Asesino (I)

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Aunque cogido por sorpresa, el asesino no tardó en reaccionar. Era un profesional veterano, que no pocas veces había tenido que escapar precipitadamente.

Sin dudar, recogió la capa, exponiendo así su figura. Inmediatamente, ejecutó Doble de Paja, dejando una ilusión sólida en su lugar con base de paja. Apenas duraría unos segundos, pero era suficiente.

Junto a la habilidad, lanzó una pequeña esfera. Al romperse contra el suelo, un espeso humo lo envolvió, dejando medio al descubierto a su Doble, pero escondiéndolo a él. Si bien Gjaki y la lince podían ver en la noche, no significaba que pudieran ver a través de aquella barrera gaseosa.

Apenas tardó un instante más en ejecutar Retirada. Era una habilidad que le daba una extraordinaria rapidez por cinco segundos, muy útil para escapar de situaciones peligrosas. Quizás, la oscuridad de Noche lo cegaba, pero sólo tenía que ir en dirección contraria a los recién llegados, cuya respiración podía percibir.

Después de ganar distancia, tendría que decidir qué hacer. No sabía cómo lo habían descubierto, pero eso significaba que no podía seguir el mismo plan. Por ello, lanzó un minúsculo artefacto al suelo. Se pegaría clandestinamente al primer ser vivo que se acercara, permitiéndole seguirlos desde una distancia segura.

A pesar de todas sus preparaciones, su carrera fue frenada por una estructura de hierbas entrelazadas. Aunque no podía verlo con claridad, lanzar Prisión Vegetal rodeando cierta zona no era un problema para Goldmi.

No obstante, la Prisión Vegetal compuesta de hierbas de la pradera no era muy resistente, tanto por su composición como por el nivel de Goldmi, inferior al del asesino. Éste reaccionó rápidamente con Cien Cortes para abrirse paso.

–¡Maldita sea! ¡Esto debe ser una broma!– masculló el asesino.

Tras romper la barrera y perder un valioso segundo, se encontró con unas rejas de hielo que le cortaban el paso, una Prisión de Hielo. No dudó en atacar, ni en atravesar la Prisión de Fuego, a pesar de las quemaduras. El choque de la Prisión Eléctrica le sorprendió, y tuvo que apretar fuertemente los dientes para superarla.

Si no fuera por la diferencia de nivel y por la protección de su equipo, no podría haber escapado. Sin embargo, había sido retrasado lo suficiente como para que Retirada perdiera su efecto, y ahora se enfrentaba a una Prisión de Oscuridad. No sólo era muy corrosiva, sino que podía sentir que las fluctuaciones de maná incluso superaban su nivel.

Aunque reticente, apretó su puño para romper un pequeño objeto de madera de forma cilíndrica. Una barrera lo envolvió, ayudándole a superar la Prisión de Oscuridad, aunque no evitó que sufriera algunos daños. Parte de sus ropas habían sido quemadas, rasgadas y corroídas, y su piel no estaba mucho mejor.

Al menos, había superado todos los obstáculos gracias a su rápida reacción, y a que sus enemigos estaban un tanto lejos. Aunque el sacrificio no había sido poco, y ejecutar una segunda Retirada le suponía un considerable estrés en su cuerpo.

A pesar de ello, lo hizo. No pudo sino sonreír cuando escapó de la capa de oscuridad, a pesar de su desaliñado aspecto y heridas. Aunque esa sonrisa se congeló al encontrarse con un veloz objeto que se aproximaba hacia él.

La azor había estado observando la escena a través de los ojos de su hermana, así que había caído en Picado para encontrarse con el asesino y Chocar contra él.

A pesar de la diferencia de nivel, la fuerza del choque desestabilizó completamente al escurridizo asesino. Lo había cogido por sorpresa, y había que sumar la velocidad del ave a la de Retirada. Incluso la azor sintió el golpe, a pesar de la protección de la habilidad, saliendo disparada hacia atrás sin control.

Goldmi reaccionó rápido para curar a su hermana con Vínculo de Vida, y a sí misma tras compartir el daño. Eso ayudó al ave a recuperarse y poder recobrar el equilibrio en el cielo. Por suerte, el impacto la había enviado hacia arriba, no hacia el suelo. O, más que por suerte, por experiencia.

Confundido y frenado por el ave, cuando el asesino se levantó se encontró un Muro de Roca enfrente. Eso lo obligaba a dar un rodeo, o intentar saltar por encima, aunque no fue eso lo que más le sorprendió.

–¡Es él!– exclamó para sí.

Esa breve indecisión fue suficiente para que la lince saltara sobre él. Al sentir el peligro, se revolvió para lanzarle una daga envenenada, pero los reflejos felinos no son una patraña. La supuesta loba lo esquivó fácilmente, aunque perdió la oportunidad de alcanzarlo. Aun así, había conseguido distraerlo.

Tres Flechas Toscas con Acelerar impactaron en el pecho del asesino, empujándola hacia el Muro, a la vez que bajo sus pies surgía un Abismo. Debido a su situación, fue incapaz de evitarlo, y volvió a caerse. Dado que era una técnica de hacha, confirmaba la identidad de su objetivo, aunque era demasiado tarde para pensar en ello.

En cuanto cayó, se intentó levantar, pero un golpe Telekinético lo volvió a enviar contra el suelo. Antes de que pudiera reaccionar, las hierbas se estaban Enredando en él, inmovilizándolo. Quizás no eran lo suficientemente fuertes para retenerlo por mucho tiempo, pero sí para que sus enemigos acabaran de llegar.

Atadura Sanguínea reforzó las plantas, y la llegada de los tres compañeros imposibilitaba que pudiera huir. No pudo sino mirarlos con impotencia.

–¿Quién eres y qué es lo qué quieres?– preguntó Gjaki, con una de sus dagas en el cuello de éste.

En lugar de responder, el asesino sonrió amargamente. Había sido capturado y sus enemigos querían interrogarlo. Sólo le quedaba una opción, ejecutar Estallar.

Era una habilidad que todos los asesinos debían aprender antes de formar parte oficial del Gremio. No era muy difícil ni muy poderosa. Servía tan solo para hacer Estallar una cavidad en una de sus muelas, liberando un poderoso veneno.

–¡Es un asesino! ¡Se quiere suicidar!– exclamó Gjaki.

La vampiresa tenía experiencia en lidiar con asesinos. Más de uno había intentado matarla, hasta que el número de bajas había sido demasiado numeroso, y la reputación de la Reina de Sangre había llegado a todos los rincones. El Gremio de Asesinos había anulado todos los contratos contra ella, e incluso tomado la iniciativa de contactar con Gjaki y asegurarle que no volverían a atentar contra ella.

Si bien era un grupo peligroso y poderoso, no querían tenerla como enemiga. Aunque la vampiresa no había asegurado que no fuera a tomar represalias.

Después de muchos años, se había encontrado de nuevo con uno de ellos.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora