Peleas (III)

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Los chamanes bárbaros tuvieron bastante trabajo aquella noche. Aunque habían ganado algunos combates, en global habían sido dolorosamente derrotados.

Las gigantas eran imbatibles, y habían noqueado ellas solas al menos a doce bárbaros. Los tres compañeros, a otros nueve, ante la mirada divertida de las dos hermanas de la elfa. El resto, habían sufrido diferente suerte, aunque con un balance favorable para los aventureros.

Derrotados, los bárbaros acabaron activando sus pases y saliendo de la mazmorra, donde sus heridas serían tratadas. No eran graves, pero la humillación había sido dolorosa. No obstante, no había resentimiento, sólo rabia por haber perdido. Aunque cabezotas y agresivos, sabían aceptar una derrota. Podrían querer una revancha, pero nunca buscar venganza.

Eso lo sabían bien Apli y Tritu. Cada cinco años como mucho, uno como poco, tenían que derrotar a esta misma tribu. En su favor, había que decir que no se rendían. Aunque también podía decirse que eran extremadamente tozudos.



Se levantaron un poco más tarde lo normal, y no fueron los únicos. Los eventos de la noche habían trastocado un poco los planes de los aventureros, aunque la mayoría estaban de buen humor. Sólo a los que habían perdido sus combates se los veía cabizbajos.

Se despidieron amistosamente los unos de los otros cuando empezaron sus respectivas jornadas. Sin duda, la gran trifulca había estrechado el sentimiento de camaradería. Por no hablar de que muchos habían colaborado en curar a los más contusionados.

Con la ayuda de la azor, Gjaki, Eldi, Goldmi y la lince se alejaron del resto de aventureros y siguieron localizando Serpientes de Lava, además de diezmar las Larvas de Lava que se encontraban. A media tarde, habían llegado a nivel 93.

De forma similar a la planta anterior, no les valía la pena continuar en aquella planta. Si bien podían acabar con ellas con más eficiencia, necesitaban el doble para una cantidad similar de experiencia. Eso hacía que tuvieran que recorrer más terreno, que les costara más encontrar espacios libres de otros aventureros.

Además, estaban cansados del calor y la lava. Aura de Hielo los protegía y refrescaba, pero el ambiente seguía siendo sofocante. Así que decidieron dirigirse hacia la siguiente planta.



En 93, Goldmi había recuperado Milagro. Es una habilidad lenta y que requiere una gran cantidad de maná, pero sus efectos son Milagrosos. No solo cura, sino que puede regenerar partes del cuerpo. La tenía en 10, ya que en ciertas misiones de refugiados había resultado imprescindible.

Como habilidad, había recuperado Taladro, una habilidad compartida con Gjaki, aunque la elfa usaba espada y daga en lugar de dos dagas o uñas. Su uso había sido ocasional, aunque la había practicado contra cierto tipo de gólems muy lentos. Por ello, la tenía en 4.



Eldi había recuperado también Milagro, y también la tenía en 10 por la misma razón. De hecho, habían llevado a cabo aquellas misiones juntos.

Tampoco la habilidad era diferente, aunque en su caso Taladro se ejecutaba con una lanza que era agarrada con ambas manos. La había llevado a 8, ya que era mucho más fácil de levear para alguien que lucha cuerpo a cuerpo.



Era una serpiente similar a las que habían estado cazando hasta entonces, pero su tamaño era considerablemente mayor. Era enorme.

Además, no podían hacer que los siguiera y se enfriara. El jefe de planta no se alejaba mucho del lago de lava que cubría el paso a la siguiente planta. Por si fuera poco, por desgracia para ellos, aquel jefe no era tan popular.

Si no querían complicarse la vida, podían volverse y esperar al día siguiente. Numerosos grupos salían por la mañana para dirigirse directamente allí. Solían atacar al jefe entre todos para pasar a la siguiente planta, sin importarles el desafío. Sólo querían dejar la lava detrás.

Claro que, si quisieran hacer eso, no estarían allí. El desafío les resultaba interesante, y no querían perder tanto tiempo. Goldmi añoraba a su familia, y Gjaki también aunque no lo reconociera. El caso de Eldi era diferente, ya que no podía ir junto a quien deseaba, pero tenía que reconocer que se sentía a gusto en la mansión.

La enorme serpiente los esperaba sobre el lago de lava, que hacía imposible atacarla cuerpo a cuerpo. La estrategia era sencilla. Goldmi atacaría, y los demás defenderían a la elfa. Al menos, durante la primera fase.

La arquera empezó el ataque con tres Flechas de Viento, pues resultaban algo más eficiente que las Etéreas. Se clavaron en el cuerpo de la enorme serpiente, sin introducirse demasiado. La magia de viento seguiría haciendo efecto hasta que fuera contrarrestada por el maná ardiente.

El jefe de planta contratacó Escupiendo Lava. Goldmi podría haber interceptado aquel ataque, pero su función era usar todo su maná y energía para atacar. Así que dejó que Gjaki, Eldi, la azor y la lince bloquearan con sus cuerpos.

Resultaba doloroso, aunque sólo eso. A pesar de que se suponía que era lava, en realidad era maná imitándola, por lo que el ataque era tan poderoso como lo era dicho maná. No podía más que herirlos un poco, aunque quemaba.

Gjaki dejó actuar a Autorregenear, mientras que Eldi se curó a sí mismo, a la lince y a la azor con Curación Básica. Inmediatamente, volvió a aplicar a todas Espejo Mágico. El hechizo había devuelto la mitad del daño del ataque, mientras que la otra mitad se había visto reducida por Aura de Hielo, las armaduras y las defensas de cada uno.

Era una táctica que habían usado a menudo en el juego, dejarse herir para reflejar el daño. Claro que tenía una diferencia a entonces.

–Quema...– se quejó la vampiresa.

–En el juego no dolía...– protestó también Eldi.

No obstante, sólo fue un momento, y ya lo esperaban. Ni la lince ni la azor se quejaron, aunque no porque no les doliera. Ninguna de las dos quería ser la primera en quejarse, y dejar que la otra se burlara.

Goldmi los miraba sintiéndose un poco culpable, pues ella era la única que no tenía que sufrir. Miró con preocupación a Eldi, y también con agradecimiento.

Su hermana alada era la más vulnerable. En términos del juego, tenía menos puntos de vida. Por ello, el alto humano la había Protegido, asumiendo la mitad del daño que el ave recibía.

Claro que Eldi tenía Esto no es nada, que le permitía soportar el dolor. Si lo usaba o no era algo que las demás nunca sabrían.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora