Huesos molidos

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Al esqueleto lo recibieron varias Flechas Toscas en su calavera y un Golpe Devastador en las costillas. En una situación normal, hubiera podido esquivar el golpe de martillo, pero las flechas lo habían desequilibrado. Además, un látigo se había Agarrado en una de sus piernas y tirado de ella, haciéndole perder el control.

El Choque del ave albina y la carga de la felina sólo empeoraron la situación. Era un nomuerto poderoso, uno de los señores supremos de aquel valle, pero se enfrentaba a seres cuyo poder no superaba, eran más, y estaban coordinados.

Varias lanzas fueron clavadas en el suelo, atravesando el hueco entre sus costillas. Eso le impidió moverse, por mucho que intentara forcejear. Mientras, sus piernas, brazos y calavera eran atacados con martillos.

Eldi ejecutaba Mortero una y otra vez. Era una habilidad destinada a usar en rocas, pero también era efectiva en enemigos si no se movían mucho.

–Ya estoy cerca– se dijo Gjaki, practicando Golpe Devastador una vez más.

Sentía que estaba a punto de aprenderlo. Tanto es así, que Eldi se vio obligado a cambiar a dicha habilidad, para que la vampiresa pudiera imitarla. Ésta incluso había logrado convencer a la elfa, que se sentía un tanto extraña y torpe empuñando un martillo.

El fuego de la lince chamuscaba los huesos del brazo izquierdo, que había separado con su mandíbula. Era un tanto estremecedor ver como la mano seguía moviéndose, a pesar del brazo estar separado del cuerpo. No obstante, no podía alcanzar a la felina, pues esta mordía con fuerza el antebrazo, intentando partirlo.

No fue hasta que unos cuantos huesos se habían acabado resquebrajando que Goldmi purificó el esqueleto con Bolas de Luz, mucho más efectivas al penetrar dentro de los huesos partidos.

–¿Hago el agujero?– preguntó Eldi.

Habían estado hablando de, en lugar de tenerlo allí, crear un agujero con Poder del Topo, llenarlo de Abismos de Luz, e incluso dejar un Muro de Luz dentro.

–No, quiero seguir practicando, casi lo tengo– se negó Gjaki.

No fue hasta el tercer esqueleto que finalmente su energía fluyó por el martillo para intensificar el golpe. No era perfecto. Ella notaba que parte de la energía se perdía, que no acababa de proyectarse adecuadamente, que tenía amplio margen de mejora.

A pesar de ello, la vampiresa no pudo evitar sonreír. No sólo lo había logrado, sino que en la interfaz del juego había salido la habilidad Golpe Devastador con afinidad 0,1.

–Ni siquiera uno...– se quejó, aunque la sonrisa no se borró de su rostro –. ¡Ahora a practicar para mejorarlo!

–Me lo temía– suspiró Eldi.

–Ya sabes como es. No parará hasta que sea perfecto– le acompañó Goldmi en el sentimiento.

–Dejad la cháchara, también tenéis golpes que practicar. No siempre es fácil conseguir un buen saco de entrenamiento– los apremió Gjaki.

–Sabes, tengo un portal a las tortugas– reveló Eldi.

–¿Tortugas? ¿Qué tortugas?– preguntó la vampiresa, confundida.

–Las que estaban detrás de la cascada. Las que había miles que casi no se movían y eran vulnerables al fuego. Las que usábamos en el juego para practicar. Siguen igual, sólo que está más lleno– explicó Eldi.

–¡Ah! ¡Me acuerdo de ellas!– exclamó Goldmi.

–¿¡Ahora lo dices!? ¡Tenemos que ir cuando acabamos! ¡Necesito poner un portal! Podría llevar a los demás...– empezó a hacer planes la guerrera de sangre.

–Hasta ahora no podía poner portales...– se defendió el mago de batalla.

–Oh, cierto... Eso te salva... ¿Podrías hacer algunas armas con fuego? Les irá bien para practicar– pidió ella.

–Claro, claro. Ya hablaremos más tarde– se resignó él.

–¡Eres el mejor! Bueno, acabemos con éste rápido y preparamos el agujero– cambió ella de idea.

–Je, je. Ya se le ha metido otra cosa en la cabeza. Vamos a tener que ir sí o sí– se burló la elfa –. Aunque no estaría mal tener un portal también, puede ser útil.

Gjaki siguió con Golpe Devastador, mientras que Eldi pudo pasar a un más eficiente Mortero. La elfa lo siguió intentando con el martillo un rato más, hasta que lo dejó por imposible. Aquello no era para ella. Además, había algo más que la estaba molestando, una sensación que se hacía más y más fuerte.

–¿También lo sentís?– preguntó a sus hermanas.

–Sí, es hermana agua– corroboró la lince.

–Tenemos que ir a buscarla– pidió la azor, que sonaba preocupada.

–Iremos pronto. Pero primero tenemos que acabar lo que estamos haciendo aquí– aseguró la elfa.

También se sentía cada vez más ansiosa, pero tenían una misión que cumplir. Aquellos nomuertos debían descansar en paz.



Cuando el siguiente esqueleto llegó hasta ellos, cayó en la trampa excavada con Poder del Topo, sobre el Muro de Luz, y activando varios Abismos. Al estar dentro del agujero, el poder purificador aún quedaba más concentrado, y los Carámbanos en el fondo cumplían la función de inmovilizarlo. No todos, pero algunos se habían introducido entre los huesos, dificultándole moverse.

El agujero no era muy profundo, y había una par de entrantes a los lados. Eldi y Gjaki bajaron por ellos, para dar martillazos al esqueleto, ayudando a inmovilizarlo y quebrar sus huesos, amplificando así el poder purificador.

El siguiente esqueleto trató de esquivar el agujero. Quería morir, pero al estar tan cerca, le poseía el deseo de matar. No obstante, Gjaki había vuelto a colocar hilos, que se enredaron en el esqueleto. Los manipuló con Cordel Vivo, y también lo Agarró con el látigo para lanzarlo al agujero.

Eldi colaboró Propulsando al esqueleto con el martillo, que acabó como el anterior. La única diferencia era que estaba enredado en unos hilos que lastraban aún más su movilidad, y que apenas notaron los ataques. De todas formas, siempre podían arreglarse en el yunque.

No sería la única arma que debería arreglarse. Los martillos sufrían al golpear los duros huesos, por lo que necesitarían también un poco de mantenimiento. Por no hablar de unas cuantas flechas. Aunque ahora la elfa podía ir a su propia Aldea de Iniciación cuando quisiera e ir reparándolas.

Pensaba llevar a su marido e hijas a visitarla, y llevarlos hasta el manantial, aunque primero tenía algo más importante esperándola. Su hermana de agua.

Regreso a Jorgaldur Tomo IV: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora