Segunda planta (II)

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El tercer tipo de ser era una serpiente de hasta diez metros de longitud. No había muchas, pero la experiencia que daba era equivalente a un par de decenas de seres de su nivel.

Salía de lagos de lava de gran profundidad, algo que era imposible de conocer a priori. De hecho, su existencia y la profundidad de los lagos variaba con el tiempo, por lo que ni siquiera la experiencia era suficiente para prever de dónde podían salir.

Eran un enemigo temible. Su cuerpo estaba a cientos de grados de temperatura, tenía un tamaño formidable, y no era excesivamente lento. Además, solía haber Larvas de Lava cerca, que interferían con sus Escupitajos de Lava. Si no fuera fácil escapar de ella, aquella planta hubiera sido realmente un infierno. No es que le faltara mucho.

Ellos no querían escapar. Aquellas serpientes eran su principal objetivo para levear lo más rápidamente posible. Así que no dudaron en enfrentarse con la Serpiente de Lava en cuanto apareció.

Irónicamente, lo primero que hicieron fue salir corriendo. Dichas serpientes perseguían a sus presas hasta que las perdían de vista, razón por la cual no corrieron muy rápido. Lo único que querían era ganar tiempo, hasta llegado el momento adecuado.

–No se ha quemado– informó Goldmi al cabo de un rato.

Había estado disparando flechas de nivel 1 sin ninguna habilidad o hechizo adicional. Su único objetivo era averiguar si el cuerpo de su presa se había enfriado lo suficiente. Además de ello, Eldi iba colocando algunos Muros de Hielo por el camino para acelerar el proceso, y causar algo de daño.

Gjaki, por su parte, había estado atacando a las larvas con un látigo de piel de dragón, o eso se decía en el juego. Fuera o no verdad, era inmune a las altas temperaturas.

Dichas larvas eran también atacadas por Eldi y Goldmi, y la vampiresa sólo las remataba si estaban cerca. Dado que estaban huyendo, a veces a sus compañeros no les daba tiempo.

Eldi renovó entonces las Auras de Hielo, y usó Propulsar sobre Gjaki, que se había subido al martillo, enviándola por los aires. Ésta Planeó sobre la Serpiente de Lava, hasta conseguir aterrizar en su cabeza.

Mientras tanto, la lince la distraía, esquivando sus torpes pero poderosos ataques. Goldmi y Eldi limpiaron de larvas los alrededores antes de unirse a la batalla, mientras que la azor Chocó con la serpiente cerca de Gjaki.

Con su aura de viento activa, atacaba el enorme cuerpo con su pico y garras, que eran más efectivos que los Filos de Viento que había recuperado en nivel 80, tiempo atrás. Era mejor invertir el maná en el aura y realizar ataques físicos.

Por supuesto, a su hermana de cuatro patas ni se le ocurrió usar su aura de fuego, y muchos menos las Bolas de Fuego que también había recuperado en nivel 80. Contra un ser que nadaba en lava, eran inútiles.

Mientras la lince esquivaba los Cabezazos de la serpiente, Eldi saltaba los pequeños cráteres resultado de esa habilidad, y se acercaba a su enemiga. Cabe decir que Gjaki se mantenía sobre esa cabeza como si de un rodeo se tratara, incluso exclamando divertida. Eso ayudaba a confundir a su enemigo, por lo que no lo hacía sólo por la diversión. O quizás el confundirlo era un extra inesperado.

Cuando eso pasaba, la azor simplemente batía sus alas y esperaba a que la serpiente volviera a alzar la cabeza.

El mago de batalla creó varios Muros de Hielo y se apartó a un lado, dejando que la lince retrocediera y provocara que la serpiente la siguiera, llevándola sobre los Muros. Eldi aprovechó para atacar por el lado con su hacha, imbuida con Toque de Hielo, además de dañarla con el Aura de Hielo, como Gjaki. Sin duda, la magia de hielo era especialmente efectiva en aquella planta.

El cuerpo era enorme, y la atención del ser estaba fijo en la lince, así que podía ejecutar con facilidad Rebanar. Además de eso, clavó una Lanza de Hielo con Punzada Desgarradora. Era altamente efectivo, y el hielo seguiría haciendo daño por un rato.

Sin embargo, tenía que racionar su maná. Había invertido mucho en los Muros, y necesitaba reservar lo suficiente para imbuir con Auras de Hielo a sus compañeras si lo necesitaban.

Por su parte, Goldmi se encargaba de cualquier larva que pudiera aparecer. Si no había ninguna, disparaba Flechas de Viento al enorme ser, que resultaban las más efectivas.

Sólo si abría la boca usaba las Flechas de Luz, pues la piel de la serpiente era mucha más dura que la de las larvas, impidiendo que le hiciera ni un rasguño.

A decir verdad, aquel ser no era tan temible en la mazmorra, aunque sí en la realidad. La Serpiente de Lava en la que estaba basada defendía a sus crías, las Larvas de Lava, con mucha agresividad. Salía igual que el ser de la mazmorra a por sus enemigos o presas, pero volvía a la lava antes de enfriarse. Por ello, resultaba muy difícil enfrentarse a ellas, aunque bastaba con no acercarse para no tener problemas.

En la mazmorra, el comportamiento de refugiarse en la lava no existía. Por ello, era un enemigo relativamente fácil, si se sabía la forma correcta de manejarla, se podía soportar el calor, y se era capaz de dañarla y mantener bajo control las larvas.

Dado que el grupo no parecía tener dificultades, varios seres similares a los que se habían estado bañando en lava a la entrada chasquearon la lengua. Habían esperado que tuvieran que huir para enfrentarse ellos la serpiente. Había sucedido en multitud de ocasiones en el pasado con aventureros demasiado confiados.

No les quedó otro remedio que alejarse en otra dirección y buscar su propia presa. Lo más difícil de derrotarlas cuando se tenía la habilidad era encontrarlas. Aunque eso no era un problema para la azor.

Tras derrotar a la serpiente, descansaron un rato para recuperar el maná. Tras ello, el ave albina volvió a sobrevolar los lagos de lava, lanzado un Filo de Viento sobre cada superficie. Si había una serpiente dentro, aparecería.

Había una cada cien lagos, aproximadamente, lo que lo hacía un trabajo pesado. Sin embargo, la azor podía sobrevolar y atacar cada lago con enorme rapidez. Además, no necesitaba invertir mucho maná en cada ataque, lo justo para perturbar la superficie de lava. De media, no le costaba más de un minuto encontrar la siguiente presa. Sólo tenía que ir con cuidado que no hubiera nadie cerca y les pudiera robar su botín.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora