Pradera (II)

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Los ñus infernales eran parecidos a los ñus de su mundo original, aunque con notables diferencias. Sus cuerpos eran más robustos, sus cuernos más largos y fuertes, y sus pelajes de un color granate. Además, tenían algunas habilidades bastante peligrosas, como la Carga Comunal.

Ésta era una habilidad donde al menos ocho de ellos embestían a la vez, aunque se habían reportado casos de más de cien. Ni siquiera sus más fieros depredadores se atrevían a enfrentarse a ellos cuando Cargaban.

Los ñus infernales no tenían realmente ese nombre, sino que les había sido dado por los jugadores. Además, no eran seres vivos reales sino de maná, pero estaban basados es bestias mágicas existentes en el exterior.

De hecho, toda la primera planta parecía basada en algún lugar lejano, que ninguno de los tres compañeros conocía. Aunque Gjaki y Goldmi habían oído rumores en el pasado.

Lo que no se sabía era cómo aquella mazmorra había sido creada. Algunos aseguraban que algún dios había sido el responsable. Otros creían más en la leyenda de múltiples poderosos hechiceros colaborando para hacerla realidad. Algunos incluso pensaban que había sido creada naturalmente, aunque no podían explicar por qué era tan diferente a otras mazmorras.

Además, si bien aquellos ñus estaban compuestos de maná, su comportamiento era análogo al de los seres en los que estaban basados. Por si fuera poco, no era el único animal de aquella planta de la mazmorra, sino que parecía haberse recreado el entorno natural al completo.

No obstante, sí habían sido los más populares entre los jugadores. Su número los hacía ideales para quienes eran capaces de cazarlos en grupo.



Ahora mismo, un grupo de quince estaba Cargando hacia ellos. Sus ya poderosos cuerpos habían sido Reforzados, y su velocidad mejorada con Acelerar.

Los tres compañeros se los quedaron mirando, incapaces de moverse, siendo pulverizados por aquella imparable estampida.

–Ya sé que son ilusiones, pero es sobrecogedor verse aplastado así– comentó Eldi, sintiendo escalofríos al ver a su imagen pulverizada.

–¡Ja, Ja! ¡Eres un exagerado! ¡Sólo es maná!– rio Gjaki.

–Se están deteniendo. Es como en el juego– observó Goldmi.

Después de arrasar con la amenaza, los ñus infernales empezaron a frenar su carrera. Podía resultar extraño que no hubieran sentido un impacto real, pero aquellos seres carecían de intelecto. Se movían por instinto. Ni siquiera estaban al nivel de las bestias reales en las que estaban inspirados.

Los tres se quedaron mirándolos fijamente, tras una roca, mientras se acercaban. Goldmi los había atacado con flechas que había controlado para que pareciera que salían de su imagen. Inmediatamente, los seres de maná se habían vuelto hacia las ilusiones y habían iniciado una Carga Comunal.

Apenas habían frenado a la mitad de velocidad cuando la tierra se abrió bajo sus pezuñas. Algunos cayeron dentro de los agujeros creados con Poder del Topo, mientras otros tropezaron y salieron rodando.

En el juego, intentar atraparlos cuando iban a toda velocidad no funcionaba, y allí parecía que también se cumplía.

–Hay que alejar un poco más las ilusiones, tienen que frenar antes. Algunos no han caído– lamentó el alto humano, mientras salía de detrás de la roca e iba hacia los agujeros.

–Encargaros de ellos. Nosotras iremos a por los que están fuera– propuso la elfa.

–Voy contigo. Eldi, no los dejes salir, ahora volvemos– se apuntó la vampiresa.

–No sé si podré contenerlos a todos– avisó él.

–Te dejo refuerzos– añadió Gjaki.

Dicho eso, invocó a tres Mastines de Sangre, a la vez que enviaba un Murciélago para controlar la situación en los agujeros. De esa forma, podía dar órdenes a los mastines.



Mientras hablaban y se distribuían, la azor se lanzó en Picado sobre uno de los ñus. Llegó sobre él justo cuando dejó de rodar e intentaba levantarse. Estaba malherido, aunque no sentía ningún dolor. Una de las ventajas de ser un ser de maná.

El ave de presa Chocó contra la pata sobre la que estaba intentando levantarse, haciéndole perder el equilibrio de nuevo. Antes de que pudiera reaccionar y envuelta en un aura de viento, llegó hasta su enorme cabeza y atacó uno de sus ojos.

Tumbado en el suelo, apenas podía defenderse, sólo mover la cabeza, pero ello era insuficiente contra el ave albina. Incluso intentó usar su lengua, pero fue peor el remedio que la enfermedad. La azor usó sus garras para inmovilizarla, para no dejarla volver, confundiendo totalmente a su enemigo.

Quieto y sin ser capaz de reaccionar, su cuello expuesto fue atravesado por varias flechas, acabando con su vida. A pesar de que el nivel del ser de maná era superior al de ellas, no lo era lo suficiente como para evitar graves heridas cuando no podía defenderse.

Pocos metros más allá, otro de los ñus estaba logrando levantarse, así que la azor movió sus alas para acercarse y atacarlo. No obstante, no tenía la suficiente velocidad para repetir su maniobra anterior, así que uso la habilidad que había recuperado al llegar a nivel 90.

Con Crecer, la envergadura del ave –el tamaño de sus alas– sobrepasaba ligeramente la del ñu infernal, y el tamaño de sus garras era suficiente para agarrarlo y empujarlo contra el suelo. Su poderoso pico se hundió en su cuello, segando lo que debería haber sido su yugular, aunque circulaba maná en lugar de sangre.

Nada más acabar con él, volvió a encogerse, pues aquella forma gastaba una gran cantidad de maná. Saltó y movió las alas para ganar altura, y recuperar así la ventaja de actuar desde el cielo. En cuanto llegó a suficiente altura, empezó a buscar una nueva presa.



La lince miró a su hermana alada con un poco de envidia. A ella también le gustaría poder Crecer y aplastar a sus enemigos, pero la habilidad que había recuperado al 90 era justo la opuesta, Encoger.

No es que la hubiera cambiado, pues resultaba muy útil en muchas situaciones, pero hubiera deseado tener ambas.

Su boca dejó de sentir la presencia de la carne de su víctima, a la que había atacado el cuello. Había mantenido su mandíbula y garras firmes, hasta que el ser de maná había perdido la cohesión y el maná dispersado.

Movió su cabeza de lado a lado, hasta que se decidió por la siguiente víctima.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora