Hormiguero (I)

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Gjaki y Eldi estaban cada uno a un lado de la arquera, mientras que la lince le cubría la espalda. La azor ayudaba desde arriba, aterrizando en una u otra hormiga, y destrozando sus antenas u ojos.

Goldmi abría paso al frente, aniquilando a las hormigas con sus flechas. Siendo éstas un nivel por debajo y estando justo delante, resultaba sencillo derribarlas. Quizás, quienes tenían más trabajo eran tres pequeños seres que se encargaban de recoger los cadáveres. Trabajaban sorprendentemente bien en equipo, obedeciendo las órdenes subconscientes de sus amos.

Alertadas, las hormigas trataban de cortarles el paso, pero no había suficientes y ellos avanzaban rápido. Quizás, si muchas de ellas no estuvieran inspeccionando ciertas cuevas en las que el grupo había estado el día anterior, les hubiera costado más avanzar.

También es cierto que aún hubiera sido más sencillo si la elfa hubiera pedido ayuda a las fuerzas de la naturaleza. Sin embargo, ahora sabía que esas habilidades causaban estrés en las plantas, por lo que prefería no hacerlo si no era necesario.

De hecho, tras usarlas, solía quedarse un rato en el lugar. Su maná y su aura restauraban poco a poco a las plantas que la habían ayudado. Aunque también es cierto que las dríadas le habían asegurado que no se preocupara, que ellas se encargaban. Sólo tenía que enviar algunos deliciosos bocados para ellas de vez en cuando.



–Ya hemos llegado– anunció Gjaki.

La entrada al hormiguero era un enorme montículo del que salían continuamente sus habitantes, buscando a los intrusos. La cabeza de una hormiga salió justo en ese momento, y ambos ojos fueron atravesados por sendas flechas. Al mismo tiempo, una ave albina desgarraba una de las antenas. Varias flechas más le atravesaron la cabeza, provocando que finalmente cayera por donde había venido, y arrastrara a un par de compañeras consigo.

Subieron el montículo, que Goldmi ya había limpiado previamente de hormigas. Mientras lo hacían, la vampiresa se deslizó bajo una de las hormigas que se acercaban, cercenó las patas de un lado, y salió rápidamente para evitar ser aplastada.

Eldi Propulsó a otra hacia atrás. No se preocupaba en matarlas, sólo tenía que empujarlas una y otra vez. Además, heridas, obstaculizaban a las que venían por detrás.

La lince Saltó sobre el insecto y atacó su cuello. Desestabilizado por el impacto, apenas pudo oponer resistencia.

Se quedaron un rato alrededor de Goldmi, mientras ésta limpiaba el túnel de entrada al hormiguero, acribillando a las hormigas que querían escalar hacia la salida.

–Limpio, más o menos. Algunas van apareciendo por abajo– informó a sus compañeros.

–¡Voy!– exclamó la vampiresa, quien en realidad ya lo sabía. Uno de sus Murciélagos estaba observando la entrada.

Sin pensárselo, saltó por el agujero y se dejó caer, ganando velocidad hasta que llegó el momento de usar Planear. Tras reducir considerablemente la velocidad de caída, desactivó la habilidad y se impulsó con ambos pies en la pared.

Dio media vuelta en el aire mientras llegaba al otro extremo y repetía el movimiento. Esta vez, en lugar de la pared, se encontró con una recién llegada hormiga, que recibió una fuerte patada entre ambos ojos. Además, debido a Daga Sorpresa se había clavado también una daga.

La hormiga fue empujada ligeramente hacia atrás, pero eso no la ayudó a escapar. Gjaki había saltado hacia delante tras el impacto y subido sobre su lomo. El insecto fue pronto eliminado, habiendo sido las heridas de las dagas más devastadoras gracias a Toque de Fuego.

Se volvió para encararse con el siguiente, pero una veloz lince se le adelantó. Había bajado saltando de lado a lado del túnel vertical. Cuando había llegado abajo, había Saltado directamente sobre su presa. La pilló por sorpresa, logrando así cerrar sus mandíbulas sobre ésta con facilidad. Luego se giró y miró a la vampiresa, como presumiendo por haberse adelantado.

Goldmi sonrió mientras se dejaba caer. Su hermana precisamente estaba presumiendo, y la azor criticándola. Aunque reacia, el ave blanca estaba siguiendo a la elfa, pues no quería quedarse sola fuera. Aunque no le gustaban los espacios cerrados, prefería estar con sus hermanas.

Flotó para posarse suavemente en el compacto suelo arenoso, mientras Eldi bajaba el último. Había colocado una Cúpula de Fuego sobre la entrada del hormiguero, impidiendo así que las hormigas llegaran durante un rato. O, si lo hacían, que lo hicieran chamuscadas.

Usaba Escalar para bajar por la cuerda, atada a la lanza que estaba clavada en la pared. Gjaki había propuesto que se tirara al vacío y usara Inexpugnable, pero él prefería guardarse esa habilidad por si era necesaria. Al menos, esa era la razón con la que se había convencido a sí mismo, no queriendo en realidad comprobar si realmente la habilidad funcionaba en las caídas como en el juego, algo que algunos consideraban un exploit. Quizás, en otro momento y con menos desnivel.

También podía confiar en Helicóptero, pero no acababa de estar seguro de poderlo usar en aquel túnel relativamente estrecho. Apenas lo había probado.

Aterrizó y se fue al frente. Aunque no era realmente un tanque, era el más robusto del equipo. Gjaki estaba justo detrás, mientras que la lince estaba cerca de su hermana, vigilando la retaguardia, o si tenía que ayudar por delante. Habían colocado trampas, pero no podían sólo confiar en ellas.

El túnel estaba iluminado por un par de lámparas flotantes, que seguían las órdenes de sus dueños. Gjaki no las necesitaba, pero sus dos compañeros sí.

La azor estaba sobre el hombro de la elfa, un tanto incómoda por el lugar en el que se encontraba. No obstante, a la menor oportunidad, no dudaría en ayudar.



Durante un rato, el avance fue fácil y poco fructífero. Las hormigas de un nivel menos no les daban mucha experiencia, pero tampoco necesitaban exprimir su maná. Fue cuando vieron dos hormigas más grandes que el resto juntas cuando entendieron que tenían que empezar a ponerse serios.

Ya se habían encontrado algunas de aquellas hormigas soldado, cuyo nivel solía ser entre uno y dos superiores al resto, aunque habían encontrado incluso de tres. Es decir, dos más que el actual nivel de Goldmi y Eldi.

–Ese debe de ser el túnel adecuado– señaló Gjaki.

Las había visto salir de uno de los túneles adyacentes a través de su explorador alado. Su objetivo era acabar con ese hormiguero, con la reina. El lugar de donde salían las más poderosas parecía una buena pista, si bien no podían estar seguros. Al menos, tendrían oponentes más poderosos para levear.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora