48. Significado - Nevi

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Nevi - Pennsylvania
Algún lugar de la carretera, Ene. 7:50AM


No es el progresivo aumento de la luz sobre los ojos aquello que consigue despertarme —después de tantos años durmiendo durante las horas del día podría decirse que soy inmune a la luz del sol o al ruido y ambos me son indiferentes para poder descansar—, y por increíble que sea, tampoco el frío de la mañana; el cual si bien no fue impedimento durante la madrugada, cuando el cansancio me ganó, y ahora empiezo a resentir con cada minuto que pasa, tampoco es que me moleste demasiado. Dormir al aire libre tampoco es algo nuevo.

Es la sensación áspera y dura de la corteza de árbol bajo mi cuerpo, clavándose en cada ángulo del cual, lo que me obliga a abrir los ojos, conforme este me demanda una posición más cómoda. Pero no la hay encima de la rama de un puto árbol, no importa cómo me acomode, y aquello no consigue sino ponerme más molesto, pues es justo el motivo por el que elijo dormir así.

No quiero estar cómodo; no quiero dormir profundamente. Porque si lo hago, algo terrible va a pasar mientras no esté en alerta. De eso llevo años convenciéndome...

Nunca antes me había molestado. Claro... lo hizo los primeros meses. Acostumbrarme fue un proceso, y temo estar retrocediendo. Y lo peor es que conozco bien el motivo. Me he acostumbrado a la sensación de seguridad que ofrece un equipo; una familia... algo que no había experimentado hacía mucho. Pero eso no es todo.

Me he acostumbrado a una cama. Y no a cualquiera, sino a la cama de Nee.

Ese solo pensamiento me obliga a erguirme sobre la rama del árbol al que me trepé en algún punto de la madrugada cuando me cansé de correr, con una pierna colgando de cada lado para equilibrarme y frotarme los ojos con fuerza para espabilar. No quiero seguir durmiendo. Al momento de dormirme estaba demasiado cansado para pensar en él, y si doy a mi mente aunque sea un momento de quietud ahora, es probable que vuelva a hacerlo.

Resuelto a ponerme en marcha —¿a dónde? Adonde sea...—, me bajo del árbol de un salto y aterrizo doblando las piernas con una corriente inusitada de dolor.

O tengo los miembros agarrotados por la carrera de anoche, o estas rodillas no aguantarán mucho más corriendo por terrenos irregulares toda la noche y soportando fríos y caídas. ¿Qué haré el día en que esté demasiado viejo para cazar; la única cosa en la que soy bueno? ¿Llegaré a ver ese día o algo me desmembrará antes? O quizá acabe con una pierna prostética, condenado a una vida de mesuras como el viejo Bob.

Aquello me hace pensar en él y en cómo estará ahora. Cómo estarán Byron y Sophie. Sophie en su hotel cinco estrellas, y Byron en un sillón de hospital, seguro...

¿Cómo ha acabado aquí mi tren de pensamiento? No importa. Cualquier otro pensamiento es bueno si consigue apartar mi cabeza de Nikolas. Y así, me encuentro pensando en él otra vez. Como un odioso juego de «The Game»...

Un súbito, ensordecedor estruendo provoca que doble las piernas por reflejo, cubriéndome la cabeza y después me yerga con las manos en alto, dando vueltas de un lado al otro, buscando el origen, cuando los ecos son todavía audibles en el campo abierto. Y no tardo mucho en dar con él.

Un anciano con pintas parecidas a las de Bob; gorra, chaqueta de pescador, y una barba dispareja sobre su mandíbula redonda, me apunta con una escopeta. Perfectamente podría ser él.

Qué manera excelente de comenzar el día.

—... ¡Uh, ¿disculpe?! —inquiero sin bajar las manos— ¡¿Qué mierda?!

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora