21. A tiempo - Nevi

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Nevi - Philadelphia

Todo pasa muy rápido. Veo a Nee clavar la vista al frente, y antes de poder seguir la dirección de sus ojos, distingo por el rabillo de los míos una silueta emborronada saltar directo hacia él, derribándolo con una violenta embestida.

En cosa de un segundo, Nee está de espaldas en el suelo, presa de un necrófago enardecido que gruñe, brama y se retuerce sobre él, buscando dónde hincar los dientes.

—¡¡Nikolas-...!! —mi carrera en su auxilio se ve interceptada por dos necrófagos— ¡¡NEE!!

No puedo llegar con él. No podré llegar... ¡No podré llegar...!

Finalmente, la fiera consigue cerrar las fauces en torno a su garganta, la cual comienza a morder y sacudir como si fuese un animal.

Desde mi posición, entorpecido por los ataques incesantes de los necrófagos que me cortan el paso, soy incapaz de ver qué ocurre, pero un sonido escalofriante me sacude de pies a cabeza con un estremecimiento.

El de carne rasgándose, acompañada de un quejido ahogado y borboteante.

La cabeza platinada de Micah pasa frente a mí convertida en un borrón y derriba al necrófago, rodando uno sobre el otro lejos de Nikolas. Y yo todavía no consigo librarme de los otros dos para poder acudir con él.

Sin embargo, alcanzo a ver desde mi lugar por lapsos fugaces, el suelo ennegrecido debajo de su cuerpo, a la altura de su garganta y su cabeza. Una serie de líneas oscuras se deslizan por su cuello blanco y gotean sobre el piso. Está inmóvil... completamente inerte, como uno más de los cadáveres que se hallan sembrados por el todo el suelo del patio del colegio a su alrededor.

De pronto, gira el rostro en mi dirección con una tos convulsa que sacude todo su cuerpo con espasmos. Y cuando lo hace, las mismas cascadas oscuras de su cuello trazan gruesos y densos caminos desde la comisura de su boca, y desde ambas fosas de su nariz, fundiéndose en un solo riachuelo que fluye caudaloso por su mejilla y que gotea bajo su rostro.

Micah se hace con el arma, y acciona el mecanismo lanza-llamas para exterminar a los últimos necrófagos. Y en el momento en que la luz del fuego ilumina el rostro de Nikolas, las cascadas que surcan su rostro adquieren un color rojo brillante, y la mancha bajo su cabeza adopta la forma de un charco denso del mismo color.

Sus ojos están abiertos y fijos en mi dirección; mas no me miran y no devuelven ni un destello del reflejo del fuego. Toda luz se ha escapado de ellos, y lo único que resta en sus pupilas oscuras es un vacío helado, dejado por la vida que ya no los habita.

El alma me rehúye con una sensación desagradable, como si algo la arrancase de mí, mientras que el resto de mi cuerpo se quedara atrás, incapaz de moverse, al mismo tiempo en que dejo de respirar y la voz se atasca en mi garganta cuando intento llamarlo.

«Nikolas...» «Nikolas...» «¡¡Nikolas-...!!»

Un intenso sobresalto me devuelve el alma al cuerpo con tal brusquedad que casi puedo sentirla aterrizar en mi interior, devolviendo de golpe el movimiento a mis miembros y la respiración a mis pulmones.

Abro los ojos, y la imagen ante ellos cambia drásticamente.

Me encuentro con las mismas pupilas color carbón de Nee, pero muy distintas a las de mi sueño.

Vivas.

Vivas... y demasiado cerca.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora