados.
Me revela con eso el pésimo estado de sus pulmones, probablemente debido a la forma en la que ha estado fumando el último tiempo, pues llevo aquí más tiempo con el muchacho, y todavía no soy presa de los síntomas. Aunque el picor en mi garganta y el ardor de mis ojos me indica que pronto el gas hará efecto también en mí.
—¡¿Qué-... demonios es eso?! —Inquiere, con la voz estrujada por el pujo de la tos en su garganta, y tose con más fuerza al momento de arrodillarse junto a mí para revisar el estado del chico—. ¡Caleb...!
—Ya está todo bajo control —le indico, sin dejar de sostener la mascarilla de oxígeno contra el rostro del muchacho—. Tarde, como siempre.
—Este olor... —Percibo otra voz a mis espaldas, más grave. La voz de Byron, igualmente constreñida por la densidad del aire—. ¿Plata...?
—¡¿Qué demonios has estado haciendo?!
—Lo que demonios he estado haciendo salvó la vida de tu panda de niños —replico de mal humor, sin mirarlo.
92%. La saturación de oxígeno del chiquillo ya casi vuelve a ser normal.
Este parece estar recobrando las fuerzas, pues se estremece inquieto sobre el brazo con el que le elevo la espalda del suelo en el intento de levantarse y una vez consigue sentarse, me aparta la mano con la mascarilla de un débil manotazo de la suya y se mueve para tratar de ponerse en pie. El dispositivo fijado al dedo se cae por sí solo en sus torpes maniobras.
Nevi acude para ayudarlo y Byron rodea su cuerpo para hacer lo mismo del otro lado. Entre los dos consiguen erguirlo sobre las piernas, y veo entonces, a través de la ya delgada niebla de humo, que Micah ha regresado, y que escuda el cuerpo de la pelirroja al ver a Caleb despierto; no tengo claro si en el amago de protegerla de otro posible ataque o de esconderla de la vista del chico lobo.
Se adelanta entonces hasta Caleb y le asienta las manos sobre los hombros:
—¿Estás bien, hermano?
El chiquillo lobo parece avergonzado cuando responde con una cabeceada bochornosa en afirmativa y dispara la mirada hacia el suelo.
—No te... he hecho daño. ¿Verdad...?
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HUNTERS ~ vol.2
ParanormalHabiéndose revelado sus respectivos pasados, Byron y Nevi consolidan su alianza. Sin embargo, el plenilunio se acerca, y la situación de Caleb no augura nada bueno. Por otro lado, ambos cazadores saben que no podrán quedarse en Philadelphia para sie...