Cocción

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Cuando Gjaki terminó de desayunar, abrió un Portal para traer a Goldmi y a su familia. Las niñas llevaban un vestido negro con unas pequeñas alas de murciélago en la espalda. Tenían un lazo también negro en el pelo con una calavera en el centro, que hacía juego con la de su cinturón.

La vampiresa les había dejado en su habitación los vestidos que les había prometido, y ellas se habían negado a ponerse cualquier otra cosa. Sonreían para mostrar sus colmillos falsos de pequeñas vampiresas, con los que habían amenazado con morder a la propia Gjaki. De hecho, lo habían hecho, ante los gritos de dolor ficticios de ésta.

Las dejaron al cuidado de Diknsa, que las llevó al jardín para que jugaran con una enorme cochinilla. El insecto había sido traído tiempo atrás por Gjaki, que al parecer lo encontraba fascinante, en especial cuando se doblaba sobre sí mismo para formar una enorme bola. No era raro verla empujándolo de un lado a otro.

Sin duda, se había convertido en la mascota de la mansión, pues había resultado ser sorprendentemente dócil. A los niños les encantaba, y a otros no tan niños. No tardaron las gemelas en unir fuerzas para empujarlo, para que rodara por el jardín. Aunque no lo hubieran conseguido sin la colaboración de la propia cochinilla.

No era un ser muy inteligente, pero sabía que dejarse empujar solía proporcionarle deliciosos bocados. Tenía especial debilidad por unas enormes hojas azules que Diknsa le acababa de mostrar.



Cuando llegaron a la sala de artesanía, Eldi hacía un buen rato que estaba preparando la poción. Se quedaron contemplándolo refinar ingredientes, calentarlos, mezclarlos, refinar el resultado, mezclarlo con otro, volver a refinarlo una y otra vez.

Paso una media hora hasta que Gjaki perdió la paciencia. Quiso invitar a Goldmi y Elendnas a tomar algo, pero los dos parecían inmersos en aquella preparación. Se cogían de la mano con fuerza en ocasiones. Otras se abrazaban con cariño, apoyándose el uno a otro. A veces se mordían los labios. Quizás era aburrido, pero era demasiado importante para ellos como para irse.

La vampiresa suspiró, hizo aparecer un sofá, les dejó unas bebidas en una mesilla, y se fue a dar una vuelta por la mansión, ante el agradecimiento de los elfos. Un rato después, estaba ayudando a las gemelas a empujar una cochinilla.



Nunca Eldi había estado tanto tiempo elaborando una poción. En el juego, era automático, y ninguna tardaba más de unos segundos. Una vez había vuelto, había creado varias, pero nunca una como aquella.

Daba gracias a que podía descansar a ratos, pues era imposible mantener la concentración durante las horas que llevaba allí. Ahora, era uno de esos momentos. El resultado de la última cocción se estaba enfriando, así que podía tomarse un refrigerio.

Vio más allá como los cuatro elfos estaban en el sofá. Las dos niñas y su padre dormían la siesta, mientras que su madre le miró un momento, sonriéndole como para darle ánimos. La elfa hubiera querido ayudarlo, incluso si era sólo para secarle el sudor de la frente. Sin embargo, temía distraerle. Le daba pánico esa posibilidad.

Eldi le devolvió la sonrisa, y luego volvió la mirada a otra de las mezclas. Activó entonces la plataforma para imbuirla con maná y calentarla con cinco pequeños fuegos, mientras cogía la sangre de aracne y la vertía gota a gota.

Calculaba que estaba a mitad camino, y eso que era la poción de Regeneración, la más sencilla de las dos. No quería ni imaginarse como sería la de Renacimiento, aunque en parte deseaba averiguarlo. Aunque cansado, le resultaba también fascinante.

Estaba aprendiendo nuevos usos de la plataforma que hasta ahora había ignorado, y eso abría nuevas puertas. Si no se preguntaba una y otra vez como podría afectar a otras recetas, era simplemente porque su atención absoluta era necesaria para la confección de la poción actual. Sin duda, empezaría a probarlo en cuanto tuviera la oportunidad.



Era entrada la noche cuando sacó las siete gemas. Individualmente pero al mismo tiempo, las empezó a calentar con un fuego suave. Poco a poco, el fuego fue subiendo de intensidad, hasta que éstas se fundieron, dando lugar a un viscoso líquido del color de la gema.

Se sentía nervioso. Era el último paso, el momento de comprobar si todo el trabajo daría su fruto o había sido un rotundo fracaso. Con ayuda de la plataforma, colocó los siete recipientes con el líquido de las gemas alrededor del resultado del trabajo de todo el día. Luego, vertió los siete contenidos muy poco a poco.

Añadió un poco de calor en siete puntos. Luego, un poco de maná alrededor de estos. Dejó caer sangre de vampiro ancestral para unir esos puntos. Poco después, hizo circular el maná para cerrar el circuito de sangre. Poco a poco. Con sutileza.

El maná tomó el color rojo de la sangre, para luego ser salpicado por el resultado de la fusión de cada gema. Cuando esa mezcla de colores llegó al siguiente punto, se añadió un nuevo color, una nueva esencia. Hasta que las siete esencias empezaron a circular a través de la sangre, cada vez más rápido.

La velocidad y el maná crearon una fuerza de succión multicolor que absorbió el resto del líquido. Eldi entonces extinguió las fuentes de calor y mantuvo un constante flujo de maná para forzar que se mezclara.

Finalmente, dejó de añadir maná y se quedó mirando como el pequeño vórtice iba frenándose. Prácticamente, no pestañeó mientras aguantaba la respiración.

Como si de una especie de milagro se tratara, la mezcla empezó a tomar un color azul turquesa a medida que se enfriaba y detenía. También, ganaba en transparencia, así como surgía un leve y misterioso brillo.

Sin embargo, la interfaz del juego no la reconocía como una poción, por lo que empezaba a sentirse preocupado. No sólo era la posibilidad de haber fallado, sino de no saber dónde, de no saber cómo hacerlo mejor la próxima vez.

No fue hasta que se detuvo completamente la rotación del líquido que afloró en la superficie un curioso patrón fractal, como si de un copo de nieve de siete colores se tratara. En ese mismo instante, el aviso de "poción de Regeneración confeccionada" apareció en la interfaz.

Eldi la cogió casi temblando, con sumo cuidado, y salió de la plataforma. Cuando alzó la mirada, se encontró con dos elfos que se habían levantado y lo miraban expectantes, tan expectantes como temerosos.

Él sonrió y asintió con la cabeza. Goldmi y Elendnas se miraron con los ojos humedecidos, se abrazaron y se besaron.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora